VENEZUELA
Los votos que nadie quiere contar
A cuatro meses del referendo sobre la Reforma Constitucional donde Hugo Chávez sufrió su primera derrota electoral, los venezolanos no tienen todavía resultados finales de la votación mientras descubren graves inconsistencias en los parciales que ya conocen.
Ayer, 2 de abril, se cumplieron cuatro meses del primer revés sufrido en las urnas por el presidente Hugo Chávez desde que en 1998 tomó la vía electoral.
Fue el 2 de diciembre de 2007 cuando los venezolanos votaron la propuesta de Reforma de la Constitución Nacional promovida y llevada a referendo por Chávez. Al cabo de la noche de ese domingo tenso, el comandante bolivariano reconoció la derrota de su opción a pesar del estrecho margen de diferencia, algo más de uno por ciento, que para esa hora concedían los números oficiales a favor del “No” opositor. Técnicos del Consejo Nacional Electoral (CNE) le persuadieron de la irreversibilidad de la tendencia, según relató el presidente en una alocución transmitida en cadena nacional de radio y TV.
Pero también el 2 de abril el organismo electoral completó cuatro meses en mora, pues hasta el día de hoy no ha dado a conocer los resultados finales de los comicios, en medio de denuncias de graves inconsistencias numéricas.
El conteo divulgado con carácter oficial, que aún permanece disponible para la consulta pública en el sitio del CNE en Internet, corresponde a casi 88% de los electores que ese día efectivamente sufragaron. Ese corte muestra una ventaja de alrededor de 124.000 votos –el promedio alude al hecho de que la propuesta fue votada en dos bloques de artículos constitucionales expuestos modificaciones, cada uno con números diferentes de votos– a favor del rechazo a la reforma.
El 12% de ciudadanos cuya opinión resta consignar, votó en mesas que agrupan a cerca de 1.800.000 electores. Si la abstención durante la jornada rondó un promedio de 40%, distintos expertos ahora se preguntan, ¿cómo fue posible establecer la “irreversibilidad” de una ventaja de 124.000 votos, cuando faltaba contar un millón adicional?
Y sobre todo, si hay dudas razonables al respecto, la interrogante empieza a tornarse, desde la original de “¿Cuál fue el resultado real?” a otra más inquietante y fértil para las teorías de la conspiración: “¿En verdad fue derrotado Chávez?”.
Anomalía estadística
Dos economistas y profesores universitarios, Celina Añez y Baldomero Vásquez, introdujeron el pasado 24 de enero un Recurso de Amparo ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para solicitarle que ordenara al CNE la publicación detallada de los resultados. La Ley Orgánica del Sufragio establece en su artículo 33 que el CNE dispone de 30 días a partir de la celebración de los comicios para “publicar los resultados de todas las elecciones y referendos en la Gaceta Electoral de la República Bolivariana de Venezuela”. El tribunal está dominado ampliamente por magistrados cercanos al oficialismo.
Sin embargo, a estas alturas la iniciativa de la pareja de académicos va más allá de la exigencia ciudadana de cumplimiento hacia un organismo que, después de una inversión multimillonaria en tecnología, con frecuencia se jacta de contar con el sistema automatizado de votación más auditado, confiable y rápido del mundo. Ahora se trataría del derecho a la verdad y a conseguir la información documentada acerca de un episodio que pudiera encerrar o una sofisticada maniobra de manipulación política, o una anomalía estadística digna de estudio. Añez y Vásquez declararon a la revista Zeta de Caracas que, para ellos, no había duda de que “las graves inconsistencias numéricas (…) son la razón principal por la que el CNE no haya publicado las cifras absolutas a favor del ‘Sí’ y del ‘No’ de todas las 33.614 mesas del referendo”.
Habrá que reconstruir la secuencia de anuncios hechos durante la primera semana de diciembre pasado para entender a qué “inconsistencias” se refieren los expertos.
Al atardecer del 2 de diciembre, el rumor de una posible derrota oficialista se esparcía por todo el país como un reguero de pólvora. La primera confirmación fáctica a la que los periodistas pudieron dar crédito apareció al avanzar la noche: el ministerio de Información y Comunicación retiraba de diversos diarios de circulación nacional un aviso a página completa que debía ser publicado al día siguiente para saludar el triunfo del “Sí” en el referendo. A partir de allí, sólo quedó esperar el anuncio oficial. Pero las horas se alargaron. Un puñado de dirigentes de oposición se apostó frente a la sede del CNE, custodiada entonces por un cordón de efectivos de la Guardia Nacional, denunciando posibles maniobras que se estarían cocinando dentro del edificio. Se hablaba de un ultimátum que por entonces planteó el Alto Mando Militar a Chávez: si no reconocía la derrota que los primeros números presagiaban, la oficialidad no se haría responsable de los trastornos que pudieran ocurrir.
Finalmente, a primeras horas de la madrugada, la rectora principal del CNE, Tibisay Lucena, dijo que las cifras describían un verdadero final de fotografía. A pesar de esa paridad técnica, sin precedentes en la historia electoral de Venezuela, Lucena afirmó que “al analizar las transmisiones realizadas hasta el momento se determinó y comprobó que es una tendencia que no es reversible; es decir, que la votación se mantendrá con las actas aún faltantes y la tendencia se mantiene”.
¿ELECTORES RENUENTES?
Tres días más tarde, Lucena informó en un segundo boletín acerca de unos resultados que llamó “finales”, a pesar de que, a su propio decir, “aún están pendientes 2.000 actas (…) Todo ello representa unos 200.000 electores”.
Aunque según la versión oficial de este segundo corte “la tendencia irreversible anunciada el domingo pasado se mantuvo”, el anuncio –que sólo fue divulgado como nota de prensa, y cuyos soportes documentales no se encuentran hoy ni en el portal del CNE ni en ninguna otra fuente pública- hizo poco para disipar las dudas derivadas del primer boletín. Por el contrario: las amplió con nuevas incongruencias.
Entre uno y otro boletín se habrían contado actas procedentes de mesas donde votan poco más de 1.600.000 electores. Sin embargo, los votos válidos adicionales a favor tanto del “Sí” y del “No” en el mismo intervalo fueron apenas 42.374. En otras palabras, equivaldría a una abstención de alrededor de 90%, una proporción que no se corresponde ni a porcentaje registrado ese mismo día en las mesas escrutadas, y que tampoco tiene precedentes en la historia electoral de Venezuela.
Ante la incertidumbre y la profusión de hechos inéditos, la organización no gubernamental Súmate, dedicada a fomentar la participación ciudadana para supervisar el desempeño del poder electoral, y que también detectó la anomalía, asegura en un informe sobre el proceso comicial que un conteo rápido efectuado por su parte, sobre una muestra diseñada mediante procedimientos científicos, comprobó una ventaja del “No” de alrededor del 8,8% -bastante lejos del 1,3% oficial-, con un margen de error de 3%.
Sin embargo, no es la única proyección posible. En un informe preparado por Guillermo Salas a nombre de la agrupación Esdata –un conjunto de académicos y científicos universitarios que desde hace algún tiempo estudian los resultados electorales y el padrón de votantes para denunciar sus múltiples incoherencias y debilidades- admite que en el conjunto de mesas que no aparecen como escrutadas en el primer boletín del CNE (el único publicado de manera oficial) se cuenta un importante grupo de centros electorales en los que el presidente Chávez consiguió una ventaja muy amplia, por encima del promedio, durante las elecciones presidenciales de 2006: alrededor de 70% por ciento de votos en su favor, frente a 30% en contra. Es decir que si hubieran repetido esa tendencia durante el pasado referendo, luce probable que en esas mesas sin escrutar podrían hallarse los votos suficientes para acortar e incluso superar la ventaja de 124.000 votos a favor del “No”.
Claro que entre tantos escenarios potenciales brilla con luz propia la confesión de la parte interesada: Chávez aceptó su derrota. Pero, ¿por qué lo haría si los números e favorecían o al menos sembraban una duda razonable? ¿Para no evidenciar su vulnerabilidad ante la presión del alto mando militar? ¿Para ganar una pátina de nobleza democrática? ¿Qué lo habrá “inspirado” para referirse, un día después del referendo, a tildar el resultado –en cadena nacional de radio y TV- como una victoria “de mierda” de la oposición? En este punto conviene recordar que en los documentos filtrados de lo que serían los archivos del presunto computador del número 2 de las FARC, Raúl Reyes, una de las citas que la prensa colombiana publicó relata que Chávez le habría dicho a “Márquez” –presumiblemente, el líder insurgente Iván Márquez-: “La verdad, nos dijo, es que él gano por 5.000 votos, pero que si hubiera insistido en un triunfo tan precario habría explotado una situación violenta que habría desestabilizado el gobierno".
Lo constatable, por ahora, es que el organismo electoral venezolano se sigue reservando los resultados oficiales del referendo como si de la clave de una telenovela se tratara: continuará.