PROCESO DE PAZ

¿Qué tiene embolatada la firma del acuerdo?

Aunque ya se acordaron cuatro de los seis puntos de la agenda, el monstruo se les creció a los negociadores. La discusión avanza con cuatro frentes sensibles: zonas de concentración, cese al fuego, armas y plebiscito.

23 de marzo de 2016
| Foto: Archivo particular

La madeja se enredó en la recta final. Cuando se creía que el Gobierno y las FARC habían conquistado el ‘corazón’ del acuerdo, el quinto punto, que hace referencia a las víctimas, el proceso perdió ritmo y entorpeció la posibilidad de que este 23 de marzo se selle el fin del conflicto.

Tras 1.251 días, a las conversaciones en La Habana les llegó la hora. Este miércoles no sólo se conocerá el nuevo camino por el que transitarán los negociadores para firmar lo más pronto posible el acuerdo final, sino que encienden motores para acelerar la construcción del tercer punto de la agenda.

Empieza la prueba de fuego cuando la expectativa de los colombianos ante la negociación disminuye. A pesar de que las partes tienen control sobre cuatro de los seis puntos de la agenda –agrario, participación política, drogas y victimas–, hay otros frentes que han alargado la discusión: zonas de concentración, reglas para la verificación del cese al fuego, armas y plebiscito.

Una vez vencido el plazo que habían fijado Juan Manuel Santos y el jefe de esta guerrilla, ‘Timochenko’, el pasado 23 de septiembre, a las partes ahora les queda recobrar un ritmo mucho más ágil si es que es verdad que se puede llegar a un acuerdo final antes de que termine el 2016.

Marcar el principio del fin de la guerra resultó más difícil de lo que se creía. Tres proyectos que puso a andar la Subcomisión del fin del conflicto fueron un buen termómetro de lo fructíferos que resultaban los encuentros entre militares y guerrilleros, pero las cosas no salieron a pedir de boca.

Como se sabe, desde hace un año la mesa creó la subcomisión para avanzar en el diseño del cese al fuego y la dejación de armas. El grupo de delegados presentó el pasado 23 de enero, formalmente, un documento del trabajo de estos meses. Sin embargo, para los negociadores del Gobierno ese documento no era un acuerdo sino un intercambio, pues los acuerdos emanan exclusivamente de la mesa.

Las FARC se llevaron una gran sorpresa. Lo que por meses se había discutido seguía sujeto a cambios. Y apenas empezaba el pulso en la mesa central que fija los parámetros de cada acuerdo. No es para menos. El tercer punto de la agenda, que abarca, entre otras cosas, el cese al fuego y el desarme, la desmovilización y la reintegración (DDR) de los guerrilleros a la vida civil, es crucial para el éxito de cualquier negociación.  

Aún más, en el caso colombiano enfrenta poderosas reticencias en la sociedad y toca los sistemas político y social. De ahí que el episodio de proselitismo armado que protagonizaron ‘Iván Márquez’, ‘Jesús Santrich’ y ‘Joaquín Gómez’ terminara siendo un revés a la confianza que durante más de tres años habían construido las partes. Lo que pasó en Conejo (La Guajira) revivió los temores de lo sucedido en el Caguán.

El problema fue que a medida que pasaba el tiempo, la bola de nieve que enfrió la negociación se fue haciendo más grande y el impacto directo lo tuvo el cronograma de la agenda. Por si no fuera suficiente lo que pasó en La Guajira, las diferencias en el trabajo de la subcomisión que encabezaban el general Javier Flórez y el jefe guerrillero ‘Carlos Antonio Lozada’ postergaron más la discusión.

Cuando se cumple el plazo perentorio fijado por el presidente Santos, estas son las asignaturas pendientes del Gobierno y las FARC que impidieron que este 23 de marzo se firmara el acuerdo final, o por lo menos, se delinearan la hoja de ruta y las reglas del juego del cese al fuego y de hostilidades.

Armas

El Gobierno considera que la rebelión termina con la dejación definitiva de armas y, por consiguiente, cree que las órdenes de captura sólo se levantarán en ese momento y no cuando se firme el acuerdo final o cuando se dejen en un depósito. Para la guerrilla, esto debería ocurrir una vez firmado el acuerdo final.

Zonas de concentración

Además de la marcada diferencia por cuenta del número de zonas de ubicación, para el Gobierno no deben estar en medio de la población civil, o si esto llega a ocurrir, debe haber una Policía comunitaria. A juicio de las FARC, lo que los delegados del Gobierno quieren con una medida con estas características es poner a la ONU como su policía.

Reglas del juego para la verificación

Una vez localizados en estas zonas de ubicación, sólo podrán salir los voceros excepcionalmente y para actividades aprobadas por el Estado. Bajo esos términos, las FARC ven poco viable la propuesta, pues, según han dicho, serían “cárceles a cielo abierto”.

Los tiempos entre las partes no cuadran. La amnistía, el indulto y la reintegración sólo empezarán cuando las FARC hayan dejado las armas de manera definitiva. Es decir, para el Gobierno el hito fundamental es la dejación de armas, pues de lo contrario considera que se crearía una zona de confort donde la guerrilla recibiría beneficios sin una dejación definitiva.

Algo que el Gobierno considera un error de procesos de paz anteriores, como la tregua de los años 80.

Refrendación

El duro pulso sobre si debe ser un plebiscito, como quiere el Gobierno, o una constituyente, como plantean las FARC, sigue zanjando las diferencias entre los negociadores. Aunque la primera propuesta ya hizo carrera en el Congreso, el presidente Juan Manuel Santos sigue chocando con esa guerrilla y sigue estando en vilo la manera como se refrendarán los acuerdos a los que llegue la negociación.