NOTICIA BOMBA
En tiempo récord, las investigaciones confirman manos criminales en el accidente de Avianca.
Su misterio duró una semana. El pasado martes 5 de diciembre en una rueda de prensa que con firmó lo que ya el diario El Espectador había publicado en primicia, Yesid Castaño, el director de la Aerocivil, dio el veredicto final: la tragedia del HK-1803 fue causada por un arte facto explosivo.
La declaración de Castaño cayó como un balde de agua fría. Aunque en ningún momento se descartó por parte de los investigadores la posibilidad de una bomba en el avión, nadie esperó que las pesquisas de los expertos nacionales y extranjeros dieran frutos en tan corto tiempo. Según lo expresado en la rueda de prensa por Castaño, hubo una detonación debajo de las sillas 15-E y 15-F, las más cercanas a los tanques de combustible, que rompió los depósitos y permitió que la gasolina entrara en la cabina de pasajeros, lo que causó la gran explosión diez segundos más tarde.
Lo dicho por Castaño parece cazar con otra pieza de este rompecabezas que salió a la luz pública el día después del accidente, cuando se conoció de la extraña actitud de dos pasajeros. En efecto, el pasado domingo 26 de noviembre en horas de la tarde, en vísperas del vuelo fatal, los señores Julio Santodomingo y Alberto Prieto llegaron hasta el mostrador de la compañía en el Puente Aéreo de Bogotá, pagaron en efectivo dos tiquetes para el vuelo 203 a Cali del día siguiente. El lunes 27, a primera hora Prieto llegó hasta el mostrador, pidió que tanto a él como a Santodomingo, quien apareció minutos más tarde, se les asignaran las sillas contiguas 15-E y 15-F. Así se hizo y se les expidieron los correspondientes pasabordos. Pero minutos antes de que despegara el vuelo, en una actitud abiertamente sospechosa, Santodomingo devolvió el pasabordo y no viajó, mientras que todo parece indicar que Prieto abordó el jet, como lo indica un cuerpo que no fue reclamado en el Instituto de Medicina Legal.
Rastros de esquirlas que se incrustaron a una velocidad de 20 mil pies por segundo en la puerta de emergencia aledaña a las sillas escogidas por estos pasajeros; restos de un explosivo en un zapato de un pasajero que iba en la fila inmediatamente posterior, y la forma como se despedazó el HK-1803, han servido de base a los investigadores para afirmar que se trató de una bomba.
Pero si lo anterior sirve para aclarar en parte el misterio, son muchos los cabos sueltos que tendrán que atar los investigadores y el juzgado que tiene a su cargo el caso. Por un lado será necesario que las autoridades encuentren lo más pronto posible al hombre que se identificó como Julio Santodomingo, pues su testimonio podría arrojar luz a varios puntos oscuros: primero, por qué se arrepintió a última hora y no abordó la nave; segundo, si el hombre que se presentá como Alberto Prieto --con quien compró el tiquete el día anterior--en efecto fue el encargado, a sabiendas o no, de llevar el paquete con la bomba y, finalmente, por qué él, una persona que está planeando un atentado de esas magnitudes, decide devolverse hasta el counter, corriendo el riesgo de que lo identifiquen fácilmente, para anunciar que cancela su viaje.
Otro punto que no está plenamente develado es el de la autoría intelectual. Fuera de una llamada telefónica a la cadena radial Caracol, el día del siniestro, en la que supuestamente "los extraditables" reclamaban la autoría del hecho, hasta el momento no ha habido ningún otro tipo de reivindicación, ni comunicado, ni indicios que permitan creer en la autenticidad de esa llamada.
Y, para complicar aún más este aspecto, el pasado miércoles, a raíz del carro-bomba a las instalaciones del DAS en Bogotá. "los extraditables" enviaron a diferentes medios periodísticos un comunicado en el que aceptan su participación en el asesinato de varias personas, como el procurador Carlos Mauro Hoyos, el director de la Policía Antioquia --Waldemar Franklin Quintero-y muchos más, pero por ninguna parte hacen referencia al HK1803 . Aparentemente, no es muy lógico que unas personas que no tienen inconveniente en reconocer los crímenes más atroces, decidan ocultar uno más.
Claro está que, en otras ocasiones cuando las investigaciones los han señalado como culpables de crímenes, no han aceptado su culpabilidad.
Por ahora sólo queda esperar el resto de la investigación. Si se tiene en cuenta que en la destrucción del avión de Pan Am, que en diciembre del año pasado cayó en Escocia, los investigadores oficiales demoraron siete meses para anunciar oficialmente que se trató de una bomba, no deja de sorprender la rapidez con que se dió el veredicto en el caso del 727 de Avianca.
Todavía faltan análisis de partes del avión, de la caja negra que consigna los parámetros de vuelo y, sobre todo, capturar al supuesto Santodomingo para que se le pueda poner punto final a este dramático episodio.-