IMPACTO SOCIAL

Yunus: el banquero de los pobres

El Nobel de Paz llega a Colombia a lanzar su modelo de negocios sociales gracias a Yunus Negocios Sociales Colombia, la revista SEMANA y la Agencia para la Superación de la Pobreza Extrema. Esta es su historia.

23 de noviembre de 2013
Yunus rodeado de las mujeres a las que el Banco Grameen les ha dado microcréditos en Bangladesh.

Una tarde de 1976 Muhammad Yunus, de 36 años, llegó a la sucursal del Banco Janata en Chittagong, Bangladesh, decidido a hacer realidad la idea que cambiaría su vida y la de millones de personas. Su meta era darle microcréditos a los habitantes de Jobra, un pueblo cercano a Chittagong, donde las personas eran tan pobres que tenían que negociar con prestamistas que les cobraban intereses de hasta el 10 por ciento para comprar la materia prima de su trabajo. 

El gerente del banco, quien lo atendió,lo miró y le advirtió que la cantidad que estaba pidiendo ni siquiera cubría el costo de los papeles del préstamo y, además, ninguna de las personas tenía patrimonio ni codeudor. “Mi experiencia me permite decirle que este proyecto nunca va a ser posible. Usted es un idealista, profesor”, le dijo antes de pedirle que se fuera. 

Dos años antes, Yunus, economista de la Universidad de Chittagong y Ph.D en Economía de la Universidad de Vanderbilt, visitó por primera vez Jobra junto con unos estudiantes y quedó impactado por la pobreza de sus habitantes. Inspirado por el concepto de microcréditos del científico social paquistaní Akhtar Hameed Khan, decidió iniciar un proyecto de microfinanzas que ayudara a estabilizar al pueblo y, más adelante, a encaminarlo hacia el desarrollo. 

Seis meses después obtuvo su primer préstamo: 27 dólares que repartió entre 47 personas. Luego, con el apoyo del Banco Central de Bangladesh, creó oficialmente el Banco Graneen, dedicado a prestar microcréditos con intereses justos y sin exigir garantía, confiando que los clientes cumplirían con los pagos. Los préstamos, para sorpresa de banqueros y prestamistas, tuvieron un retorno del 97 por ciento. 

“Generar dinero es un incentivo, pero hacer felices a otras personas es un incentivo mayor que no hemos explorado. Los invito a probar lo que se siente. Yo lo probé y me pareció emocionante, mucho más que hacer dinero”, dijo Yunus a SEMANA. Para él el banco tiene una metodología ideal porque “no toma dinero de nadie. Es un proyecto autofinanciado. Tenemos un depósito y lo usamos para ayudar a los más pobres”.

Grameen, además, funciona a la inversa de los demás bancos. “Mientras que el resto es de los ricos, Grameen es de los pobres; otros bancos les prestan a los hombres, nosotros creemos que las mujeres son ideales porque prestarles a ellas siempre trae mayores beneficios para las familias, al priorizar el bienestar de los niños. Tal vez la diferencia más importante es que los bancos tradicionales obligan a sus clientes a ir a ellos, nosotros vamos a donde nuestros clientes estén”, afirmó. 

Con esta filosofía Yunus escaló su proyecto a niveles inesperados: para finales de octubre de 2013 el Banco Grameen tenía 8,47 millones de prestatarios, 96,20 por ciento mujeres. Además, tiene presencia en 81.388 villas en Bangladesh. Ha desembolsado hasta la fecha 14.300 millones de dólares con una tasa de repago del 97,26 por ciento. Ha invertido estos fondos para mejorar la calidad de vida de las personas por medio de préstamos para educación, viviendas y microempresas. 

Esta capacidad lo hizo merecedor, en 2006, del Nobel de Paz. En su discurso dijo que desde que se anunció que él y Grameen habían ganado recibió millones de llamadas, pero las que más lo conmovieron fueron las de las prestatarios en pueblos remotos que le expresaban su orgullo de ser, en parte, la aldea del banco. 

Hoy, las mujeres a las que se les entregaron los primeros créditos son las dueñas de Grameen en Bangladesh. Ellas controlan el 90 por ciento de las acciones y el otro 10 por ciento le pertenece al gobierno. 

El camino hasta el Nobel, sin embargo, fue más difícil de lo que parece. Antes de consolidar su banco Yunus tuvo que ganar la confianza de la gente. Siendo el mayor de una familia de nueve hermanos, dice que aprendió desde muy pequeño, “la importancia de la lealtad familiar, el valor del compromiso cuando se vive en comunidad”.

Cuando llegaba a los pueblos a invitar a los habitantes a ser parte del Banco Grameen estas lecciones permanecieron. En vez de tocar puertas se paraba en una calle donde todos pudieran ver quién era. Luego se acercaba y jugaba con los niños sin malicia alguna que, según él, “es la manera más rápida de entrar en el corazón de una madre”. 

“Me siento muy feliz por lo que he logrado con el banco. El 46,5 por ciento de las familias de los beneficiarios ya superaron la línea de la pobreza y una tercera parte está casi lista para hacerlo, pero quiero que nuestra visión llegue más pronto a otros lugares en el mundo. Ahora estoy mostrando algo diferente. No creo en los negocios que solo generan ganancias a un individuo. Necesitamos un nuevo sistema, un nuevo marco conceptual”. 

Esta manera de abordar el desarrollo es un tipo diferente de negocio que él llama“negocio social”, uno que no busca generar dinero sino resolver problemas. Además, en los negocios sociales no hay dividendos y las ganancias se quedan en la compañía. 

En Colombia hay tres en la sede de Yunus Negocios Sociales Colombia, una red con sede en Alemania que tiene presencia en siete países del mundo, y que antes era Grameen Caldas: Vitalius, un proyecto enfocado a fortificar los alimentos de la canasta familiar; Bive, una iniciativa que brinda servicios de salud de alta calidad a familias de estrato medio y bajo, y Ruralive, un emprendimiento que adapta las casas de los campesinos para albergar turistas, con lo que cumple dos metas: mejorar la calidad de la vivienda y abrir las regiones a quien quiera conocerlas. Después de un año estos negocios han logrado impactar a más de 7.000 personas solo en el departamento de Caldas.

Adicionalmente, la visita de Yunus tiene el objetivo de crear nuevos negocios sociales como es el caso con la empresa multinacional McCain, que va a lanzar en conjunto con él y con Yunus, Negocios Sociales Colombia, un joint venture, el primero en Suramérica, para mejorar la calidad de vida de los campesinos en Colombia.

Aparte de economista, innovador y nobel de Paz Muhhamad Yunus es un futurista. Cree que la ciencia ficción debe mezclarse con el cambio social para obtener algo que llama la “ficción social” que une sueños y problemáticas para obtener resultados. 

Cree también que todas las crisis del mundo están ligadas con la financiera y que para superarla es necesario entender que el propósito de los seres humanos no es generar dinero sino ser felices y hacer felices a otros. Que hemos olvidado ese propósito y ahora tenemos que inventar uno nuevo que rete, como él lo hace, al statu quo, a nosotros mismos y a la sociedad.