POLÍTICA
Todos contra Germán Vargas Lleras
La eventual alianza entre La U, los liberales y los conservadores es el primer paso en la alineación de fuerzas para la campaña presidencial de 2018.
El vicepresidente Germán Vargas no para de recibir mensajes de ministros, alcaldes, congresistas, presidentes de partidos y gobernadores, que le desean recuperarse pronto de la cirugía que le practicaron en enero para quitarle un meningioma benigno del cerebro.
Pero una cosa son las expresiones de solidaridad que generan los temas de salud y otra la manera como se mueven los hilos del poder. Durante el mes que Vargas ha estado en recuperación, varios sectores políticos han realizado reuniones para redefinir estratégicamente una nueva coalición de gobierno, esta vez alrededor de la paz. En por lo menos tres encuentros realizados este año entre el liberalismo, el Partido Conservador y La U han promovido una reorganización de la Unidad Nacional.
El último de estos encuentros tuvo lugar en un almuerzo convocado en la casa del expresidente César Gaviria hace diez días, al que asistieron tres parlamentarios que hoy cuentan con un importante liderazgo político: el copresidente del Partido Liberal, Horacio Serpa, el presidente del Partido Conservador, David Barguil, y el presidente de La U, Roy Barreras. Del almuerzo salieron dos iniciativas concretas: primero, los tres partidos anunciarán una ‘Unidad por la Paz’, una especie de coalición para respaldar los acuerdos de La Habana y promover el voto por el Sí en la refrendación vía referendo que busca convocar el gobierno. Segundo, de cara a las elecciones de 2018, aunque cada uno afirma que tendrá candidato presidencial propio, buscarán que los candidatos expresen un compromiso con el desarrollo institucional que requiere el posconflicto. Y es que desde ya, dicen, buscan abonar el terreno para eventuales alianzas que les permitan, en dos años, ganarle al candidato que privilegie la ‘mano dura’ sobre la sostenibilidad de los acuerdos.
Para Gaviria, Serpa, Barguil, y Barreras, el candidato de la mano dura tiene nombre propio: Germán Vargas. En esta certeza se basan para justificar por qué no han invitado a sus encuentros a nadie de Cambio Radical, el partido del vicepresidente. “Vargas representa banderas diferentes a las que han promovido el proceso de La Habana. Existe un malestar entre quienes hemos apoyado la paz, y consideramos que él no se ha casado con ella. Él simboliza la mano dura”, afirma Barreras.
La declaración de Barreras reitera lo dicho por Horacio Serpa en una columna de septiembre de 2015, en la que lo calificaba de audaz en la entrega de viviendas gratuitas y obras de infraestructura, pero de ‘poco comprometido’ con los diálogos entre el gobierno y las Farc: “El doctor Germán Vargas Lleras no participa en nada relacionado con el proceso de paz. No opina nada. No le interesa; no dice ni mu. Tampoco deja participar a los suyos”, escribió en su portal olapolítica.com.
Los anuncios sobre la nueva coalición partidista, y los encuentros para lograrla con el argumento de la defensa de la paz han caído mal en las filas de Cambio Radical, donde los han interpretado como el resultado de un esfuerzo para debilitar a Vargas. Rodrigo Lara, presidente de Cambio, expresó a SEMANA este malestar: “No consideramos que la paz deba ser utilizada como bandera política por ningún motivo. Por eso, vemos que la reunión de Gaviria con los presidentes de partidos disimula un deleznable propósito burocrático excusado en la paz”, dijo, al tiempo que señaló que con esta coalición, La U, los liberales y los conservadores buscan presionar al presidente Santos para obtener mayor representación en el gobierno.
Desde que Vargas ejerció la cartera de Vivienda en el primer gobierno de Santos, un sector parlamentario siente que Cambio Radical ha tenido una burocracia exagerada. Entre las entidades que se le adjudican al vicepresidente están el Ministerio de Vivienda, el de Transporte, Findeter, el Fondo Nacional del Ahorro, la Superintendencia de Salud y el Sena.
Pero los argumentos sobre el apetito burocrático del vicepresidente, su papel protagónico en la política de vivienda e infraestructura y su perfil de mano dura son los vértices de una triangulación estratégica entre los partidos que, sin ser de oposición, tienen claro que enfrentar a Vargas en 2018 no será fácil. No en vano, además de que es el único político que con certeza se perfila como candidato, en las elecciones de 2015 consolidó un poder inesperado en las regiones, que lo ubicó en la pole position de la carrera presidencial. Si bien Cambio Radical no tuvo la mayor cantidad de votos, logró consolidar su poder en la costa Caribe –un territorio tradicionalmente liberal–; duplicó la votación frente al mismo proceso electoral en 2011 y se adjudicó haber logrado la joya de la corona: la Alcaldía de Bogotá.
Lograr esos resultados electorales también profundizó las fisuras entre Cambio y sus antiguos aliados de la Unidad Nacional. En La U señalan que el partido de Vargas le quitó su apoyo a última hora a los candidatos a la gobernación que inicialmente compartieron en Córdoba, Santander y Boyacá, mientras los liberales argumentan que el apoyo de Cambio a la candidatura de Enrique Peñalosa sobre la de Rafael Pardo resultó de un viraje de última hora que se debió a un cálculo electoral que Vargas aplicó en todo el país. Como por esos días tomó fuerza la idea de la candidatura de Humberto de la Calle por el Partido Liberal, Vargas habría decidido romper alianzas en las elecciones locales y fortalecer su propia plataforma partidista de cara a las elecciones de 2018.
A las prevenciones que generó el poder regional de Cambio Radical en los partidos fundadores de la llamada Unidad Nacional, se sumaron los señalamientos del liberalismo de que los 6,5 billones de pesos resultantes de la venta de Isagén beneficiarían la campaña presidencial de Vargas al estar destinados a las vías de Cuarta Generación, un proyecto bandera del vicepresidente.
Falta poco más de un año para la fecha en que Vargas debería renunciar si quiere ser candidato presidencial. La política se hace con puestos y con discursos, y de aquí a entonces es previsible que se caliente el enfrentamiento entre Cambio Radical con La U, los liberales y los conservadores. El presidente Santos y el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, celebrarán el martes una reunión con todos los partidos, menos el Centro Democrático, para alentar la ‘Unidad por la Paz’. De su capacidad de maniobra dependerá la posibilidad de mantener la unidad legislativa que, en la práctica, le ha permitido al gobierno sacar adelante sus proyectos.