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Piero ha trabajado en lugares de difícil acceso del territorio colombiano que lo han acercado a los padecimientos del conflicto. | Foto: León Darío Peláez

ENTREVISTA

“Uribe está en contra de la paz porque sí”: Piero

En diálogo con Semana.com, el popular artista colombo-argentino dice que nunca hubo un momento más favorable para ponerle fin a la guerra en Colombia. Está convocando a un gran concierto para respaldar los diálogos de paz.

18 de mayo de 2016

Piero sigue cargando las banderas de paz, amor y unidad latinoamericana, esas que lo encumbraron en toda la región desde las peores épocas del Cono sur. Lo curioso es que su popularidad en Colombia sigue intacta.

Aunque nació en Italia y se nacionalizó en Argentina, Piero también tiene nacionalidad colombiana. Su trabajo de más de dos décadas con comunidades en lugares de difícil acceso del territorio colombiano lo acercaron a la gente y a los padecimientos del conflicto armado. Por eso habla con propiedad sobre Colombia y a donde va cuenta sus anécdotas que se enmarcan, según él, en el ‘realismo mágico’ de García Márquez.

A su paso por Colombia habló con Semana.com del proyecto ‘La guerra del amor’, convocado por la fundación Funuvida, que comprende un disco y un megaconcierto en septiembre que buscará dar un espaldarazo contundente de la región a la paz en Colombia.

Semana.com: ¿De qué se trata ‘La guerra del amor’?

Piero: Es una canción que alguna vez canté con Alejandro Lerner y ahora se convirtió en un proyecto para dar un apoyo a la firma de la paz en La Habana. Para ello vamos a convocar a otros colegas para que se sumen y se sienta que Colombia es la que está cantando ‘La guerra del amor’. Ya están confirmados Pablo Milanés, León Gieco, Víctor Heredia, Andrea Echeverri, Alejandro Lerner, Andrés Cepeda, Fanny Lu, Jorge Celedón y ahí sólo está naciendo. 

Semana.com: ¿Cuál es el mensaje que va a quedar de la ‘Guerra del amor’?

P.: Queremos que se active la fe en las posibilidades de que Colombia esté en paz.

Semana.com: Algunos no conocen su labor como ‘embajador de paz’ en Colombia. ¿Qué actividades destacaría?

P: Muchísimas y según la memoria como juegue. He ido un poco en contravía de esa comodidad de estar en un teatro tan lindo como el Jorge Eliécer Gaitán y prefiero meterme en lugares que han sido castigados con muerte y locura. Hemos estado en lugares como Necoclí, Jambaló, San Carlos, Santander de Quilichao, Puerto Rico (Meta). En esos sitios se hizo una movida muy interesante donde la letra de qué es la guerra y qué pasó con la guerra la hicieron los chicos, a eso se le puso música y volvimos a esos lugares con sus canciones con la conciencia de que estás dando una mano, estás acompañando un proceso. En esos lugares tan castigados tienen unas historias increíbles que les quedan pequeñas a Gabo y a Fellini, la realidad supera la ficción de una manera escalofriante.

Semana.com: Usted en febrero estuvo en La Habana y se entrevistó con las delegaciones de las FARC y el Gobierno. ¿Qué impresiones le quedaron sobre el proceso?

P: “¡Que se dejen de joder y que firmen!”, así respondí cuando me preguntaron antes de reunirme con ellos a una pregunta espontánea. ¿Qué más voy a esperar de esa mesa? Ya son tres años, son como hermanos, primos, cuñados, se ven todos los días. En los diálogos de San Vicente del Caguán estuve y charlé con las FARC y salí muy mal, muy decepcionado, vi una guerrilla muy dura y muy cerrada. Ahora, cuando fui a Cuba, iba incrédulo y la verdad es que me sorprendió, me pegó bien. Con quien más hablé fue con ‘Pablo Catatumbo’ y le creí y le entendí todo, lo vi con una actitud diferente y segura de firmar. Así están todos. Estoy convencido de que nunca hubo un momento más favorable para esta paz. 

Semana.com: De uno a 10, ¿qué tantas posibilidades de éxito le ve a los diálogos de paz?

P: Creo absolutamente. Estamos más cerca que nunca de lo que parece que se debería hacer con la paz. Si yo no tengo ese sueño, que es lo más lindo que tengo hoy, ¿qué me queda? Si miro atrás, hay un aburrimiento y una mediocridad terribles. Si uno lo cree, lo crea. Colombia no quiere más la guerra, Colombia quiere construir.

Semana.com: Ya van tres años de negociaciones y algunas personas empiezan a sentir el peso del tiempo. Hay escepticismo y preocupación. ¿El tiempo debe ser un elemento importante en este tipo de procesos?

P: Es que es mucho tiempo. Cortémosla y vayamos al grano, ellos lo han hecho con un miedo y una profundidad para no meter las patas y hacer un proceso lo más sólido posible, eso se entiende, pero siento que la guerra está pasando, no que viene.

Semana.com: Usted ha estado en puntos complejos, calientes, de la geografía colombiana y se ha acercado a la gente que ha vivido el conflicto. ¿Cree que el proceso de paz les va a cambiar la vida a ellos?

P.: Es un aprendizaje no de cero sino de -10. Colombia no tiene una historia de paz. Hubo tanta descomposición y tanta muerte, que si vos no acomodás esa paz socialmente no va a levantar vuelo.

Semana.com: Ahora hay una polarización muy fuerte. Personajes con mucho poder como el expresidente Álvaro Uribe y el procurador Ordóñez tienen serios reparos y han expuesto dudas profundas sobre los diálogos de paz. ¿Qué les diría a ellos?

P.: Me alucina un tipo como Uribe, que no está de acuerdo cómo se hace –la paz-, pero no tiene una forma mejor. Está en contra de la paz porque sí. Eso es lo que molesta y hace dudar a mucha gente. A mí me gustó mucho lo que le dijo ‘Timochenko’ a Uribe de calmarse, tomarse un café y hablar. Esa es mi postura. Muchos improvisan en decir que la paz no es posible con base a lo que un Uribe está ‘fogoneando’.

Foto: León Darío Peláez / SEMANA

Semana.com: Uno de sus mensajes es el “desarme de conciencias, palabras y corazones”. ¿Cómo lograrlo en una coyuntura tan compleja y después de un conflicto armado de más de cinco décadas?

P: Hay que ponerle imaginación al poder, al máximo. Hay que jugar con eso. En Medellín hicieron un desarme y con esas armas levantaron una paloma hermosa. Son ideas, son juegos que tenemos que priorizar. Hay muchos recursos para que la gente empiece a trabajar. La música siempre acompaña, la música no te hace la revolución pero te acompaña en la realidad. Es una bendición, si no fuera por la música, no nos salva ni Tarzán. 

Semana.com: Si se firma la paz, ¿cómo se imagina a Colombia en 10 años con las FARC desmovilizadas y haciendo política?

P: No va a ser el paraíso, pero va a estar robustecida. Va a ser más confiada, va a tomar fuerza. Esto no es fácil. Aquí habrá que empezar de cero pero tenemos una súper oportunidad para inventar la mejor paz; la más productiva, inteligente, afectiva, amorosa que se pueda hacer.

Semana.com: ¿Afuera de qué forma miran el proceso de paz colombiano?

P.: Nunca tuvimos tantos medios de difusión y nunca tuvimos tanta desinformación. Creo que en la región la mayoría no tiene idea de estas conversaciones.

Semana.com: Hablando de afuera, en su país –Argentina- hubo cambio de gobierno con un estilo completamente diferente, en Venezuela hay una crisis política compleja y en Brasil apartaron de su cargo a Dilma Rousseff. ¿A qué cree que se deba este mal momento de los gobiernos de izquierda en América Latina?

P.: No sé si es mal momento de la izquierda, creo que sólo es un mal momento. Y le pondría un título: El muerto se asusta del degollado. La izquierda y la derecha están ahí; la derecha te critica un montón de cosas y cuando juegan en la cancha, es peor el muerto que el degollado. Las dos partes son muy parecidas, son mediocres. Muy lindos los versos, pero después los hechos terminan en cosas espurias.