“Los primeros años de implementación de un Tratado de Libre Comercio son clave”. Esas palabras de Alicia Frohman, una de las invitadas al foro sobre balance del primer año del TLC con Estados Unidos, recogen la esencia del encuentro convocado por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, Proexport, la Oficina de Aprovechamiento del TLC y la revista SEMANA. Tras 12 meses de vigencia, los cambios en el panorama comercial del país, algunos casos exitosos y los retos que vienen guiaron la discusión académica del evento.
“Los TLC no producen resultados instantáneos”, afirmó el ministro de Comercio, Sergio Díaz-Granados en el comienzo de la intervención que dio inicio a la jornada de revisión. El titular de la cartera a cargo de los acuerdos comerciales enfatizó así mismo que estos instrumentos no son inmunes a las gripas de la economía global.
Y en 2012, el caso de Estados Unidos es más que un simple resfriado: el crecimiento anual de sus compras al mundo cayeron del 15 por ciento en 2011 a solo el 3 el año pasado. Esa menor demanda redujo las exportaciones nacionales al país del norte en un 8 por ciento, según las cifras del Dane.
Esta caída se explica por un menor dinamismo en el sector minero-energético, en el café y en las flores. Una combinación de sustitución interna en la mezcla de energía de la economía estadounidense y las disminuciones en los precios internacionales de los productos tradicionales golpearon las ventas totales para Colombia.
Luego de describir este difícil escenario internacional en el que nace el TLC con Washington, el ministro Díaz-Granados destaca que las importaciones de productos colombianos a Estados Unidos aumentaron un 6,6 por ciento, más que el promedio mundial.
De hecho, una mirada más detallada a este primer año de intercambio muestra una fotografía menos dramática. Si se excluyen el café y las flores, las exportaciones no mineras aumentaron en un 8,1 por ciento y las agropecuarias, en un 18,1 por ciento. En palabras del ministro: “Sí se ve crecimiento donde se quería ver, en el agro y la industria”.
Nuevo socio, nuevas caras
Uno de los objetivos principales de cualquier acuerdo de libre comercio entre dos economías es diversificar el contenido y los montos de ese intercambio. En el caso específico colombiano, eso significa vender más que flores, café, carbón y petróleo de una manera sostenida.
En ese sentido, el balance del primer año del TLC es positivo. Entre mayo de 2012 y febrero de 2013, 187 nuevos productos fueron exportados desde Colombia hacia Estados Unidos: 132 del sector manufacturero, 32 agroindustriales y 23 de prendas de vestir. La lista de estos ‘pioneros’ es variada: pulpas de frutas tropicales, lavaderos de acero inoxidable, madera de bambú, fotonovelas y ladrillos de cerámica.
Al abrirse las puertas del mercado norteamericano, 775 empresas nacionales exportaron por primera vez a Estados Unidos. Las firmas colombianas hicieron sus primeros negocios en al menos 44 ciudades de ese país: desde ropa interior en la ciudad californiana de Chulavista hasta autopartes en los suburbios de Washington, pasando por aparatos eléctricos en el medio oeste. De estos negocios que recién irrumpen en Estados Unidos más de la mitad proviene de Bogotá, seguida de lejos por Antioquia, Valle del Cauca y Atlántico. Para María Claudia Lacouture, presidente de Proexport, “el TLC ha dado resultados en exportaciones no tradicionales”.
El secreto del éxito
Precisamente Lacouture –cabeza de la entidad promotora de la inversión extranjera, el turismo y las exportaciones del país– moderó el primer conversatorio del foro que giró alrededor de la presentación de cinco casos de éxito. Estas experiencias, provenientes de distintos sectores, permitieron al público conocer de primera mano cómo los empresarios colombianos están aprovechando directamente las oportunidades del TLC.
Procaps, con cápsulas blandas para la industria farmacéutica; Dipsa en el área de alimentos, Trout Co en truchas; Gamma del grupo Corona en aisladores y Consorcio Abuchaibe con toallas estampadas protagonizaron el panel.
Si bien cada empresa enfrentó retos específicos a sus respectivos sectores, varios puntos en común surgieron del quinteto de presentaciones. La disposición para investigar y buscar nuevos mercados y productos viables para Estados Unidos es una característica similar en estos casos de aprovechamiento. La cercanía geográfica así como las inversiones en capacitación y certificación impulsaron también los negocios de estas cinco empresas. El acompañamiento de Proexport, desde las asesorías hasta la participación de ferias y macrorruedas, se constituyó en factor imprescindible para la entrada de estas firmas al mercado estadounidense.
De hecho, en este año Proexport tiene una estrategia orientada a Estados Unidos con 30 eventos con la participación de 289 empresas, una macrorrueda con 414 firmas nacionales, siete misiones de exportadores, 70 exploratorias, 21 de compradores y un showroom con 30 empresas.
Estos no son los únicos casos de negocios colombianos tomando ventaja del TLC. También están los de fruta deshidratada producida en Bogotá que se vende en Nueva York; jabones medicados hechos en Barranquilla; ropa femenina desde Cúcuta y tilapia fresca que se exporta desde Neiva.
Retos a futuro
El foro concluyó con un panel moderado por Hernando José Gómez, director de la Oficina de Aprovechamiento del TLC. Esta última parte del evento se destinó a discutir cuáles son los pasos a seguir para que el Estado y el sector privado colombianos saquen mayor jugo en los próximos años de estas nuevas reglas del juego comercial.
Sergio Gómez, director de Iqom, una empresa de asesoría de comercio exterior, y Alicia Frohman, consultora de la Cepal, comentaron las experiencias de México y Chile con sus respectivos TLC con Estados Unidos. Gómez, quien discutió el caso mexicano, enfatizó en la necesidad de abordar agendas de competitividad y de reformas clave de manera inmediata.
Frohman, frente al caso chileno, alertó sobre el riesgo de la concentración de las exportaciones a Estados Unidos en unos pocos sectores y productos. Así mismo, destacó los beneficios intangibles que ha recibido el país austral desde la entrada en vigencia de su TLC: bajó el riesgo país, se elevaron los estándares industriales y aumentó la presencia internacional de Chile.
Para Claudia Candela, directora de la Oficina Comercial de Colombia en Washington, el TLC “se ha aprovechado adecuadamente”. Además se debe trabajar en áreas como el mejoramiento del acceso sanitario, la adopción de estándares de calidad, el reto de la negociación Alianza-Pacífico y el potencial de los servicios profesionales.
Mauricio Reina, investigador de Fedesarrollo y Juan Camilo Nariño, vicepresidente de la Andi, dedicaron sus intervenciones a llamar la atención sobre los desafíos inmediatos. Para Reina, Colombia está en un cruce de caminos donde no puede mantener altos índices de crecimiento sin integrarse a la economía global. Para lograrlo, debe romper cuellos de botella en competitividad, capital humano, infraestructura física y lo que llamó “la cerrazón mental” de los empresarios.
Nariño, por su parte, resaltó la necesidad de una política de encadenamientos reales de las inversiones, la infraestructura y demás estrategias gubernamentales. Las medidas de defensa comercial, la modernización de las aduanas y los altos costos para producir en el país son áreas que el gobierno debe atender.
Más empresas, más productos y mejor emprendimiento constituyen un balance comercial positivo de este primer año del TLC con Estados Unidos. En materia de la ‘agenda interna’ –las inversiones dentro del país para aprovechar las oportunidades– son muchas las tareas pendientes. El cambio de mentalidad, que muchos empresarios ya han experimentado, es crucial para pisar fuerte en estos atractivos mercados.