UN "BRAVE HEART" PASTUSO
La controversia sobre una estatua revive la leyenda de un caudillo pastuso que no tiene nada que envidiarle al personaje de 'Corazón valiente'.
En una de sus más desapacibles cartas el Libertador Simón Bolívar escribía el 3 de julio de 1823 a Santander que por culpa de los pastusos la guerra de América se prolongaría hasta el infinito. "Los pastusos son los demonios más demonios que han salido de los infiernos", decía el Libertador. "No tienen paz con nadie". El causante de la furia de Bolívar era un caudillo mestizo llamado Agustín Agualongo Sisneros, quien había ocupado la Ciudad de los Pastos en nombre de la corona española con el fin de vengar la sangre que derramó su pueblo para defenderse de los republicanos. Ciento ochenta y seis años después Agualongo tiene divididos una vez más a los nariñenses porque un ex guerrillero como él quiere que su estatua reemplace a la del precursor Antonio Nariño en la plaza principal. El alcalde Antonio Navarro Wolf está empeñado en que Nariño le abra paso a Agualongo para rendir homenaje a su valerosa defensa de una de las regiones que más sufrió en la emancipación. Mientras los pastusos discutían el valor histórico de los personajes, en el resto de Colombia muchos confesaban su ignorancia sobre la vida y obra del héroe que defendía Navarro. Para quienes conocen su gesta, Agualongo es una versión criolla de William Wallace, el héroe escocés que Kevin Costner inmortalizó en la película Corazón valiente, con la diferencia de que el pastuso no luchaba contra los invasores, como lo hizo Wallace, si no a su favor. De allí la extrañeza que causa la posición de Navarro, quien luchó contra el imperialismo bajo la bandera de un grupo guerrillero que tenía en su poder la espada de Bolívar. Agualongo estaba convencido de que la región había sufrido mucho más en manos de los criollos que de los españoles, y la muestra no era más que contar los muertos dejados por la sangrienta Navidad trágica de Pasto en 1822, de la cual fue testigo impotente. Esa noche Antonio José de Sucre entró a la ciudad aprovechando el ambiente de dispersión. Sus 3.000 soldados rompieron a culatazos las puertas de las casas y violaron a mujeres, ancianas y niños. La invasión y la consiguiente determinación de Agualongo podrían servir para una adaptación del guión de Costner. Agualongo resolvió organizar un ejército irregular con la misión de sacar de la ciudad al coronel republicano Antonio José Flórez. La estrategia de guerra del sublevado era dar un palo al jinete, otro al caballo y el chuzo al estómago. Después de jugarle varios trucos haciendo sonar el cuerno de guerra por varios puntos de la ciudad, los 800 militantes mal armados de Agualongo vencieron a las tropas de Flórez, quien salió huyendo a Popayán. "Hubo júbilo en la ciudad y se cantó Te Deum en la iglesia matriz", escribió Díaz del Castillo. Refuerzos enviados por un Bolívar furioso lograron vencer al 'caudillo vengador' después de varios enfrentamientos. El intendente Jose María Ortega le ofreció al guerrero el perdón y mantenerlo en el ejército republicano con el mismo grado militar que tenía en el realista. Pero Agualongo se negó y ante esa decisión fue fusilado, vestido como él lo pidió, con el uniforme de coronel del ejército del Rey.