JUDICIAL
Así es la celda de Uribe Noguera en el pabellón del miedo
El sábado, el violador y asesino de Yuliana Samboní, se instaló en una celda de la cárcel de Valledupar. Pasará sus próximos 58 años al lado de asesinos en serie y depredadores de niños.
El sábado en la noche le cambió el panorama a Rafael Uribe Noguera. El violador y asesino de Yuliana Samboní fue trasladado desde la cárcel La Picota de Bogotá a una celda de la penitenciaría de máxima seguridad en Tramacúa, en Valledupar.
Su nuevo lugar de reclusión está en uno de los penales más calurosos del país y en el pabellón de tratamientos especiales, en donde cumplen sus condenas cinco de los hombres más temidos del país. Asesinos en serie y protagonistas de escabrosos crímenes contra niños son los inquilinos que conformarán el vecindario de Uribe Noguera en los próximos 58 años que le quedan de prisión.
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Las penas sumadas de estos seis perfiles de alta peligrosidad llegan casi a los 300 años de cárcel; todos han terminado por aceptar los cargos ante la justicia. Han sido comparados con Hannibal Lecter, el aterrador personaje de ficción que protagonizó El silencio de los inocentes. Sin embargo, si antes este lugar producía escalofrío promete convertirse en los próximos meses en el pabellón del miedo, cuando además de los ya recluidos se sumen otros dos asesinos en serie.
A este pabellón solo pueden ser trasladados una vez sean condenados. Y la razón por la que los peores pefiles son llevados a este lugar se explica por las medidas especiales de seguridad que les brindan y porque puedan acceder a tratamientos especiales de psicología que les permitan, entre otras, soportar las largas condenas que tendrán que cumplir allí.
Por tratarse de un interno con tratamiento especial, Uribe Noguera tendrá derecho a una hora de sol diaria. Solo en esos momentos del día podrá salir a los pasillos del pabellón y eventualmente topar con otros protagonistas del horror.
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A tan solo pocos pasos de una celda de tres metros por tres, el asesino de Yuliana podrá encontrarse con Luis Alfredo Garavito, el hombre cuya macabra historia le dio la vuelta al mundo. Fue perseguido por años, sin embargo, para cuando las autoridades lograron capturarlo había violado y asesinado a por lo menos 175 niños. Está condenado a 48 años de cárcel en Colombia y es requerido para que responda también por macabros crímenes en Ecuador.
A metros del lugar de reclusión de Uribe Noguera, también está Luis Gregorio Ramírez, mejor conocido como el monstruo de la soga. En cinco años, este asesino en serie torturó y asesinó a 60 personas. Las víctimas fueron hombres entre los 19 y 30 años de edad que eran primero engañados, para luego ser torturados y asesinados, siempre con la misma técnica.
Al principio los asfixiaba hasta que perdieran el conocimiento. Una vez se despertaban, las víctimas se encontraban en medio de una compleja red de nudos en donde sus piernas estaban conectadas con su cuello: después de horas, los moribundos no lograban sostener sus piernas en el aire de manera que morían asfixiadas por la presión de la cuerda. El macabro asesino los observaba sin clemencia, mientras morían lentamente. Por todos sus crímenes le dieron 58 años de cárcel.
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A pocas celdas también está Javier Velasco, el asesino de Rosa Elvira Cely, la mujer que fue violada, asesinada y empalada en pleno parque Nacional de Bogotá. Por el crimen ocurrido el 24 de mayo de 2012 recibió una sentencia de 48 años de cárcel. Y Orlando Pelayo, el asesino del pequeño Luis Santiago, el niño que fue encontrado muerto en Chía, Cundinamarca, también paga su sentencia a 58 años en el pabellón especial.
Otro de los vecinos de Uribe Noguera será Manuel Octavio Bermúdez, conocido como el Monstruo de los cañaduzales, quien fue sentenciado a 40 años de prisión por el asesinato de más de 50 niños en Pradera, Valle del Cauca, y sus alrededores.
Las celdas del pabellón del miedo ya están apartadas para que se instalen en los próximos días a Fredy Valencia, el llamado monstruo de Monserrate, a quien la justicia condenó a 36 años por la violación y asesinato de 8 mujeres en Bogotá. Aún está pendiente que se revise la apelación de la Fiscalía, que pidió condena de 50 años de cárcel en su contra. Y para Juan Carlos Sánchez, conocido como el Lobo Feroz. Este hombre fue capturado en Venezuela y es solicitado en extradición para que responda por la violación de 500 niños, que fueron usados como parte de una red de prostitución infantil por internet.
El espacio de estos hombres, considerados como depredadores por los colombianos, es reducido. Se levantan a las 5:30 de la mañana, pueden estudiar a distancia en sus celdas. El mayor contacto personal que la institución les ofrece es a través de personal médico psicológico que los monitorea de manera individual.
Quienes están recluidos en este lugar no tienen contacto con la sobrepoblación que aqueja uno de los centros penitenciarios más dramáticos del país, por el clima y las pocas celdas disponibles. Sin embargo, otros males sí los perturban. Por ejemplo, están ubicados al lado posterior de la cárcel, donde termina el centro penitenciario y donde se ha destinado un espacio para acumular deshechos del penal mientras son trasladados a un basurero. De manera que por las ventanas del tercer piso del edificio solo se puede ver el muro que los separa del mundo exterior y las basuras de los internos que son la atracción diaria de los chulos.
Hasta ahora, la historia de este pabellón no registra un solo incidente público, sin embargo, quienes lo han visitado lo encuentran apocalíptico.