La indignación de algunos sectores por el llamado de Petro a la movilización social me motiva a escribir estas líneas, pues es predominante la equivocada e idealizada idea de que la democracia es sólo un sistema político en el que cada persona puede elegir a sus gobernantes y representantes mediante el voto.
Y esa idea equivocada es reproducida tanto por gobernantes (los llamados “políticos tradicionales") como por grandes medios de comunicación, que afirman que el voto es la manera de cambiar las cosas que no te gustan. Y por eso invitan a la participación política. No conciben (o no quieren concebir) otras formas de participación política, democrática y legal que no sea votar. Pero no es así.
Están equivocados (¿o intencionalmente equivocados?). La movilización social es otra forma legal de participar en política, así como los procesos de educación popular y de construcción de poder popular. Para muchos lectores esto puede sonar extraño, pero se trata de intentar cambiar las cosas mediante la transformación de prácticas culturales, que en últimas es más importante que darle relevo a las mismas élites cada cuatro años mediante el voto. Por ejemplo, si se empiezan procesos de educación con comunidades para cambiar las prácticas violentas, quizá más fácilmente éstas dejen de resolver problemas violentamente que si le dices vota por éste o aquél para lograr la paz (obvio hay más condiciones necesarias para la paz). El ejemplo no necesariamente tiene que ser con el tema de la violencia, hay muchos, y el tema es mucho más amplio y complejo como para explicarlo solo en estas líneas.
En la izquierda se dan muchos debates en torno a esto. Porque hay quienes creen en la importancia del voto (sin desconocer la importancia de las otras formas), pero hay otros muchos que no le apuestan a la política electoral, pues consideran que “el sistema” está diseñado para elegir a los mismos pero con otras caras. Creen que es más importante enfocarse en el trabajo con las comunidades para transformar prácticas culturales o creencias. La derecha no le apuesta a esto porque sencillamente no quiere cambiar nada. Así como está, está bien para sus intereses.
Pero volviendo al tema de las movilizaciones… la política es un “juego” de poder que intenta ser enmarcado en lo jurídico, pero en ocasiones lo desborda; y por eso se generan transformaciones. Porque lo jurídico se adapta (o trata de adaptarse si la correlación de fuerzas políticas lo permite) a las exigencias que se van presentando en diferentes momentos. Claro está que también con iniciativas jurídicas se intentan cambiar costumbres políticas. Es por esto que vemos que constantemente se está legislando, y que constantemente diferentes sectores se movilizan cuando esa legislación les perjudica.
Petro, que no es tonto, lo entiende muy bien. Si él ve que la coyuntura de su destitución por el poder abusivo del Procurador es una oportunidad para generar una movilización popular (que en últimas es una demostración de poder del pueblo) que desemboque en una transformación de las instituciones y de la cultura política del país en favor de la paz, lo hará. Y es legal y legítimo que lo haga. También está demostrando que así lo inhabiliten por quince años, no morirá políticamente. Que las élites que lo quieren ver fuera de juego, no se librarán de él tan fácilmente.
Ahora, con respecto a su destitución del cargo. La figura de Petro en la política colombiana es mucho más que la de “Alcalde de Bogotá”. Cuando él afirma que es “un hijo de la paz” es cierto. Es hijo de la paz que hizo el Estado con el M19, y que gústenos o no, el M19 ha cumplido con ese pacto de paz y el Estado no tanto. Y él de alguna manera es la prueba de que si es posible cambiar las cosas en Colombia por la vía legal y de las instituciones; es decir, es la prueba de que lo que tenemos en Colombia si es medianamente “democrático”.
Es por esto que la destitución por parte del Procurador no es simplemente un acto jurídico (que legalmente también deja mucho que desear) contra un funcionario "X", sino un acto político que va directo –como un misil- a La Habana, donde se negocia otra paz. Y la figura de Ordoñez también es mucho más que la de “Procurador”, pues él encarna una innegable posición ideológica y religiosa cuyos intereses están claramente contrapuestos a los que representa Petro. Por eso, más allá del tema de las basuras, todo el mundo sabía que lo iba a destituir.