ENTREVISTA

“Barranquilla no estaba preparada para lo que sucedió”

A los pocos minutos del atentado, mientras la ciudadanía y los medios especulaban sobre los autores del atentado, la Policía había capturado al presunto autor material, un militante de un frente urbano del ELN. ¿Por qué atentar contra la Policía en una ciudad como Barranquilla en la antesala de los Carnavales?

31 de enero de 2018
| Foto: Luis Trejos

El atentado del pasado sábado 27 de enero contra una estación de Policía en Barranquilla dio lugar a la hipótesis de que el ataque podría provenir de bandas ilegales locales que se disputan el territorio con el fin de controlar el multimillonario negocio del microtráfico y la extorsión que, de acuerdo con cifras extraoficiales, estaría manejando más de 150.000 millones de pesos anuales en la ciudad.

En esas primeras horas los niveles de especulación llegaron a afirmar que el atentado lo habrían perpetrado esas mismas organizaciones para distraer la atención de la Policía mientras, supuestamente, atracaban a pocas cuadras del atentado un camión de valores en Almacenes Éxito del centro comercial Metropolitano, hecho en el que resultó muerto un guardia de seguridad y otro resultó herido.

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Otra hipótesis que circuló fue que las mismas bandas cometieron el atentado en señal de retaliación contra la Policía porque la compañera de alias Steven resultó herida en un tiroteo en el barrio Rebolo entre la banda de Los Costeños y la Sijin, y como consecuencia de las heridas la mujer perdió un bebé. Una tercera, que fue por la captura de alias Happy, uno de los 10 más buscados en el Atlántico, militante de la banda de los Papalópez.

A los pocos minutos de cometido el atentado ya la Policía había capturado a Cristian Camilo Bellón Galindo, a quien le encontraron una memoria, un celular mediante el cual habría activado el explosivo y un cuaderno con planos y direcciones del sitio donde ocurrió el atentado en el barrio San José y otra en el CAI de El Carmen en la carrera 21 con 53.

Es decir, desde el primer momento la inteligencia policial pudo haber desvirtuado todas esas hipótesis, pero solo en horas de la tarde comenzó a mencionarse que el atentado habría sido ejecutado por un frente del ELN. Como al margen, ese fin de semana no hubo un solo hecho de sicariato, lo que indicaría que las bandas se replegaron para evitarse líos con la Policía. Lo cierto es que a las organizaciones criminales no les interesa provocar retaliaciones de las fuerzas de seguridad del Estado, por el contrario, buscan cooptarlas.

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SEMANA entrevistó al profesor de la Universidad del Norte Luis Fernando Trejos Rosero, doctor en Estudios Americanos con mención en Estudios Internacionales (IDEA/USACH), director del Instituto de Desarrollo Político Institucional y miembro de los Grupos de Investigación ‘Agenda Internacional’ y ‘Conflicto y Posconflicto’ en la Región Caribe de la Universidad del Norte, para explicar la visión académica de un investigador sobre estos hechos.

SEMANA: ¿Por qué Barranquilla? 

Luis Fernando Trejos: El ELN desapareció de la ciudad formalmente como estructura y tendrían la certeza de que la respuesta estatal se iba a ir en el vacío. Esta operación no fue planeada con cinco o diez días de antelación, esto tiene por lo menos cinco meses desde que llegaron las primeras unidades. ¿Cómo seleccionaron esa estación y no otra? ¿Cómo familiarizan a los policías con la gente que está haciendo la inteligencia? Eso lleva un tiempo largo.

SEMANA: ¿Por qué perpetrar el ataque en una ciudad donde ha habido unas administraciones que han estado trabajando para mejorar las condiciones sociales y la infraestructura educativa, vial y de salud de la ciudad?

L.F.T.: Yo creo, a modo de hipótesis, que Barranquilla fue funcional para lo que sucedió. En el imaginario colectivo de la ciudadanía y del departamento se ha instalado una idea de que la ciudad es un remanso de paz, que aquí no pasa nada y somos una ciudad ajena a cualquier dinámica de violencia regional y nacional, es decir somos playa y carnaval. Evitar asumir la historia y la dinámica de la violencia en la ciudad, si bien aquí la violencia no alcanzó los niveles que se presentaron en ciudades como Medellín, Bogotá, Cali y Barrancabermeja, no quiere decir que como no ha sido escenario de enfrentamientos armados, no ha pasado nada. Debemos recordar que aquí hubo un frente del ELN, una red urbana de las Farc (José Antequera), aquí se estableció el Frente José Pablo Díaz de las AUC, frente que operó en clave de captura y predación de rentas legales e ilegales, tanto, que incidió en política. Ahí tenemos los casos de Ashton y David Char, procesados. No debemos olvidar que aquí también operó el Cartel de la Costa y recientemente aparecieron los Costeños y el Clan del Golfo. Alfredo Correa es la víctima más visible, pero fue uno de muchos. La Universidad del Atlántico es sujeto de reparación colectiva, eso nos indica que aquí hubo violencia ligada al conflicto armado.

SEMANA: Las primeras hipótesis mencionaban a las bandas locales, ¿sí tienen esos grupos ilegales la capacidad para desafiar las fuerzas policiales?

L.F.T.: Las organizaciones mafiosas nunca le van a declarar la guerra a las fuerzas policiales, o a las administraciones locales, eso es malo para su negocio. Desde un principio, pensé: eso es falso. ¿Dónde está el Clan del Golfo matando policías? En Canalete, Valencia y Tierralta, Córdoba, que es donde siembran y procesan clorhidrato de cocaína, pero en un puerto de exportación tienen que pasar por debajo del radar de las autoridades policivas y administrativas. Lo otro es que Barranquilla es muy funcional para el lavado de activos ¿Cuánta plata a través de comercio, construcción y servicios se están moviendo en la ciudad? Debido también, en cierta forma, a la percepción de que aquí no pasa nada.

SEMANA: ¿Qué significa que la ciudad no asuma sus manifestaciones de violencia?

L.F.T.: La negación de esa historia ha hecho que la ciudad no esté preparada para asumir retos como el que acaba de suceder. Entonces nos preguntamos: ¿por qué, por qué? Puede ser que una organización delincuencial, como esta u otras, perciban que aquí hay una especie de guardia baja frente a ese tipo de acciones, porque lo que vemos es que las autoridades están más centradas en prevenir y reprimir el hurto y el homicidio y no este tipo de criminalidad. Lo que siempre se refuerza es el pie de fuerza policial y las cámaras.

SEMANA:  Este fin de semana no hubo casos de sicariato en Barranquilla. ¿Los tres combos grandes parece que se hubieran recogido cuando el atentado, incluso, al parecer estarían colaborando con la Policía en la identificación de los autores?

L.F.T.: Cuando empiezan a decir que el atentado es una retaliación de la policía en caso de que hubieran sido los Papalopez o cualquier otro grupo local, la consecuencia inmediata hubiera sido una intervención militar en la 17 (principal vía de la ciudad puerta de entrada por el Puente Pumarejo, territorio en el que se mueven las bandas dedicadas al microtráfico). Eso hubiera desatado un operativo durísimo, me imagino que por eso ellos enseguida se desmarcaron. Con el atentado, su negocio se dañó, ellos no van a desafiar a la autoridad y lo que fue inédito, es que el ataque fue a las seis de la mañana, sábado. Esa gente tuvo que haberse recogido inmediatamente y detener cualquier orden de actividad delincuencial que estuviera en marcha, mientras bajaba la marea y se disipaban las nubes negras.

SEMANA: ¿Pero esas bandas no son solo locales, tienen nexos con las bandas nacionales y ejecutan una actividad sicarial y extorsiva permanente?

L.F.T.: En Barranquilla descuartizan gente y nadie, nadie, dice nada de eso. Ni las administraciones, ni la sociedad civil, es como un tema tan normal. Asumir el descuartizamiento como una práctica criminal, implica decir aquí hay un crimen organizado que está asumiendo unas prácticas o unos repertorios violentos que no son propios de la región sino de unas macro estructuras que operaron y que hubo una transferencia de conocimientos criminales.

SEMANA: ¿En las zonas urbanas de las ciudades del Caribe el ELN ha tenido algún tipo de presencia?

L.F.T.: Aquí en Barranquilla sí hubo presencia, durante los noventa y principios de este siglo, a través de un frente urbano que se llamaba Kaled Gómez Padrón, pero el ELN, salvo Medellín y Barrancabermeja, no desarrolló a nivel urbano mayor operatividad militar. En Barranquilla los únicos registros de acciones armadas son la quema de unos buses a finales de los años noventa. Después, el lanzamiento de un explosivo al SAO del Hipódromo, pero eso hizo más ruido que daño. La presencia del ELN en Cartagena o Barranquilla obedeció a dos cosas: la primera, tratar de influenciar espacios sociales y políticos, como universidades, sindicatos, organizaciones sociales y barriales. Y lo otro, es que tanto Barranquilla como Cartagena, pero sobre todo Barranquilla, fue una bisagra entre la Sierra Nevada, El Perijá y los Montes de María, las zonas montañosas donde estaban las estructuras armadas rurales. También Barranquilla ha operado como un espacio logístico por su amplia oferta de bienes y servicios, ahí se podían enviar enfermos, tener una imprenta y conseguir repuestos de radio.

SEMANA:  Una de las aclaraciones que han hecho es que el explosivo estaba dentro del patio, no fue arrojado.

L.F.T.: Quién entró en la madrugada a la estación de Policía, nadie lo vio, posiblemente había una familiaridad con quien colocó el explosivo y nadie vio nada sospechoso. Eso muestra un trabajo de inteligencia, no hubo improvisación. Seguramente llevaban rato en la ciudad, desde el año anterior. ¿Por qué lo pusieron el sábado? ¿Por ser fin de semana había más policías? Esto es diferente a una acción armada en una zona rural, pero eso lo debe decir la inteligencia de la Policía o del Ejército.

SEMANA: ¿Cómo puede terminar impactando este atentado a Barranquilla?

L.F.T.: Yo creo que va a haber un impacto, más que sobre la ciudad, sobre la administración. No sé si será un impacto prolongado, pero al tema del atentado hay que sumarle un contexto de descontento que hay en la ciudad por el alza del impuesto predial. Esta suma de variables va terminar impactando políticamente al alcalde. Si en Barranquilla se hiciera una medición de popularidad, ese 90% por ciento en el que él se ha movido desde que se posesionó, bajaría.

SEMANA: ¿Resultará minada la confianza de la gente en la seguridad?

L.F.T.: Sí ha habido un bajón en la confianza de los ciudadanos. Ya la traducción política de ese bajonazo solo se podrá medir en las elecciones de 2019. Pero yo no creo que vaya a haber una serie de ataques sucesivos en Barranquilla. Lo que sí se está viendo, es que el CD está capitalizando el descontento ciudadano, ya que el CD es el que ha salido a reclamar el ambiente de inseguridad como un fenómeno nacional, más que como un fenómeno local.

SEMANA: ¿Y los demás ataques del ELN en el sur de Bolívar y Soledad?

L.F.T.: Lo del sur de Bolívar yo creo que eso fue una desafortunada coincidencia, no creo que haya habido una coordinación regional del ELN, primero porque en el Caribe el ELN es casi que inexistente. Las unidades que subsisten están en las partes altas de la Serranía del Perijá, en la frontera con Venezuela. Y el frente de guerra Darío Ramírez Castro que opera en el sur de Bolívar, obedece más a dinámicas del Magdalena Medio, que al Caribe como tal.

SEMANA: ¿La ciudad tiene capacidad de reacción ante hechos como este? ¿Tiene los recursos, el discurso y la organización para decir: esto es lo que vamos a hacer para contrarrestar esto?

L.F.T.: Las primeras declaraciones fueron palos de ciego. La escogencia de la ciudad viene de esa línea. No hay un dispositivo, se supone que la ciudad no está preparada para el golpe y como no está preparada, tampoco está preparada para reaccionar frente al mismo, la respuesta puede ser lenta. Ese atentado no fue cometido solo por el capturado, él no estaba solo. Los otros deben estar en las zonas de donde vinieron.

SEMANA: ¿Estos frentes actúan con autonomía, o estos atentados son perpetrados con conocimiento del Comando Central?

L.F.T.: Por debajo del Comando Central está la Dirección Nacional. Este frente de guerra urbano nacional lo dirige un jefe de estos de la dirección nacional. Esto hay que verlo desde la razón y desde la emoción. Desde la razón: ¿Qué se pactó en Quito? Que se iba a negociar en medio de la guerra, eso estaba dicho. ¿Qué eventualidad se estaba dando?, se había levantado el cese al fuego. Es decir, las acciones armadas se habían reiniciado, reanudaron ataques contra la infraestructura petrolera, en Arauca mataron a un soldado. La semana pasada el Estado le dio dos golpes muy duros en Casanare donde mataron a un comandante del frente de guerra oriental y en Antioquia asaltaron a una comisión del ELN, mataron a seis y capturaron a cuatro. Si esto hubiera pasado en la estación de Policía de Albania, Pivijay o Tierralta no se hubiera generado el nivel de debate que se está generando. La indignación se da porque son uniformados que están inermes al momento del ataque, están en una ciudad capital y la gente piensa si están atacando a los que nos cuidan, qué queda para mí. Además, encontrándose la estación en un barrio residencial, la gente hizo videos de los momentos posteriores de la explosión, los cuales comenzaron a circular por las redes y de un momento a otro todo el mundo resultó con un pariente en la Policía y ese pariente le contó.

SEMANA: ¿Las consecuencias en los centros urbanos son más impactantes que en las zonas rurales?

L.F.T.: Eso genera un pánico colectivo que produce mucha más visibilidad del hecho, muy diferente a lo que hubiera pasado en una zona rural. Cuando pasa esto, la derecha enseguida capitaliza el hecho sin ningún escrúpulo o respeto por las víctimas y sus familias, es así como un hecho militar pasa al plano político. La administración Santos, que solo cuenta  con unas migajas de capital político, tiene que salvarlas y toma la decisión de suspender  la mesa, pero no le pone punto final. El Gobierno tiene que responder con una acción militar contundente que apacigüe a la opinión pública y le quite discurso a la derecha.

SEMANA: ¿Esto tendrá repercusiones sobre el grupo político en el que milita el alcalde porque el jefe y candidato se opone a los diálogos de paz?

L.F.T.: Eso es hilar muy fino. Uno podría plantear esa hipótesis diciendo que hay como un efecto dominó. La Casa Char y Barranquilla es el bastión de ese ese partido político (Cambio Radical) y lo que haga esta casa política es determinante para ese partido a nivel nacional. Esto podría disminuir la popularidad de CR, pero potencia exponencialmente a la derecha. Puede ser que CR tenga reparos con el proceso, pero el Centro Democrático quiere acabarlo. Por eso no creo que la cosa cuaje tanto al tratar de poner el ataque contra el alcalde y la administración local. Esa hipótesis se puede plantear, pero no existe evidencia de que esa fue la intención.