Villamizar, el colombiano errante

El ex integrante de Bacilos presenta un álbum con el que busca encontrar un sello personal que lo distinga de su anterior grupo. Escogió al inglés Richard Blair como productor.

8 de mayo de 2008

Dicen que Jorge Villamizar se alejó del tropipop. Que para iniciar su carrera de solista se decidió por otro tipo de sonidos, como quien empieza a salir con una nueva novia, o como quien resuelve abandonar el barco antes de que se hunda. Pero ninguna de las dos comparaciones sería la más justa para hablar de su nueva etapa artística. Eso a pesar de ser ampliamente conocidas sus movidas sentimentales (divorcio, noviazgo con Julieta Venegas y feliz soltería) y de ser evidente el deceso del movimiento local al que se le atribuye autoría a Carlos Vives y gran parte de su 'legado' a Bacilos, la agrupación que él lideró.

Y no lo son, porque ya desde las épocas del grupo, él jugaba a incluir canciones con un sabor diferente a las conocidas Caraluna, Tabaco y Chanel y Pasos de gigante, con las que hizo méritos para ganarse el rótulo de 'tropipop'. Pero mientras las anteriores se convirtieron en éxitos dignos de bailarse en cualquier país de Latinoamérica, hubo otras escondidas y nunca promocionadas como Barcelona, En algún recuerdo o Manchados de amor, que muestran como Jorge no era un fiel discípulo de este género. Que tarde o temprano evolucionaría hacia algo distinto, tal como ocurre en estos días, tiempo después de haberse desintegrado Bacilos, cuando presenta su primer trabajo en solitario titulado Villamizar.

Su álbum es el resultado de un lento proceso que tardó cerca de tres años en poder ser materializado. Antes que ceder a las presiones de la gente que esperaba un disco lleno de hits comerciales al estilo Mi primer millón prefirió buscar con calma lo que mejor iría con él después de tantos cambios en su vida. Una noche en la que estaba en una fiesta de Siddesteper se dio cuenta que Richard Blair, director de este proyecto, era el preciso para dar el siguiente paso. "Yo tengo varios amigos que son productores, pero cuando vi a Richard me di cuenta de la atención que él le pone al detalle, a lo artesanal, y eso era lo que yo quería. Necesitaba distinguirme de lo que había hecho con Bacilos pero tenía que conservar mi estilo", explicó Jorge acerca de la decisión de trabajar con el inglés. Dijo además: "Uno es lo que es, pero el productor es el arquitecto, el decorador".

De la mano de Blair, otros músicos que trabajan habitualmente con este productor se unieron para participar en la creación del álbum. En este caso se trató de Teto Ocampo en la guitarra, y Erika Muñoz con Goyo en los coros. Él, consciente de la suerte de haber trabajado con ellos, sintió que el destino le había hecho una jugada: "Hace años cuando vivía con mi familia en Ecuador teníamos una librería a la que cada semana llegaban a tocar grupos del pacífico. Desde esa vez me enamoré del folclor colombiano," recuerda con emoción. Así mismo, en pleno auge de Bacilos cuando se inauguró la Fundación Caraluna, se planeó que una de las principales actividades fuera enseñar a tocar instrumentos de percusión a niños de zonas marginadas del país y vincularlos con música autóctona de su región.

Ahora, con la oportunidad de grabar al lado de artistas del folclor local en beneficio de sus propias canciones, compuso una de corte autobiográfico y que se destaca por encima de otras en su álbum: El colombiano errante. Habla sobre su posición de colombiano en el exterior, de cómo viviendo en un país y en otro ha tenido que poner la cara por las tragedias y los episodios intensos, como él llama a las malas noticias que llegan hasta afuera. "Esta canción es mi definición y a la vez una aclaración. Yo no escogí emigrar, mis padres lo hicieron cuando era muy pequeño, pero no por eso soy menos colombiano. Me ha tocado asumir la nacionalidad y defenderla en todas partes", afirma el cantante, quien vivió parte de su niñez y adolescencia en Ecuador, luego un corto periodo en Londres cuando pensó en estudiar Ciencias Políticas, y después en Miami, a partir del momento en que definió que se dedicaría de lleno a la música.

Es posible que para Jorge resulte una necesidad hablar sobre su condición de colombiano. No sólo en canciones de Bacilos como La olla o El edificio lo haya hecho por los lados, sino que incluso se da el lujo de opinar abiertamente sobre asuntos políticos. Aunque ya sea un tema que empieza a desgastar insiste en que a pesar de sentirse muy orgulloso de la democracia colombiana, no siente que esté pasando lo mismo en Ecuador, donde según él "hay un modelo político sin tanta libertad".

Villamizar sería un disco incompleto sino incluyera las consabidas canciones de amor que han marcado su carrera. Como no hay una mujer a la vista que le pueda inspirar clásicos al estilo Lo mismo que yo, en esta ocasión son de desamor. Su primer sencillo Ninguna se lo dedica a una mujer de la que él tuvo la intuición iba a 'barrer el piso' con él. "Cuando le mostré la canción se molestó mucho conmigo, pero ella tendría la audacia y sería muy capaz de romperme el corazón. Se lo dije de forma muy bonita", asegura.