EN PLATA BLANCA
Osuna: "La caricatura tiene contenidos hasta del alma"
Héctor Osuna, caricaturista y columnista de 'El Espectador', habla de su trayectoria profesional, de sus relaciones con el poder, de los gajes de su oficio y de sus colegas.
MARÍA JIMENA DUZÁN: A lo largo de su vida usted ha dado muy pocas entrevistas. ¿Por qué es tan huraño?
HÉCTOR OSUNA: Yo no diría que soy huraño, sino tímido. Pero además no soy como la Justicia de ahora: soy muy poco mediático.
M.J.D.: No hay duda de que usted es tímido. Pero el Héctor Osuna caricaturista es un hombre sarcástico.
H.O.: Pues probablemente ese sarcasmo lo heredé de mi papá. Efectivamente, hay caricaturas que producen sonrisa. Hay otras que son simbólicas. Otras, más serias y trascendentes. Yo diría que las mías son sarcásticas en la medida en que se encuadran dentro de lo que, yo creo, es el sarcasmo: una ironía bastante ácida que maneja las desproporciones a veces de manera absurda, pero que en el fondo tienen su lógica.
M.J.D.: Viendo sus últimas caricaturas, he encontrado que desde que se posesionó el fiscal Montealegre no hay semana que no lo saque.
H.O.: Ve… y yo que creo que no le he hecho tantas, entre otras porque todavía considero que su fisonomía es muy difícil de conseguir. No es el primer fiscal con el que me pasa eso. Iguarán, una vez que me lo encontré, me ayudó diciéndome que lo pintara como un bombillo. Al fiscal Montealegre aún lo estoy estudiando y solo espero que vaya creciendo y mejorándose hasta que -como dice Consuelo Lago- el personaje acabe pareciéndose a la caricatura. La caricatura parece una cosa muy sencilla, pero en el fondo tiene contenidos hasta del alma.
M.J.D.: Eso de que el personaje termina pareciéndose a la caricatura le ha pasado a muchos políticos, comenzando por el expresidente López Michelsen. Usted lo pintaba siempre con una pipa y al lado de su perra Lara, y creo que ni fumaba pipa ni andaba con su perra Lara. ¿Nunca le llegó a reclamar por las caricaturas que hizo en su contra?
H.O.: Empecé a pintarlo así porque en un reportaje apareció fumando la pipa. Con el expresidente López tengo una anécdota. En una ocasión, en que El Espectador lo invitó al lanzamiento de un libro mío, él se excusó y me mandó una razón de este tenor: "Dígale a Osuna que, de sus víctimas, yo soy la que más lo admira".
M.J.D.: ¿Y con el presidente Turbay Ayala, con quien usted fue implacable y a quien criticó por el estatuto de seguridad y por el tema de los derechos humanos?
H.O.: Para qué, pero Turbay fue un gran liberal siempre que hablaba de mí. Barco también era elegante en sus comentarios. No tanto Carolina, su esposa, quien, tengo entendido, decía que mis caricaturas eran de mal gusto.
M.J.D.: Para no hablar de las caricaturas que usted hizo durante la administración de Ernesto Samper en las que aparecía como un elefante…
H.O.: Sí, lo convertí en un elefante por cuenta de la frase de monseñor Rubiano.
M.J.D.: ¿Y él nunca le reclamó?
H.O.: Nunca me encontré con él.
M.J.D.: Yo lo conocí a usted en 'El Espectador', cuando el director era Guillermo Cano, y puedo atestiguar que usted era uno de sus envidiables consentidos. ¿Cómo lo recuerda?
H.O.: Los dos éramos tímidos, pero siempre tuvimos una relación muy cordial. A veces me decía 'mi Héctor', y yo me sentía de su corazón. Jorge Cardona, en el libro que acaba de escribir sobre él, dice que yo era de sus preferidos y a mí me impresionó que lo dijera. Él no se comunicaba mucho. Coleccionaba mis dibujos, pero poco me los comentaba. Ese Espectador era el de la Cacica, el de Gonzalo Mallarino y el de José Salgar, a quien no hay que olvidar y quien, por cierto, está muy lúcido a sus 90 años.
M.J.D.: ¿Y nunca tuvo con Guillermo Cano algún problema con una caricatura?
H.O.: Yo me opuse a la candidatura de Carlos Lleras Restrepo porque nunca le perdoné que hubiera formado parte de los cuasi golpistas del 9 de abril, que llegaron donde Ospina a pedirle la renuncia. Le tenía mi guardado y le hice muchas caricaturas. Pues resulta que Guillermo me llamó a contarme que el Directorio Liberal de entonces, presidido por Esmeralda Arboleda, había ido a reclamarle por mis caricaturas. Guillermo los frenó diciéndoles que si Lleras no podía resistir las caricaturas, tampoco podía ser presidente.
M.J.D.: Pero no solo se encarnizó contra Lleras Restrepo. Si hay alguien a quien usted le cargó la mano fue a Hernando Santos. Lo pintaba como un trompo.
H.O.: Lo pintaba como un trompo por la edición del 28 de diciembre que sacaba El Tiempo el día de los inocentes. En ella siempre me maltrataban y yo empecé a pintar a Hernando Santos. Era un personaje con mucho poder, el país no lo conocía físicamente porque casi no salía en los medios y mi personaje quizás lo hizo más visible.
M.J.D.: ¿Y por qué le daba tan duro a Hernando Santos?
H.O.: Le cargaba toda la mano por el poder que representaba. ¡Tenía más poder que el presidente y que el arzobispo de Bogotá!
M.J.D.: ¿Cómo le ha parecido la serie sobre Pablo Escobar?
H.O.: Estoy como aterrado, aunque todavía dejo mi opinión para más tarde. Por ahora estoy notando que la serie muestra cosas que no creo que sea conveniente mostrar porque la moraleja llega muy tarde. Por el momento, solo veo cómo un capo domina, mata y triunfa entre sus congéneres y creo que no es conveniente para el país, pero… ¡No me haga poner moralista! Hay, sin duda, un gran esfuerzo cinematográfico.
M.J.D.: Hay quienes dicen que luego de que Uribe salió del poder los caricaturistas se quedaron sin trabajo.
H.O.: Uribe siempre despreció la caricatura. Él decía que no leía la prensa porque se contaminaba. Yo lo critiqué mucho porque me parecía difícil aceptar que se quedara un periodo más en contra de lo que decía la Constitución y que intentara reformarla en beneficio propio. Eso nunca había pasado. No lo hicieron ni Laureano, ni Ospina Pérez, ni Eduardo Santos. Me parecía que lo que estaba haciendo rayaba con la dictadura.
M.J.D.: Y el presidente Santos…
H.O.: Todavía estoy a la expectativa. Por el momento creo que ha sido un alivio, como lo fue el gobierno de Belisario Betancur luego de cuatro años de Turbay Ayala. Yo predije que su gobierno iba a ser como el de Eduardo Santos. Muy demócrata, contrario al de Uribe, amable y tolerante, negociador. Pero nuestro amigo del Twitter no se lo aguanta.
M.J.D.: Lo veo santista.
H.O.: Pues no. Estoy como en reposo. Y al gobierno lo tengo en remojo.
M.J.D.: Desde hace unos 15 años usted se inventó un personaje llamado Lorenzo Madrigal, nombre bajo el que usted escribe sus columnas en 'El Espectador'. ¿Quién es Lorenzo Madrigal?
H.O.: Yo me avizoré envejecido y ahora Osuna llegó a la edad de Lorenzo. Ese personaje lo creé hace más de 15 años como una defensa de la vejez porque me parece que esta sociedad actual no la valora como sucedía antes. Solo quedan los papas quienes a los 80 son todavía jóvenes. ¿Quién dijo que la vida se acaba a los 70 o a los 80?
M.J.D.: Los periodistas saben cuando hay una historia en ciernes lista para ser contada. ¿Los caricaturistas cómo saben si hay una caricatura detrás de un hecho?
H.O.: La caricatura es una oportunidad que no se puede forzar. También hay caricaturas que nunca se publican, que quedan inéditas y que uno deja entre el tintero.
M.J.D.: ¿Como cuál?
H.O.: Por ejemplo, una que hice sobre la compra de El Tiempo por Luis Carlos Sarmiento. Aparece la primera página de El Tiempo con esta frase: 'Fin del cuarto poder'. Y abajo dice: 'Somos Grupo Aval'.
M.J.D.: Veo que no le gusta que a 'El Tiempo' lo haya comprado Luis Carlos Sarmiento.
H.O.: No podemos dejar de criticar a El Tiempo por el hecho de que estemos en otro medio al que puede ocurrirle lo mismo.
M.J.D.: Hablando de dueños de medios, ¿es cierto que a Julio Mario Santo Domingo le gustaban tanto sus caricaturas sobre él que las coleccionaba?
H.O.: Eso creo. Incluso un día Gustavo Vasco me llamó para decirme que Julio Mario Santo Domingo quería comprarme un original. Le mandé decir que no tenía ese negocio de vender mis caricaturas pero, como insistió, le di cualquier precio. Me mandó a decir que no lo aceptaba porque le parecía muy bajito, a lo que yo le respondí que no cambiaba mis tarifas.
M.J.D.: ¿Es cierto que solo se ve con caricaturistas?
H.O.: Poco me veo con ellos. Tenemos el mismo oficio, pero, claro, no hay peor enemigo que el de tu oficio. Aunque yo no creo que tenga enemigos.
M.J.D.: Tengo unos nombres de caricaturistas. ¿Será que me los puede calificar?
H.O.: Claro.
M.J.D.: Beto.
H.O.: Nítido.
M.J.D.: Chócolo.
H.O.: Bueno, caótico.
M.J.D.: Vladdo.
H.O.: Influyente
M.J.D.: Luisé, de 'El País' de Cali.
H.O.: Académico.
M.J.D.: Palosa.
H.O.: Gracioso.
M.J.D.: Alfín (Álvaro Montoya).
H.O.: Eje de caricaturistas, audaz.
M.J.D.: Pepón
H.O.: Coetáneo.
M.J.D.: Garzón.
H.O.: Conceptual.
M.J.D.: Turcios.
H.O.: Dibujante.
M.J.D.: Linares.
H.O.: Fisonomista.
M.J.D.: Nani, la de Magola.
H.O.: Intimista.
M.J.D.: ¿Sigue siendo un laureanista furibundo?
H.O.: Quítele lo de furibundo. El furibundo era Laureano. Y actualmente hay laureanistas que no le hacen mucho mérito al laureanismo.
M.J.D.: Algo me dice que esa puya va dirigida al procurador Ordóñez...
H.O.: A mi juicio, él es más rudo y duro de lo que pudo haber sido Laureano.
M.J.D.: Pero tanto él como usted son hombres tremendamente católicos.
H.O.: Es que la doctrina católica es por esencia liberal. Quién más liberal que Jesucristo. En esta época ser tan restrictivo es malo, contraproducente, le hace daño a la Iglesia.