NACIÓN

Los autogoles del No que celebra el Sí

Al igual que sus rivales, los estrategas de la campaña a favor de aprobar los acuerdos en el plebiscito se han beneficiado por errores del equipo contrario. Estos han sido los más notables.

8 de septiembre de 2016
Expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana. | Foto: Archivo particular

A la campaña del No le han caído del cielo noticias inesperadas de un gran valor estratégico. Metidas de pata verbales del presidente Santos, la controvertida suspensión del procurador Ordoñez, decisiones judiciales. Con ellas ha ganado puntos sin haberlos buscado. Pero aunque muchos analistas consideran que, hasta ahora, la suerte ha sido más generosa con la oposición a Santos que con el Sí a los acuerdos de La Habana, estos últimos también han tenido sorpresas que les han alegrado la vida, y que no han sido construidas ni previstas por ninguno de sus cuantiosos asesores en mercadotecnia. Son frutos del azar o de deslices de la contraparte. 

El ex procurador Alejandro Ordoñez fue la causa del último de ellos. Su breve discurso para acatar la decisión del Consejo de Estado tenía todo para ser un torpedo contra el Sí. Y de alguna manera lo fue, al sumar al ex procurador a la lista de perseguidos por la justicia, un argumento que ha sido rentable para los uribistas. Sin embargo, decir que su destitución fue el cumplimiento del “primer pacto de La Habana” fue tan exagerado e irreal que le quitó fuerza a la que pudo ser la intervención pública más importante en la vida de Alejandro Ordóñez: tenía encima el foco de todos los medios en horario prime y en directo, y contaba con la solidaridad que generan las decisiones de la justicia contra una persona que tiene imagen de polémico pero no de criminal. Gustavo Petro –destituido precisamente por Ordoñez de la alcaldía de Bogotá- ya demostró el rédito político que se puede obtener con una camiseta de víctima y de perseguido por una sanción.

Pero Ordoñez se equivocó al señalar a Timochenko –o a los acuerdos de paz- como causante de su destitución: en vez de víctima, quedó como radical, resentido y, definitivamente, alejado de la realidad. No por coincidencia, el Gobierno salió de inmediato a desmentir la versión y a cobrar la metida de pata.

A los estrategas del Sí también les ha caído como anillo al dedo la controversia que se ha generado en el pastranismo en torno al proceso de paz. El expresidente Andrés Pastrana ha asumido una posición vehemente en contra, promulgada con un discurso –y muchas cartas- de tono crítico contra el presidente Santos y contra las FARC. Aunque el palacio de Nariño preferiría contar con Pastrana en la alineación del Sí, que su posición actual sea tan diferente a la que defendió cuando estaba en el poder ha abierto grietas en el pastranismo. Miembros del equipo que trabajó en el proceso del Caguán se han convertido en críticos de su antiguo jefe. Gonzalo De Francisco, en una carta pública, considera que Andrés hoy se opone a lo que antes defendió. Y ese fuego amigo les permite a los francotiradores del Sí dejar que sus rivales se debiliten entre sí y, de paso, apuntar con sus municiones hacia otros blancos. 

De hecho, la coincidencia de posiciones entre Pastrana y Álvaro Uribe –registrada con una reunión, selfie y video-  ha causado beneplácito en el campo del Sí. Pues mientras Uribe es el más popular de los exmandatarios colombianos, Pastrana es uno de los que tiene peor imagen. La fotografía de los dos no suma, sino resta, según los cálculos de los estrategas del Sí. Y no han movido un dedo para lograrlo. 

Hay una lista menor, pero larga, de acciones que sin presión alguna han hecho los partidarios del No. El meme falso en el que aparecía el cantante Juanes con una pancarta por el No, rebotó como un bumerán en favor del Sí. Las exageraciones de Pacho Santos y Paloma Valencia –han llegado a decir que Colombia es igual a Venezuela- debilitan la credibilidad de su campaña. La pelea entre la excandidata del partido conservador Marta Lucía Ramírez y el actual director de esa colectividad David Barguil –pupilo de ella-, le quita fuerza al discurso de ambos.

Pero nada tan bienvenido, en el campo del Sí, como la columna de María Isabel Rueda en El Tiempo del domingo pasado, en la que invitó a votar por el Sí. Incluyó un resumen breve de los múltiples cuestionamientos que le ha hecho, durante largos meses, al proceso de paz. Pero concluyó que, al final, optaría por el Sí. Una posición que les molesta a los entusiastas que apoyan el acuerdo con las FARC pero que pone a pensar a una masa amplia de votantes a quienes les gusta que se acabe la guerra pero les molesta pagar un precio alto para lograr esa meta. En las diversas campañas por el Sí no ha habido un llamado tan eficaz, en su favor, como el que hizo María Isabel. El valor estratégico es tan grande –para la causa que promueve el gobierno- que el propio expresidente César Gaviria la mencionó en entrevistas de radio en los últimos días. Y nadie hizo nada para lograr este gol. Más aún, nadie lo esperaba y hasta es probable que el círculo íntimo de Santos se haya perdido una enorme satisfacción por no haber leído la columna de la aguerrida opositora. 

A cuatro semanas del plebiscito, las campañas por el Sí no tienen mucho que mostrar en términos de logros estratégicos o de golpes publicitarios (distintos, desde luego, a las múltiples firmas de acuerdos con las FARC). Por ahora, como la Selección Colombia en el primer tiempo del partido con Brasil, las mayores satisfacciones han sido producidas por autogoles del equipo contrario.