JUDICIAL

Operación tapen-tapen

SEMANA revela audios que evidencian la estrategia de militares detenidos por falsos positivos que buscan desviar las investigaciones y, sobre todo, evitar salpicar a altos mandos.

1 de agosto de 2015
Hay mas de 3.000 uniformados detenidos por falsos positivos. De esos solo diez son coroneles.

La conversación es explícita, reveladora y sobre todo muy grave. Ocurrió a mediados de junio pasado. Hablan dos miembros del Ejército. Ambos están detenidos en diferentes centros de reclusión sindicados de las ejecuciones extrajudiciales conocidas como falsos positivos.

El primero es el soldado profesional José Torres, preso desde hace cinco años cuando fue capturado por la Fiscalía acusado de asesinar, cuando estuvo en la Cuarta Brigada en Medellín, a un campesino al que hizo pasar por integrante de las FARC. También tiene procesos por otros 32 muertos en unidades en las que estuvo. Su interlocutor es un suboficial no identificado, también encarcelado, sindicado de 12 homicidios en persona protegida.

Torres le cuenta a su antiguo compañero que está en proceso de negociar con la Fiscalía su condena, pues sabe que es inevitable que le imputen cargos por los 33 muertos y prefiere confesar para intentar obtener algún tipo de rebaja. “A mí ya me condenaron, pero si necesita mi declaración yo me invento alguna mierda”, le dice a Torres su amigo al otro lado de la línea. “En los procesos que usted sabe que estamos metidos no nos vaya a nombrar, estamos hablando de mí, los soldados y los comandantes. El lío es que acá vino el fiscal 66 y nos mostró su declaración y usted echó al agua a todo el hijueputa mundo. Viejo Torres, toda esta situación es una maricada. Nosotros le damos puñal a usted y usted nos da puñal a nosotros. Una guerra que tenemos toda marica. Quédese callado, nosotros no lo vamos a nombrar en nada. Si a usted lo llaman diga: yo no sé nada, lo mismo que en algún momento hacía el teniente Moreno. Pero sobre todo no nombre a coroneles, no nombre a nadie. Toca que el mayor Hernández dé la misma declaración. Él la sacó barata porque nosotros le ayudamos”, le dice con voz angustiada el suboficial al soldado Torres.

La llamada se extiende durante muchos minutos a lo largo de los cuales los dos militares se recriminan mutuamente. El hombre que llama a Torres insiste en persuadirlo de la necesidad de que no delate a sus antiguos compañeros con los que cometió los falsos positivos. Pero gran parte de su preocupación va encaminada principalmente en que no mencione ante la Fiscalía el papel de los oficiales, especialmente los coroneles. Como parte de la fórmula para ‘salvarlos’ le pide a Torres mentir y culpar de los asesinatos a otros. “Diga que fue un paraco de los de Chiriguaná y listo. El que tumbaron (mataron) a los días en la Aurora. Franklin, ese hijueputa, vamos a decir que fue ese. Hay que decir que nosotros no estábamos en esa baja. Nosotros cuadramos eso”, le dice el militar al soldado Torres.

Por momentos, la charla entre los dos hombres se vuelve tensa y hay amenazas de lado y lado. “Usted no tiene sino como diez o 13 procesos, yo tengo 33. No crea que yo estoy peleando solo. En realidad nosotros somos los que sabemos cómo lo hicimos. Yo metía los manes y ustedes los mataban”, le dice Torres a su antiguo compañero de armas ante la insistencia de este.

Voceros del Ejército al ser consultados sobre el tema dijeron a SEMANA: “Todo lo que sea pertinente al tema jurídico corresponde a la Fiscalía General de la Nación y las decisiones de los jueces de la República. Es política del Ejército Nacional acatar las providencias y colaborar en los requerimientos y esto lo hemos hecho”.

Desde que estalló el escándalo de los llamados falsos positivos en 2007 hasta la fecha, hay cerca de 3.000 uniformados detenidos, de los cuales 815 ya han sido condenados. La mayoría de estos últimos son suboficiales y soldados. De toda esa cifra solo hay cinco coroneles condenados. Hace tres meses, la Fiscalía acusó y arrestó a otros cinco oficiales de ese rango, lo que implicó que en una sola investigación se duplicó el número de militares de alto rango vinculados con falsos positivos al llegar a diez.

El contenido de esta conversación revelada por SEMANA, que pone en evidencia la estrategia del ‘tapen-tapen’, explica por qué la responsabilidad de la mayoría de las 4.500 víctimas de falsos positivos ha recaído hasta ahora en soldados y mandos bajos, y muy poco en oficiales superiores.

El desespero y la presión del hombre que llama al soldado Torres también se explica porque, después de años de investigación sobre el tema de falsos positivos, la Fiscalía recién entró en una etapa crucial que consiste en empezar a determinar y judicializar a los máximos responsables de esas ejecuciones. La táctica para evitar que soldados y suboficiales declaren y cuenten lo que hicieron sus superiores queda al descubierto con estos audios.

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