ORDEN PÚBLICO

Así murió 'Bigotes', uno de los asesinos de Carlos Castaño

Era uno de los hombres con más poder y de más confianza de alias 'Otoniel', jefe del Clan del Golfo. En una fiesta fue abatido por los Comandos Especializados en Operaciones de la Policía.

16 de marzo de 2017
| Foto: Fotomontaje SEMANA


Este jueves, cuando fue dado de baja Fernando Oquendo Estrada, alias ‘Ramiro Bigotes‘, vino a la mente de los agentes de la Policía el nombre del exjefe paramilitar Carlos Castaño Gil. 

Y es que ‘Bigotes’ fue uno de los 20 hombres convocados por Vicente Castaño para ayudar a asesinar a su hermano. Lo eligió entre una legión de paramilitares dispuestos a obedecer y a matar.

Sobre el 16 de abril del 2006, el día de la muerte de Carlos, aún perviven varias versiones. Está la de Jesús Ignacio Roldán, alias ‘Monoleche’, quien se atribuyó el crimen cuando ya era un desmovilizado. Después Elkin Casarrubia Posada, alias el ‘Cura’, contó otra historia en versión libre.

Según él, hubo varios intentos frustrados y sólo acertaron en medio de una casualidad. Encontraron a Castaño refugiado en un pequeño rancho mientras andaban con la excusa de buscar a unos campesinos que estaban quemando bosque. “Allí, recostado en una silla contra la pared, Carlos Castaño nos preguntaba qué estaba pasando y ‘Móvil Cinco‘ le hacía varios reclamos. Cuando Castaño insistió en que lo llevaran donde su hermano, ‘Móvil Cinco‘ le disparó y lo mató”, dijo el ‘Cura’.

Lo que sí se sabe es que ‘Ramiro’ participó en el asesinato y fue condenado a 40 años de prisión. Este hombre no era ningún novato. Aprendió de doctrina militar y manejo de armamento en las FARC y, paradójicamente, después se dedicó a tratar de exterminarlas. En el 2000 fue cabecilla del frente La Buitrera, que perteneció al recién creado Bloque Calima de las AUC.

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Ese bloque se expandió por todo el Valle del Cauca y se mantuvo a punta de ‘vacunas’ y aportes que daban comerciantes, ganaderos y del impuesto de gramaje al narcotráfico. Quienes se negaban a pagar eran amenazados o exterminados.

Después de que las AUC se extinguieron, ‘Bigotes’ se desmovilizó, pero siguió en el ‘negocio’. Se unió a Daniel Rendón, alias ‘Don Mario’; comandó sus estructuras armadas; era el encargado de custodiar los cultivos ilícitos y cobrar extorsiones. Y cuando ‘Don Mario’ fue capturado, ‘Bigotes’ siguió adaptándose, él sabía estar al lado del árbol que da mejor sombra.

Fue llamado por los hermanos Úsuga, quienes reestructuraron la organización criminal, e hizo parte de los ‘Urabeños’, también conocidos como ‘Clan del Golfo’. Allí llegó a convertirse en el hombre de confianza de Darío Antonio Úsuga, alias ‘Otoniel’.

Con 45 años tenía seis órdenes de captura, más de 1.300 hombres bajo su mando y la responsabilidad de “garantizar la seguridad en la zona donde se encuentra alias ‘Otoniel’ y el ‘Indio’. Infundía terror en Turbo y San Pedro de Urabá en Antioquia, y en Valencia y Montería en Córdoba. ‘Bigotes’ era el cabecilla de la estructura ‘Central de Urabá‘”.

En los últimos años tenía a las autoridades respirándole en la nuca. Desde el 2015 hasta su neutralización hubo diez operaciones. Pero sólo en medio de la operación Agamenón, así como el mítico guerrero, lo lograron.

‘Bigotes’ fue encontrado en una de sus típicas fiestas llenas de mujeres y licor, que no podía ser otro que whisky Buchanan’s 18 años. Tras una larga investigación por parte de la Dirección de Policía Judicial e Interpol (Dijín), los Comandos Especializados en Operaciones de la Policía irrumpieron en la vereda Fabra del municipio de Valencia. ‘Ramiro’ y sus hombres respondieron con disparos y en medio del asalto fue abatido.

Era un hombre ostentoso, le gustaba la ropa de marcas Hugo Boss, Diesel y Merrel, así como las menores de edad, niñas con apenas 13 o 16 años. Tenía más de 30 fincas, era amante del poder y los excesos, apostaba mucho dinero en peleas de gallos y gastaba otra cantidad en su gran afición: los caballos de paso fino.

Esa vida también le costó su salud. Sufría de la presión, el colesterol y los triglicéridos altos, y para colmo de males también tenía diabetes. Por eso debía tomar medicamentos constantemente.

Por su cabeza se llegaron a pedir 150 millones de pesos, pues era quien coordinaba la producción de cocaína en Turbo, Necoclí y San Pedro de Urabá, y en otras zonas de Córdoba.