| Foto: León Darío Peláez

EN PLATA BLANCA

"No hay que asustarse por lo que las Farc puedan decir"

Álvaro Leyva, histórico trabajador por la paz, da su visión acerca de los diálogos en Cuba.

María Jimena Duzán
22 de junio de 2013

Leyva Durán es uno de los colombianos que más ha trabajado el tema de la paz. Él habla de sus antecedentes y se defiende de sus detractores.

MARÍA JIMENA DUZÁN: Usted fue muy cercano al presidente Santos, pero  hoy lo veo alejado. ¿Alguna razón para que ya no sean amigos?

ÁLVARO LEYVA: Para mí ha sido un misterio esa distancia que ha impuesto porque nos conocemos desde antes. Cuando fui parte de la comisión de conciliación nacional en el gobierno de Samper, le ayudé mucho y lo orienté. En ese momento él era precandidato por el Partido Liberal y  tenía en mente un plan de paz respetable que estaba llevando a cabo en silencio y que consistía en hablar con las guerrillas y con los paramilitares. En desarrollo de ese plan, y por invitación suya, fui con él a hablar con Castaño. Cuando los asesores de Samper lo señalan de conspirador, él resuelve contarle al país su plan y yo lo invito a la comisión con la idea de que ese escenario le sirviera de paraguas para evitar que lo tacharan de conspirador. En la comisión, Santos lee un documento que se lo entrego a usted en el que, entre otras cosas, promete una constituyente. 

M. J. D.:Ya veo para dónde va…

A. L.: Este es un país sin memoria. Yo sé que el doctor Santos se molesta cuando cuento estas cosas, pero son hechos que hablan bien de él porque demuestran que siempre ha sido consecuente en su búsqueda de la paz, así ahora nos hubiera dejado a muchos de los que trabajamos con él por fuera del proceso en La Habana. Pero es el que manda.

M. J. D.: ¿Y no será que por cuenta de que no lo llamó, usted pasó a ser crítico acérrimo del proceso en La Habana?

A. L.: ¡Por el contrario! Lo que he hecho es tratar de jalonarlo. Mire, con tantos años en este tema, uno aprende a comprender cómo piensa el que está en la orilla armada. Eso facilita el diálogo y sirve para superar obstáculos. Yo pensé que ese intercambio de ideas con las Farc podría ser útil que lo conociera el presidente, pero no me ha recibido. 

M. J. D.: ¿Cuántas veces ha ido a Cuba?

A. L.: Varias y pienso ir en estos días, con el ánimo de ver cómo se rompen ciertos obstáculos. 

M. J. D.: Hay quienes creen que sus idas a La Habana sirven pero para conspirar contra el proceso.

A. L.: Se equivocan. Yo no soy un conspirador sino todo lo contrario. Logré la liberación de Álvaro Gómez cuando lo secuestró el M-19; llevé a la mesa al Quintín Lame; salvé la vida de muchos secuestrados, misión que cumplí a sotto voce a riesgo de que dijeran que yo cobraba. Si eso es ser conspirador, entonces vayámonos. Eso no quiere decir que no esté lleno de defectos. Pero si uno ve que alguien se está equivocando en un tema que uno sabe, no se puede quedar callado. Si uno se enriquece de conocimiento de la contraparte, pues su obligación es decírsela al Estado, que fue lo que yo pretendí y no logré. Y de golpe lo que me queda es darme de baja, pero no me voy a poner a llorar.  Pero le aclaro: el hecho de que Santos no me reciba no me convierte en su enemigo.  

M. J. D.: ¿La insistencia de las Farc por pedir una constituyente para refrendar los acuerdos de La Habana, en lugar de un referendo como lo propone el gobierno, es una idea que le ha comprado esa guerrilla en sus viajes a La Habana? 

A. L.: De ninguna manera. La constituyente es un tema histórico. Ya le relaté como en la época de la presunta conspiración Santos planteaba una constituyente. También tengo grabaciones de Jacobo Arenas pidiendo hace 20 años una constituyente. Antes de la Constituyente de 1991 se designa una comisión para ver si las Farc querían entrar y  responden “estamos listos”. En los diálogos de Caracas las Farc aceptan enviar un vocero a la asamblea y  ¿sabe quién lo impidió? 

M. J. D.: No me acuerdo…

A. L.: Le refresco la memoria: Humberto de la Calle, ministro de Gobierno. Si yo estuviera en su lugar me habría declarado impedido en el tema de la constituyente. Los magistrados cuando tienen interés pueden ser recusados, otros se inhabilitan. En este caso no pasó nada. Puede que se nos haya olvidado este episodio, pero a los que combaten no y a la hora de una negociación eso tiene sus efectos.   

M. J. D.: ¿Y no será que usted está descalificando a De la Calle porque él está ocupando el puesto que usted pensaba ocupar en el gobierno de Santos?

A. L.: Eso es medirme con una vara muy mezquina. En Colombia hay un irrespeto por el otro y no se permite que se parta de la buena fe. Yo estoy convencido de que el país necesita de un proceso de paz y le confieso que durante el trayecto de mi vida pública, que es larga, tanto que me quiero sentar a escribir mis memorias antes de que me toque escribir mis amnesias, me he enamorado de este tema. 

M. J. D.: Pero usted siempre se ha presentado como el hombre que nos va a dar la paz en seis meses. Y cuando otros lo intentan, los critica.  

A. L.: Yo lo que dije en mi candidatura presidencial era que iba a parar la guerra en seis meses. No a resolver el conflicto. Y todavía creo que lo puedo hacer, pero ese es otro tema. Como ciudadano sufro cuando veo que el gobierno contesta desde SEMANA, en lugar de hacerlo desde la mesa.   

M. J. D.: Sin embargo, las Farc han hecho lo mismo, le respondieron a De la Calle en SEMANA. Y en esa carta vuelven a insistir en una constituyente para la paz. Pero  ¿cómo se evita que no se salga de ese marco y termine abriendo una caja de Pandora, como ha pasado en ocasiones anteriores? 

A. L.: Pues se puede sancionar a los que transgredan el temario. El arte está en aprobar cosas que le convengan al país. Pero además ese sería un escenario para plantear propuestas que, si las hacen en el Congreso, aparecerían como micos. Como por ejemplo, la doble instancia. 

M. J. D.: …O sea que en esta constituyente cabría la reforma a la Justicia. Pero cuál: la que le conviene al país, o la que está pidiendo el uribismo dirigida a lanzarle un salvavidas a los parapolíticos y a los vinculados a los escandalos de la DNE, de la Salud, de las regalías. ¿Servirá eso para la paz?

A. L.: En la constituyente cualquiera de sus miembros tendría el derecho de presentar sus tesis, incluidos los uribistas. Pero además no van a ser la mayoría. 

M. J. D.: ¿Y cómo sabe que no van a ser la mayoría?

A. L.: ¿Y usted cómo sabe que van a serlo? La dinámica que genera un proceso generalmente cambia la correlación de fuerzas.  No hay póliza que nos asegure que el camino a la paz está pavimentado. Lo que sí sé es que no hay que asustarse por lo que las Farc puedan decir en La Habana. ¿Que no entregan las armas? Pues hay que preguntarles por qué e indagar si están o no de acuerdo con el monopolio de las armas. Lo que no se puede es el ‘No’ a priori porque entonces, ¿para qué la mesa?
 
M. J. D.: ¿En esa Constituyente, podría estar Uribe?

A. L.: No se le puede decir que no esté, si así lo quiere. Las cosas en materia pública no pueden ser contra un nombre, porque no serian legítimas. No se puede resolver una situación de una manera o de otra, porque haya un nombre propio de por medio. 

M. J. D.: ¿Cuántas veces se ha reunido con Uribe? 

A. L.: Dos veces para hablar de muchos temas, incluido el de la constituyente. Pero también lo hice cuando era presidente a pesar de que fui su adversario. Eso no significa que no se deba hablar. Y no me cabe en la mente que se plantee una estrategia de paz en la que esté bien dialogar con los alzados, pero mal  con Uribe.  Pero yo no voy a firmar nada, ni a decidir nada, aunque sí creo que debería llamar a terceros.

M. J. D.: Es decir a usted...

A. L.: Yo entiendo que cada torero llega con su cuadrilla y que yo no forma parte de la suya.

M. J. D.: ¿Por qué no está de acuerdo con el  gobierno en que primero se firmen los acuerdos y luego se refrenden en un referendo?

A. L.: En un referendo a los colombianos les va a tocar votar por una cantidad de puntos que no les dicen nada. Y si se recoge todo en una pregunta, como plantea Navarro, se vuelve un plebiscito. Pero además, por el referendo se corre el riesgo de que suceda lo que le pasó al de Uribe, que no superó el umbral. Loweinstein  dice que en el supuesto de admitirse un referendo solo es aconsejable para una nueva Constitución, mientras que la votación sobre determinadas enmiendas, como sería este el caso, “casi siempre de naturaleza técnica, exigen un esfuerzo  del electorado para el cual este no está preparado”. ¿Será que el pueblo colombiano está en capacidad de leerse ese menú ? 

M. J. D.: Las Farc dan otra razón: para ellas la constituyente les asegura que en el futuro lo acordado no se podrá tumbar. ¿Usted lo cree?

A. L.: Sí. ¿Qué paso en el Cono Sur? Menem produjo el perdón y el olvido y su sucesor lo revisó todo. El poder constituyente sí puede poner la llave final. 

M. J. D.: Pero según dijo De la Calle en SEMANA, eso tampoco es cierto. Si mañana la constituyente aprueba una amnistía,  la CPI puede desconocer ese acuerdo porque no cumple con los estándares del derecho internacional.

A. L.: Eso no es cierto. El Tratado de Roma dejó por fuera la palabra amnistía. O sea que sí se pueden hacer amnistías, mucho más si surgen de una constituyente. Pero para hablar de esto hay que ir a los textos porque si no se corre el riesgo de que hasta una persona avezada como el procurador incurra en un error, y defienda normas inexistentes. 

M. J. D.: Usted dice que no conspira, pero lo que dice deja mal parado al gobierno y a sus negociadores. 

A. L.: Yo por antonomasia no soy conspirador. Si yo fui el que saqué de un problema a Santos cuando lo acusaron de conspirador. Yo ayudo más bien a que la gente no conspire y no se equivoque. La paz requiere cierto grado de sabiduría y adentrarse en los textos. ¿Por qué los conozco yo y no los demás? Pues porque yo no tengo nada más que hacer. Pero ¿quiere que le confiese algo? Esta semana le dije a mi señora: te propongo que nos vayamos durante un tiempo porque uno ya comienza a sentir un mal ambiente contra uno, que no corresponde a la verdad y que no deja de ser una complicación.  Como van las cosas esto de golpe no funciona y termino yo de responsable. Para ganarme un madrazo colectivo, prefiero estar en la Costa Azul. 

M. J. D.: ¿Por qué dice que el proceso puede fracasar?

A. L.: Porque veo unas posiciones que aparentemente no se pueden resolver. Las Farc han hablado de que hay disensos en remojo, a pesar de los avances. Si no se pueden resolver, de golpe esto no sale al otro lado.

M. J. D.: ¿Usted cree que Santos se reelige?

A. L.: Yo creo que es una necesidad nacional. Así Santos no lo quiera a uno, pues toca votar por él, pero su proceso tiene que ofrecer resultados ojalá que lo más pronto. No hay nada más desestabilizador que un proceso de paz prolongado. Si no, pregúntele a Andrés Pastrana.