'La Mariposa' ya no vuela

La enorme escultura de hierros azules, verdes y magentas que alguna vez fue el orgullo bogotano, ya no es sino el espacio donde los malos olores y la basura espantan a turistas y visitantes. La Mariposa, del maestro Edgar Negret, obra central de la reestructuración de la Plaza San Victorino en el centro de Bogotá, ha sido víctima del deterioro causado por niños, ladrones y transeúntes, además del olvido del Distrito, que no se ha hecho presente en su preservación.

18 de diciembre de 2003

Durante más de 25 años la Plaza de San Victorino estuvo repleta de locales comerciales que habían inundado la zona de inseguirdad y hacinamiento. Pero desde el 19 de julio de 2000, el entonces alcalde Enrique Peñalosa inauguró la nueva imagen del lugar con el propósito de recuperar el espacio público e integrar el arte a las expresiones urbanas.

La Mariposa, una representación a escala de la obra que donó el escultor payanés Edgar Negret, se convirtió en la atracción principal de la Plaza. "Si la ciudad no se integra, se convierte en una especie de muro de Berlín. Por eso construimos un centro más igualitario y seguro", le dijo orgulloso Peñalosa a los habitantes de la localidad en el momento de la inauguración.

La escultura se convirtió rápidamente en uno de los sitios de interés turístico más importantes y los niños y transeúntes en general se apropiaron de ella hasta el punto de usar como rodadero las alas de la mariposa, distracción permitida por el tamaño y la forma de ésta y que originó su deterioro prematuro.

Pero el orgullo del alcalde duró poco. Tres años después la Plaza de San Victorino y en especial La Mariposa, se ha convertido en habitación de indigentes, y el estanque de agua que la rodea, en baño público. A esto se le suman problemas con la motobomba que oxigena el agua, por lo que se presenta un fétido olor que espanta a turistas y comerciantes pero no a los vándalos que insisten en rayar el hierro con grafitos, ni para los ladrones que han desvalijado el monumento ni para los transeúntes que arrojan sus papeles al estanque o los incrustan en la escultura.





Este proyecto y el Parque Tercer Milenio fueron las obras bandera en cuanto a recuperación del espacio público de la Alcaldía pasada junto con la construcción de las alamedas, del eje ambiental de la Avenida Jiménez y la renovación del Parque Nacional y del Virrey, entre muchas otras, que hicieron que Bogotá ocupara un escenario importante en materia de urbanismo en América Latina.

Pero estas obras, fruto del desarrollo urbano, son ahora un problema en materia de presupuesto para mantenimiento para la ciudad. "Este país siempre hace cosas, pero nadie se preocupa nunca por quién las va a mantener. Se hacen inversiones y dentro de los recursos de cualquier entidad nacional o Distrital el presupuesto para mantenimiento es mínimo", le dijo a SEMANA Luz Angela Mondragón, subdirectora de infraestructura y espacio público de Planeación Distrital.

Pero todo lo que se construye tiene que ser mantenido, porque el tiempo no pasa en vano. Si bien la administración Distrital nunca previno un deterioro tan temprano, es obligación en particular del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), de mantener esos monumentos que tanto le costaron a la ciudad y que forman parte del patrimonio.

El IDU tiene un contrato con el Distrito para conservar y mantener monumentos como el de La Mariposa; no obstante la capacidad de cumplir con el sostenimiento de los 640 monumentos de la ciudad es mínima a causa del bajo presupuesto destinado para ello. María Isabel Patiño, directora de la entidad, está consciente del descuido de muchas obras, "sin embargo procuramos sacarle unas partidas, que no son muy significativas, para la conservación de monumentos", dijo.

"El presupuesto anual del IDU es de 600.000 millones de pesos y sólo 300 millones están destinados a la conservación de todas las obras de patrimonio", explica Patiño. No obstante es una cantidad insignificante si se tienen en cuenta el deterioro de la mayoría de ellas.

Por eso el Instituto creó un plan de restauración de monumentos en el que los funcionarios le entregan recursos a los habitantes de la zona para que hagan limpieza y mantengan las obras de su localidad. "Ellos llegan a los barrios con elementos como trapos, cepillos, jabón y se hace un acto protocolario en el que se les dan las herramientas a la comunidad para que cuiden lo suyo", dijo Patiño. Ya se han arreglado 13 monumentos. "A La Mariposa no le hemos llegado, le hemos llegado a otros 13 pero no a ese. En ese caso tenemos una labor de mayor envergadura, que es arreglar la motobomba. Pero algún día le llegaremos", agregó.





La comunidad se hace presente

Dentro de las políticas de desarrollo del espacio público de Planeación Distrital, está estipulado que es la comunidad la que se debe responsabilizar por el mantenimiento de las obras de su zona. La idea es que el Estado no sea el único responsable de mantener los bienes que aprovecha la comunidad. Por eso se están adelantando procesos de concientización y conformación de sociedades que se encarguen de la preservación de esos bienes. Esta es la función de los 'Demos', mecanismo mediante el cual los usuarios de la zona administran un espacio público ya intervenido por el Estado para su mantenimiento.

Pero los Demos han avanzado poco por un problema de normatividad de cobro para el aprovechamiento del espacio público. "La idea es que si la gente usa los espacios, es porque el Estado los puso ahí, entonces ellos se deben encargar de su mantenimiento", dijo Luz Angela Montenegro.

Con este propósito se creó la asociación 'San Victorino un buen negocio'. "El Distrito los acompaña para que se organicen y creen una asociación y les dicen qué tienen que hacer en materia de sostenibilidad. Ellos son entonces los responsables de obtener recursos para llevar sus obras a cabo", explicó Fernando Rojas.

Estos intentos de la comunidad por cuidar sus monumentos, es la única aproximación de mantenimiento que ha tenido La Mariposa. "Lo que hemos venido haciendo en San Victorino es proponer con el comercio formal e informal que se apropien de lo que es de ellos", dijo Carlos Alberto Garzón, alcalde de la localidad de Santafé. "Eso ha permitido que la Plaza no esté más deteriorada".

El futuro de 'La Mariposa'

El Plan de Ordenamiento Territorial sigue en marcha con los nuevos proyectos y obras para ejecutar. Sin embargo la lógica ha cambiado. Cada obra o monumento propuesto, debe traer implícito su mantenimiento. "Es que antes se invertía y no se pensaba en el mantenimiento", dijo Mondragón. "Ahora la orden de Mockus es que no se hace nada sin garantizar el mantenimiento, a través de los privados o de concesiones".

Sin embargo La Mariposa no entró dentro de este nuevo plan y nadie pudo garantizarle su mantenimiento. Los habitantes de la zona han utilizado los medios a su alcance para conservarla, mientras que el alguna vez orgulloso Distrito inventa mecanismos para sacarse la responsabilidad de preservar el patrimonio y cuidar aquello tan importante en costo y significado para la ciudad.

Lustrabotas, vendedores y fotógrafos se han unido al propósito de mantener por ellos mismos el monumento y evitar que la huella de transeúntes y habitantes de la zona perdure. Ellos han tratado de arreglar la bomba del estanque y limpiar las baldosas y hierros de La Mariposa. Pero los resultados de sus acciones son insignificantes, comparadas con los logros del vandalismo que ha impedido que la mariposa vuelva a volar.