ENTREVISTA

"La calle no es el peligro para los niños, son la casa y la escuela"

Luz Alcira Granada, directora de incidencia política de Save the Children en Colombia, analiza la ola de violencia contra los niños, a propósito de casos como el de Sarita Salazar, Yuliana Samboní y las víctimas del juego de la Ballena Azul. "La cadena perpetua no es necesaria para enfrentar ese mal", asegura.

28 de abril de 2017
Luz Alcira Granada, directora de incidencia política de Save the Children en Colombia. | Foto: Archivo particular

Semana.com: Crímenes como los de Yuliana Samboní y Sara Salazar demuestran que en Colombia hay una ola de violencia generalizada contra los niños? 

Luz Alcira Granada: Cuando uno ha trabajado con comunidades se da cuenta de que los que ahora son abuelos o padres fueron abusados pero nunca denunciaron. Es un asunto que ha existido siempre y que como sociedad tal vez hemos ocultado. Lamentablemente, que tenga más visibilidad no ha hecho que haya acciones más contundentes de quienes deben actuar para evitarlo, la familia, la sociedad en general, el Estado. Las cifras de Medicina Legal, en términos de violencia contra los niños, han crecido y cuando uno mira denuncias frente a casos juzgados y penas, eso solo corresponde a 2% o 3%.

Semana.com: ¿Cree que la tecnología, las redes sociales, los juegos de video, exacerban la violencia contra los niños?

Sí, sobre todo cuando se está viendo que menores de edad abusan sobre otros menores, jóvenes abusan de menores. Eso se ha ido incrementando. Antes se veía mucho más entre adultos hacia niños. Pero en términos de la violencia sexual sí hay unas cosas que creo que dañan la psiquis de los niños de una manera tal que los llevan a cometer cosas que no hace un niño en una situación normal.

Semana.com: ¿Cuál cree que es el rol que se les da a los niños dentro de la sociedad colombiana? 

Es un rol muy triste. La Constitución reconoce los derechos de los niños, les da un papel de ciudadanos, aunque no políticos. Sin embargo hoy, a diez años de que el país ha establecido un código de infancia y adolescencia que dice que un niño se puede representar a sí mismo cuando es violentado sexualmente, física o sicológicamente, y denunciar ante las autoridades, cuando un niño aprende que hay que hacerlo y va a donde las autoridades, el mismo portero le que dice traiga a sus papás, cuando muchas veces el violentador está en la casa. Porque nosotros pensábamos que la calle era el lugar peligroso para los niños y resulta que son la casa y la escuela.

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Semana.com: ¿Eso qué dice sobre la familia colombiana?

Que hay un deterioro de la figura de la familia y de su rol como protectora y educadora de los niños. Creo que ese rol se ha perdido en términos de entender el valor de los niños y de su centralidad en un hogar. Eso se suma a nuestra indiferencia como ciudadanos. Esta semana tuvimos tres casos de violencia visibles, pero tenemos cifras que dicen que cada hora dos niños son víctimas de abuso sexual. Hay muchos casos en el anonimato, que tal vez no terminan en muertes pero sí son una permanente tortura para ellos.

Semana.com: Frente a los casos visibles se siente en el país una indignación generalizada. ¿Es una reacción pasajera o generará cambios en la sociedad? 

Me parece fantástico que por lo menos todavía tengamos algo de sensibilidad y cuando pasan estos casos por lo menos lo repliquemos por Whatsapp o por Facebook, pero eso no es lo único. Como sociedad tenemos que exigir que quienes tienen que aplicar la ley lo hagan, y no es solo el Estado el que tiene que brindar protección, somo todos.

Semana.com: Siempre que se conocen casos como los de Yuliana o Sara el país reclama la cadena perpetua contra los abusadores, ¿qué le parece esta medida?

No son necesarios asuntos como la pena de muerte o la cadena perpetua, con todo el respeto que me merecen las instancias, incluso la doctora Cristina Plazas que está planteando eso. Lo que tenemos que revisar es cómo cumplimos la ley que tenemos. Es como tener una herramienta nueva, ponerla en un rincón de la casa y no usarla. Tenemos que usarla y dotarla de mejores medios, y capacitar a las autoridades para que la apliquen. Si logramos que eso pase, si logramos un presupuesto para que la Policía de Infancia y Adolescencia, si logramos recursos para que los defensores puedan operar y no tenga cada uno 50.000 casos... También necesitamos invertir sensbilizar a los jueces para que no juzguen sobre sus propios criterios y no terminen haciendo jurisprudencia que hace más daño a los derechos de los niños.

Estuve de cerca en la redacción del Código de Infancia y Adolescencia y muchos castigos se consideraron, como la castración química (a abusadores), pero hay cosas que van en contra de nuestra Constitución y un país que ha tenido tanta violencia debe mirar otras alternativas.

Semana.com: ¿Nos escandalizamos con el abuso sexual y los asesinatos pero no conmueve la violencia cotidiana contra los niños?

Exactamente. Maltratar a un niño también es decirle a diario que es un idiota que no sirve para nada. Pensamos que eso no es matar, pero es matar lentamente. ¿Qué puede esperarse de un niño que es invalidado como ser humano, que es golpeado? Los mayores índices de niños que han sido reclutados por grupos armados o delincuenciales son de maltratados y abusados sexualmente que encuentran en el arma y en el grupo que los recibe su única forma de demostrar que también tienen poder. Es un círculo vicioso de violencia. Debemos encontrar los mecanismos adecuados para formar a nuestros niños, con límites claros y una disciplina en el amor, en la ternura, una disciplina positiva.

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Semana.com: ¿Hay alguna relación entre la violencia contra los niños y la violencia contra las mujeres?

Esa es una relación innegable. Hay dos edades que son las más recurrentes, entre los 0 y los 4 años, en que los niveles de abuso sexual contra niñas son cada vez mayores, y de los 10 a los 14. En los niños hombres, de los 10 y los 14 años los niveles de violencia física son mayores y en las las niñas mujeres, los índices de violencia sexual son más altos. Y la situación tiene que ver con que están en una edad de formación físcia como mujer y algunos engendros enfermos, que siendo familiares que han visto crecer a estas niñas, abusan sexualmente de ellas. Y muchas de ellas son hijas de mujeres también maltratadas, dependientes económicamente de los hombres, y por eso callan.

Semana.com: ¿Cómo evalúa el tratamiento de los medios de comunicación frente a la violencia contra los niños? ¿En qué cree que nos equivocamos?

Los medios deberían formarse más en un periodismo que dignifique y promueva los derechos de los niños, sin coartar la libertad de prensa pero sabiendo cuál es la justa medida para poder denunciar y levantar el país, pero con un lenguaje que permita entender que los medios también defienden los derechos de los niños, y el cuidado de su intimidad y dignidad. En casos como el de Yuliana Samboní hay cosas en las que hay que preservar la discresión sobre asuntos que pueden vulnerar la dignidad de un niño. No se puede ser tan escueto en decir lo que ocurrió. Pero gracias a los medios de comunicación este tipo de cosas no pasan inadvertidas. Hay quienes dicen ‘pero es que levantaron más el caso de Yuliana‘ y cada hora dos niños son víctimas de abuso sexual y a esos otros no los conocemos. Sí, pero estos terminan siendo casos emblemáticos que nos ayudan como sociedad a entender que es un fenómeno generalizado que hay que parar, y que a esos niños invvisibles hay que protegerlos.

Semana.com: La revista Pediatrics publicó esta semana un estudio en el que estableció que los niños que crecen en entornos pobres tienen el triple de posibilidades de morir por violencia física. ¿Las formas de violencia contra los niños varían dependiendo del nivel económico de la familia?

Me preocupa que este tipo de cosas puedan estigmatizar a los sectores sociales más empobrecidos, pero sí es verdad que si una madre o un padre no han recibido un nivel educativo aceptable, eso afecte su forma de acercarse a los niños. Sin embargo, hay otros tipos de violencia que se presentan en niveles sociales más altos, como el abandono. Hay niños de clases sociales altas al cuidado de su nana, que nunca ven a sus padres, que lo único que les dan es dinero. Ese es otro tipo de maltrato que genera secuelas fuertes, el que vive el niño al que le giran plata solamente, pero los padres no están atentos a suplir las necesidades afectivas, que a veces son más importantes que la comida.

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Semana.com: ¿Cuál es su lectura del juego de la ballena azul? ¿Qué nos dice del momento que vivimos frente a los niños?

Es lo mismo que ha pasado con otros juegos en las redes sociales, que las primeras víctimas son muchachos depresivos o que han estado demasiado solos, vulnerables en las redes. Como padres estamos siendo muy descuidados. Tú ves a un niño de 4 o 5 años con una tablet o con un celular, sin ningún control, como un mecanismo para entretenerlo. Creo que los estamos exponiendo excesivamente a esas redes donde gente enferma está buscando niños vulnerables para seguir cualquier tipo de sugerencia que lo haga sentir parte de un colectivo, o caer en manos de redes de explotación sexual. Es un tema sobre la psiquis de los niños y sobre cómo los estamos haciendo crecer, en medio de un bombardeo de las redes, sin ningún control.

Semana.com: ¿Qué debemos hacer para frenar la violencia contra los niños?

Lo primero es dejar de negar los problemas, recuperar el papel de la familia, cualquier tipo de familia, como los protectores. Hay que invertir para que los sistemas de protección funcionen, poque hay sistemas pero no hay recursos para que capacitar a los jueces de familia para que obren bajo la ley, o para tener suficientes policías de infancia. También es importante que entendamos que los niños son ciudadanos y que debemos escucharlos, que tienen cosas importantes qué decir. Y formar a los niños y niñas en mecanismos de autoprotección. Y que entendamos que mientras haya indiferencia entre nosostros, la justicia nunca va a obrar. No podemos bajar la guardia. Hay que mover el país.