¡PILLAOS!
Golpe militar y político a las FARC por captura de gigantesco cargamento de armas.
La fresca brisa de enero se colaba por entre las apretadas calles del centro de Kingston. A las 3 de la madrugada del 5 de enero, tres colombianos, cuatro panameños y un británico, dormían plácidamente en el hotel Pegasus de la capital jamaiquina. No sospechaban que afuera, varios carros de policía se preparaban para cercar la manzana del hotel. Medio centenar de agentes fuertemente armados tuvieron todo listo antes del amanecer, entraron al hotel, presentaron sus credenciales y subieron a las habitaciones. Minutos después, todo estaba consumado. Los ocho hombres salieron del hotel, esposados, y fueron conducidos, con las primeras luces del amanecer, a los cuarteles del Ministerio de Seguridad Nacional en Kingston.
Era el desenlace de una historia que había comenzado un año antes, cuando en Amsterdam, Holanda, un traficante internacional de armas, David Michael Everleigh, británico nacionalizado en Panamá, adquirió un pequeño buque de cabotaje, el "Copacabana", de bandera panameña. Durante varias semanas, el navio fue sometido a una serie de reparaciones, para acondicionar su máquina y su bodega. Una vez terminadas las reparaciones, el "Copa cabana" fue utilizado durante varias semanas para transportar diversas cargas entre puertos europeos, antes de cumplir la misión para la cual Everleigh lo había adquirido. Se supone que el mismo Everleigh viajó en esos días a Portugal, en donde adelantó gestiones con la Industria Nacional de Defensa de Portugal, empresa del Estado portugués, que fabrica armas con licencia de diferentes casas europeas. El objetivo de sus gestiones era adquirir, para unos clientes colombianos, un importante cargamento de fusiles, ametralladoras morteros y munición.
Aunque las autoridades no han podido establecer la fecha exacta en que el negocio se cerró, ni la de la entrega efectiva de las armas, se sabe que a principios de diciembre, el "Copacabana" fue cargado con las diez toneladas de armas en el puerto de Setúbal, cerca de Lisboa. Para las autoridades portuguesas, todo pareció estar en regla. Se suponía que la mercancía iba destinada para la Dirección de Armamento de la Industria Militar colombiana. José Azevedo, un vocero de la Industria Nacional de Defensa de Portugal, en comunicación telefónica con SEMANA, se negó a dar mayores detalles sobre el asunto, pero confirmó que las armas fueron vendidas "porque todos los documentos presentados estaban en regla".
El hecho es que el "Copacabana" y su carga, llegaron el 22 de diciembre al puerto de Kingston, donde declararon ante las autoridades de la Aduana jamaiquina, que el cargamento iba con destino al Ministerio de Defensa colombiano. Asi pretendían corroborarlo los documentos que presentaron. Debido al destino y tipo de la carga, las autoridades de la isla caribeña decidieron almacenarla en bodegas oficiales y brindarle la custodia del caso.
VUELO FRUSTRADO
Todo parecía marchar sobre ruedas para los responsables de la carga, algunos de los cuales se habían hecho pasar como funcionarios del gobierno colombiano. Con la tranquilidad que les daba que la Aduana jamaiquina se hubiera, aparentemente, "tragado el cuento", y posiblemente con la convicción de que el ambiente navideño hacia menos estrictos los controles los hombres se registraron en el Pegasus, en espera de iniciar la segunda etapa de la operación.
El protagonista central de este nuevo capitulo era un avión DC-6, parqueado en Miami, que la empresa Bluewater Ship Management, registrada en Panamá y cuyo representante legal era el mismo Everleigh, compró a la firma norteamericana Helicopters Service Inc., que curiosamente, en los últimos años, ha surtido de repuestos a la Armada y a la Fuerza Aérea Colombiana. Los planes para el avión eran, primero que todo, repararlo pues llevaba la friolera de diez años sin alzar el vuelo. En segundo lugar, matricularlo en Panamá, a nombre de una firma que, curiosamente, se llamaba Pegasus Airways, supuestamente panameña, pero que no aparece registrada en ese país. La misión que debía cumplir el avión era la de embarcar las armas en el aeropuerto de Kingston, para traerlas a Colombia y entregárselas a su verdadero destinatario final, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.
Pero esto nunca llegó a suceder.
Los problemas para los responsables de la carga comenzaron pocos dias después de su llegada a Kingston. Los encargados de matricular el avión ante las autoridades panameñas, fracasaron en su intento de llevar a Miami a funcionarios de la Aeronáutica Civil panameña, que debían inspeccionar y darle el visto bueno a la aeronave, para otorgarle la matricula.
Mientras tanto, en Kingston, la carga comenzó a despertar sospechas entre las autoridades jamaiquinas, que no entendían cómo un cargamento de armas del gobierno colombiano, estaba esperando la llegada de un avión privado, para ser transportadas a su destino final. Fue entonces cuando, en una nueva revisión de los documentos y según declaraciones de Errol Anderson, ministro de Seguridad Nacional de Jamaica, se comenzó a destapar la olla. "Lo único que no pudieron falsificar los contrabandistas de armas fueron los sellos de destino final-elementos indispensables cuando de comercio internacional legal de armas se trata-que están elaborados en alto relieve y en tinta invisible. Las planillas, extrañamente, eran legítimas, pero los sellos de seguridad eran falsos. Por esta razón, las armas estuvieron a punto de pasar la requisa de la Aduana, pero en el momento de revisarse los documentos en la prueba de seguridad, mediante el tintado invisible, no alumbraron los sellos de destino final" .
Ante las inquietudes que despertaba el cargamento, los jamaiquinos resolvieron curarse en salud. Funcionarios oficiales se comunicaron telefónicamente con el Ministerio de Defensa en Bogotá, para verificar que en efecto el gobierno colombiano estaba esperando un cargamento de armas proveniente de Portugal, vía Jamaica. Según las declaraciones de Anderson, Colombia confirmó que "el certificado de destino final, que identificaba al Gobierno colombiano como propietario, era falso".
Los investigadores jamaiquinos comprendieron que se enfrentaban a algo grande. Como sabían que los responsables de la carga estaban esperando un avión para enviar las armas a Colombia, asumieron que el grupo involucrado en el contrabando no estaba completo, y que lo estara cuando el avión llegara. Mientras tanto, dos agentes de inteligencia militar del Ejército colombiano, llegaron a Kingston. Días después, el 4 de enero, llegaron también cuatro hombres más que se registraron en el hotel Pegasus y entraron en contacto con los responsables de la carga. Las autoridades jamaiquinas creyeron que el grupo estaba completo, y decidieron que habia llegado la hora de la captura, que en efecto se produjo en la madrugada del día siguiente.
EL DESTAPE
Llegó también la hora de abrir el container con el cargamento, lo que los jamaiquinos hicieron el 5 de enero en la tarde, en presencia de los agentes colombianos. El descubrimiento fue impresionante:
-Mil fusiles G-3 A-3, con mil proveedores, calibre 7.62
-250 ametralladoras HK-21, calibre 7.62.
-10 morteros tipo comando, de 60 mm.
-600 granadas, para los morteros.
Todo este armamento fue fabricado por la industria militar portuguesa, bajo licencia de la firma alemana Hockler und Koch. El 6 de enero, un Hércules C-130 de la FAC despegó del aeropuerto de Jamaica, después de que tanto la carga, como los tres colombianos detenidos, fueran entregados a los agentes colombianos por el gobierno de la isla, y fueran embarcados en la nave rumbo a Bogotá. Mientras tanto, los demás detenidos eran deportados: los cuatro panameños a su país y el británico a Londres.
Los tres colombianos, Alvaro E. Benavides, Hernán Dario Velásquez y Ulises González Mesa, que fueron interrogados por las autoridades jamaiquinas el 5 y el 6, dijeron que las armas estaban destinadas a las FARC .
Según el comunicado del ministro Anderson, "el interrogatorio reveló que el embarque de armas fue pagado con envíos de cocaína a Europa. Jamaica fue escogida para el trasbordo de las armas, porque iba a ser usada en el futuro para el tráfico de cocaína a Europa y de más armas a Colombia". Anderson agregó que "el certificado de destino final registraba un número tres veces mayor de armas de las encontradas en el container en Kingston. Se dedujo que las dos terceras partes aún no habían sido embarcadas e iban a seguir la misma ruta, si el primer envío pasaba exitosamente".
El martes 10 en la tarde, las armas fueron finalmente presentadas, en una bodega de Catam y bajo máximas medidaa de seguridad, a la prensa nacional e internacional. El ministro de Defensa, general Manuel Jaime Guerrero Paz, basado en la información obtenida por los jamaiquinos sobre el destino del cargamento, cuestionó la seriedad de las propuestas de paz y la tregua unilateral anunciadas por las FARC hace algunas semanas, como respuesta al plan de paz sugerido por el ex ministro conservador Alvaro Leyna Durán .
LOS INTERROGANTES
A pesar de la forma profusa como la opinión pública fué informada la semana pasada sobre lo sucedido, la complejidad de la historia y la manera fragmentaria como muchas de sus partes fueron dadas a conocer, día a día, a medida que se conocían nuesos detalles, dejaban, al final de la semana, numerosos interrogantes.
El primero de ellos fue sin duda el que mayores polémicas despertó ¿eran las armas efectivamente para las FARC"? La discusión se inició después de que el jefe máximo de esa agrupación guerrillera, Jacobo Arenas, declaró por radioteléfono el martes en la tarde, al noticiero TV Hoy y al diario La Prensa, ambos medios vinculados al ex presidente Misael Pastrana Borrero, que "las armas no son de las FARC (...) Todo es un novelón. Ese mismo día, el comandante del Ejército, general Nelson Mejia Henao, dijo a los periodistas reunidos en la base de Catam que le preguntaron sobre las declaraciones de Arenas "Ese es un viejo loco" y con respecto al destino de las armas, irónicamente respondió "No son precisamente para los boy-scouts, o los bomberos de Sevilla".
Pero el debate no paró allí. En un sorprendente editorial, La Prensa del miércoles 11, cuestionó la veracidad de la versión que sobre el destino de las armas había dado el ministro de Defensa el día anterior "El señor ministro de Defensa ha optado por jugar con las angustias de una nación desgarrada. Ha preferido mostrar unas armas sin aclarar con pruevas su destino. El señor ministro para un periodista que se respete ha sido una fuente dudosa al afirmar que las armas son de las FARC. No ha aclarado las conexiones posibles de las armas con el narcotráfico. Ha sembrado la duda sobre una agrupación que ha expresado su voluntad de paz.
El viernes 13, el columnista de El Tiempo Roberto Posada, D'Ariagnan, metió baza en el asunto "Sin duda son tan serios los cargos formulados por el ministro (de Defensa) contra las FARC, como los que hace la Prensa de los Pastrana contra el ministro. Por que es apenas obvio suponer que semejante escándalo tiene un fundamento no divulgable por razones de Estado, pero suficientemente sólido par sindicar a las FARC como directas beneficiarias de la consecución y envio de arsenal".
Para resolver estos interrogantes hay que dejar en claro, primero, de dónde surgió en primera instancia la sersión de que, efectivamente, las armas iban con destino a las FARC. No fue ni mucho menos producto de la imaginación del general Guerrero, sino una declaración de uno de los tres colombianos detenidos en Jamaica, quien aseguró a las autoridades de la isla que las armas eran para las FARC Adicionalmente a esto, los tres detenidos, según la información que SEMANA pudo confirmar con fuentes conocedoras de las intimidades de ese movimiento guerrillero, estarían vinculados con las FARC. Pero si todavía esto no es suficiente queda la pregunta de qué otra organización en el pais, diferente de las FARC, está en capacidad de adquirir y utilizar un arsenal de estas proporciones.
El segundo interrogante tiene que ver con la forma de pago de las armas. Según el ministro jamaiquino Anderson, uno de los tres colombianos interrogados aseguró que se había pagado la carga con envios de cocaína a Europa. A partir de ahí, El Tiempo y El Espectador, basados en cables internacionales, vincularon el embarque con el Cartel de Medellín y llegaron incluso a decir que uno de los detenidos era un piloto al servicio de Pablo Escobar. Esto último no sólo no se ha confirmado, sino que lo que parece estar claro es que ninguno de los tres colombianos detenidos en Jamaica es piloto. Pero ademas de esto, una cosa es que el embarque haya sido pagado con cocaina, para lo cual hay una base en las declaraciones de uno de los colombianos detenidos en Kingston, y otra cosa muy distinta es demostrar que esa coca sea del Cartel de Medellin. Sobre todo si se tienen en cuenta dos razones: en primer lugar, que el Cartel de Medellín y las FARC, lejos de estar aliados, son enemigos a muerte en la actualidad como parecen demostrarlo las investigaciones sobre el asesinato de Jaime Pardo Leal y sobre algunas de las masacres de campesinos el año pasado; en segundo lugar, que en estos momentos, hay suficientes datos para asegurar que las FARC se han constituido prácticamente en el tercer cartel de la cocaína del país, con susextensos sembrados y sus gigantescos laboratorios en las selvas del suroriente del país.
Vinculado con el interrogante anterior. está el de cuánto vale realmente el cargamento. Inicialmente se habló de una suma cercana a los 8 millones de dólares. Sin embargo, SEMANA pudo establecer en diálogo con funcionarios del Ministerio de Seguridad en Kingston, que esta cifra puede ser el resultado de una confusión. En su rueda de prensa, el ministro jamaiquino Anderson, valoró la carga en 8 millones de dólares jamaiquinos y no americanos. La conversión de esta suma a dólares gringos daría una cifra cercana a los 2.6 millones de dólares de Estados Unidos, es decir, cerca de mil millones de pesos colombianos .
Pero el problema con estas últimas dos cifras, es que equivalen al valor comercial de esas armas en el mercado internacional. No incluye ni transporte, ni comisiones a los intermediarios que se supone deben haber sido altas por tratarse de una carga ilegal-, ni la colocación efectiva del arsenal en territorio colombiano controlado por las FARC. SEMANA consultó con fuentes militares y con personas versadas en la materia, y pudo establecer que esos items pueden llegar a duplicar o, incluso, triplicar el valor definitivo de la carga, lo que llevaría a calcular el precio del arsenal decomisado entre 5 y 7 millones de dólares.
Un cuarto interrogante no es menos importante. Se trata de establecer quién dio la clave para la captura del cargamento. En esto, las autoridades jamaiquinas no parecen muy de acuerdo con las colombianas. El relato del ministro Anderson a la prensa deja en claro que se trató de una labor de inteligencia de su país, y que la participación de los agentes colombianos solo se inició una vez el gobierno de Kingston quiso verificar con el Ministerio de Defensa colombiano la autenticidad de los documentos del embarque. Otra cosa muy distinta han asegurado las autoridades colombianas, que han hablado de que el exito de la operación se debió a una labor de inteligencia militar colombiana, con apoyo internacional que se habría iniciado en enero de 1988 cuando se habría establecido que las FARC iban a dar un golpe de grandes proporciones. Es posible que la verdad sobre esto nunca se sepa, pues está de por medio el orgullo de los organismos de seguridad de Colombia y de Jamaica.
Al final de la semana, surgió un último interrogante. Versiones de prensa afirmaron que un vocero de la industria militar portuguesa habría asegurado que, hace dos meses, ese país le vendió armas al gobierno colombiano. La versión fue negada por la Cancillería colombiana, así como por el embajador en Portugal, el ex ministro de Defensa, general (r) Miguel Vega Uribe. ¿Cómo se explica semejante desacuerdo? Es posible que, teniendo en cuenta que el frustrado cargamento que fue incautado en Kingston, había sido adquirido a la industria militar portuguesa a nombre del gobierno colombiano, la venta de la que ahora hablan los portugueses también haya sido a compradores que se hicieron pasar por funcionarios del gobierno colombiano, pero que en realidad podrian haber estado trabajando para las FARC. Si esto es asi lo grave es que podría concluirse que las FARC-o alguna otra organización ilegal-compró un arsenal que ya puede haber ingresado a territorio colombiano. -
SUENAN TIMBRES
Pero según las informaciones de la semana pasada, el golpe que recibieron las FARC no se limitó a la captura del cargamento de armas. También con base en una investigación de la Dirección de Policía Judicial de la Policía, Dijin, se realizaron cerca de 20 allanamientos en Bogotá, entre el domingo y el miércoles. La investigación de la Dijin se inició hace mas de año y medio y estaba destinada a descubrir y desvertebrar la célula de apoyo logístico a la red urbana de las FARC.
Todo comenzó en septiembre del 87, cuando los agentes secretos iniciaron un meticuloso seguimiento a Hernando Cadena, sobre quien pesaban sospechas de que cumplía misiones especiales entre el Secretariado de las FARC y su red urbana en Bogotá. La operación, conocida como "Ares", permitió establecer que el hombre clave con el que al parecer se entendía Cadena, era una especie de emisario y coordinador de las comunicaciones entre los distintos grupos de la Coordinadora Nacional Guerrillera. En un principio, se creyó que este hombre era Rodolfo González responsable internacional de las FARC. Sin embargo, SEMANA pudo establecer que en este punto, las autoridades pueden estar confundidas (ver recuadro).
Pero las confusiones no parecen parar en la identidad de González. A juzgar por algunos de los allanamientos de la semana pasada, pudo haber mucho ruido y pocas nueces. De 17 personas capturadas, el juez noveno de orden público, Vicente Rodriguez Ferro, después de oirlas en indagatoria, dejó en libertad a 5 de ellas.
Algunos de los allanamientos parecieron demostrar que, en ciertos casos, los organismos de inteligencia estaban dando palos de ciego. El caso más evidente es el allanamiento a la sede del Teatro La Candelaria, cuyos miembros han sido tradicionalmente asociados al partido comunista. El ridículo resultado de esta operación fue el decomiso de una escopeta y un casco de utilería, conocidos por todos los amantes del teatro que han visto la obra "Guadalupe, años sin cuenta", pues son utilizados por un soldado que aparece en escena. En términos concretos, lo único que las autoridades lograron con este allanamiento, fue despertar la protesta de vastos sectores de la opinión pública. El diario El Tiempo en su sección Cosas del Día del 11 de enero, recogió el sentimiento generalizado que el allanamiento a la sede del teatro causó entre la gente: "No entendemos, desde luego, que se hayan realizado allanamientos a la Corporación Colombiana de Teatro y al Teatro La Candelaria. Tratándose de entidades dedicadas a actividades culturales, es factible que acciones de esa naturaleza en nada contribuyan a liberarnos de la mala prensa". Pero el problema es mucho más que de mala prensa.
Un allanamiento como éste, que además se destacó por cierto nivel de violencia, cuestiona la seriedad de la investigación pues la hace aparecer más bien desenfocada.
Sin embargo, no todo en la operación "Ares" fue violento o torpe. Los demás allanamientos se hicieron sin atropellos, y la información recopilada a lo largo del año y medio de investigaciones, logró identificar como el segundo hombre de importancia de la red de apoyo logístico de las FARC a Alvaro Eduardo Benavides, uno de los tres colombianos detenidos en Jamaica.
GOLPE CONTUNDENTE
Al final de la semana llegaba la hora de hacer un balance sobre las implicaciones que el golpe tenia para las FARC y para el futuro mismo de la paz o de la guerra en Colombia. En lo referente a la agrupación guerrillera, era necesario evaluar el golpe desde dos puntos de vista: el militar y el político .
En el terreno militar, el golpe es indiscutible. Para tener una idea de lo que significa capturar un arsenal de las dimensiones del descubierto en Jamaica, es bueno citar una frase que según pudo establecer SEMANA, el jefe del M-19 Carlos Pizarro le dijo a algunos de los asistentes a la firma del acuerdo entre ese grupo y el gobierno la semana pasada en las montañas del Tolima. Pizarro al ser enterado de la retención del cargamento y de la cantidad de armas y municiones, dijo que, en su opinión, si el armamento en cuestión hubiera llegado al país a manos de un grupo guerrillero, hubiera podido cambiar la correlación de fuerzas con las Fuerzas Armadas.
Para confirmar lo anterior, aunque se calcula que las FARC cuentan con más de 5 mil hombres, la realidad según distintas fuentes es que, de ese total, apenas unos 3 mil están adecuadamente armados. Haber armado a mil más, sin contar con las ametralladoras y los morteros, hubiera significado aumentar el pie de fuerza real de ese grupo en un 33%.
Pero para las FARC, el golpe militar no se limita a la pérdida de las armas sino al hecho aún más grave para ellos, de que esas armas, adquiridas con dinero de las FARC, quedaron ahora en manos del Ejército que, de seguro, las utilizará para combatirlas con las implicaciones no sólo militares sino morales que conlleva.
Si el golpe militar que permitió desbaratar lo que según la inteligencia del Ejército, las FARC habían bautizada como "golpe contundente", fue, ese sí, contundente, el golpe político que los hombres de Jacobo Arenas han recibido también es de grandes proporciones. Una vez más han quedado en evidencia la doble moral y la mala fe de las FARC, que mientras por un lado hablaban de tregua y de paz, por el otro se estaban preparando para hacerse al arsenal más grande de que se tenga noticia, después del que intentó introducir el M-19 con el Karina y el avión de Aeropesca que aterrizó en el rio Orteguaza en el Caquetá. Por la credibilidad de las FARC, y en especial por la de Arenas, nadie da hoy un peso. En menos de ocho meses, el jefe de las FARC ha sido "pillao" en dos grandes mentiras: a mediados del año pasado, aseguró que ningún grupo de la Coordinadora Guerrillera había secuestrado a Alvaro Gómez; y la semana pasada, a pesar de la evidencia en su contra tuvo la osadia de negar que las armas tueran para su grupo.
Pero esto último no sólo tiene graves implicaciones para las FARC, sino también para el maltrecho proceso de paz. Dificil le va quedar a este gobierno iniciar cualquier contacto con la más antigua y grande de las guerrillas colombianas. ¿Cómo sentarse a negociar con un grupo que se ha caracterizado en los últimos años por hechos de guerra mucho más que por gestos de paz, y cuya palabra nunca como ahora ha estado más puesta en tela de juicio? Tratando sin embargo de rescatar del ahogado el sombrero, se podría pensar que esta doble derrota militar y política pueda bajarle los humos a la agrupación guerrillera que con mas ferocidad ha atacado en los últimos meses.
El ejemplo de lo que acaba de suceder con el M-19, demuestra que es mucho más fácil negociar con una guerrilla duramente golpeada, que con una envalentonada. Sin embargo, es muy posible que este golpe no sea aún definitivo para convencer a las FARC de que la guerra no puede seguir siendo el camino.
EL HOMBRE CLAVE
En los episodios posteriores a la captura del cargamento de armas en Jamaica, los servicios secretos de la Policia sacaron a flote un nombre: Rodolfo González Castro. Según las investigaciones, se trataba del cerebro de la operación "Golpe Contundente", nombre que habrían dado las FARC a la compra de las armas. Este hombre se desplazaba permanentemente hacia Panamá y otros paises centroamericanos, con el alias del " flaco Jaime", utilizando los nombres de Tomás Ramirez, Jaime Ramírez, Daniel Jaramillo o Leonardo Jiménez. De acuerdo con la versión de los organismos de seguridad, González Castro se encargó directamente de negociar un avión y un radar, y de enviar equipos de radiotransmisión para las comunicaciones de la red urbana de las FARC.
Las autoridades dieron a conocer una foto de Rodolfo González. Sin embargo, SEMANA estableció que a pesar de que la foto corresponde a un miembro de las FARC encargado de hacer los contactos entre las diferentes organizaciones de la Coordinadora Guerrillera, ese hombre no es Rodolfo González. Y aunque es probable que el verdadero Rodolfo González haya participado en la operación del embarque de armas, ya que es el responsable internacional de las FARC y como tal fue uno de los asistentes a la cumbre celebrada en Panamá con motivo de las negociaciones en el secuestro de Alvaro Gómez, lo que es un hecho es que las autoridades están despistadas, y que si lo siguen buscando en con esa foto, no lo encuentran nunca. -