Si bien hay suficientes elementos para establecer la conexión en Antioquia entre el proyecto paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y las empresas de vigilancia y seguridad privada, conocidas como ‘Convivir’, no se tiene aún el eslabón que ligue todo ello con el expresidente Álvaro Uribe Vélez y se le pueda atribuir un delito.
Para lograr un vínculo que permita la judicialización de Uribe Vélez se tendría que tener un conjunto de pruebas contundentes, entre ellas que se haya reunido en algún lugar del país con jefes paramilitares para acordar el impulso a las ‘Convivir’ y, a través de ellas, promover la expansión del paramilitarismo en el departamento que gobernó entre 1995 y 1997.
Hasta el momento se desconoce si en los tribunales de Justicia y Paz algún paramilitar ha entregado información clara y precisa sobre los nexos directos entre el expresidente y quienes comandaban las AUC a mediados de la década del noventa que pueda convertirse en pieza clave para asociarlo con la ilegalidad. Si acaso hubo reuniones secretas para concertar acciones con el proyecto paramilitar no hay testigos que se refieran en ellas, entre otras razones, porque quienes podrían saber algo están muertos, entre ellos el exsecretario de Gobierno de la época, Pedro Juan Moreno Villa.
Sin embargo, hay algunas dudas que proyectan sombras sobre la presunta relación de Uribe Vélez y la promoción de las ‘Convivir’ en el Urabá antioqueño con las AUC, que lideraban los hermanos Vicente y Carlos Castaño Gil. La primera de ellas tiene que ver su tendencia a minimizar la relación entre unos y otros, tal como quedó plasmado en su reciente pronunciamiento, que tituló ¿Por qué soy paramilitar?: “Durante el ejercicio presidencial, un paramilitar desmovilizado, hasta entonces desconocido, apareció como integrante de una de las Convivir de Antioquia, caso que reconocí ante la opinión ciudadana”.
Tal afirmación es falsa. Al revisar las actas de constitución de las doce ‘Convivir’ que se conformaron en Urabá surgen varios nombres asociados a unas y otras. En la cooperativa La Tagua del Darién, constituida el 28 de octubre de 1996 aparece Jaime Alonso Castrillón Echeverría, desmovilizado del Bloque Bananero de las AUC.
En la cooperativa La Palma, creada el 15 de junio de 1996, estuvo registrado Luis Carlos Mercado Gutiérrez, conocido con el alias de ‘Pantera’, quien participó como integrante del Bloque Élmer Cárdenas en la masacre de La Horqueta, en la Mesa, Cundinamarca, perpetrada el 21 de noviembre de 1997. En esta misma ‘Convivir’ fue inscrito Otoniel Segundo Hoyos Pérez, desmovilizado de ese mismo bloque y quien participó en el despojo de tierras en el Urabá antioqueño.
En la ‘Convivir’ llamada Costa Azul, constituida el 15 de julio de 1996, aparece Carlos Alberto Ardila Hoyos, conocido con el alias de ‘Carlos Correa’, un importante jefe de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu), quien comandó inicialmente el Bloque Élmer Cárdenas y tras su muerte fue reemplazado por alias ‘El Alemán’. En esta misma cooperativa fue registrado Arnoldo Vergara Trespalacios, alias ‘Mochacabezas’, quien participó en la masacre de Mapiripán, en el Meta, ocurrida entre el 15 y el 20 de julio de 1997.
Sin mayores argumentos, el expresidente Uribe trata de desvirtuar las versiones de los jefes paramilitares que operaron en el Urabá antioqueño, quienes han indicado en diversas ocasiones que las ‘Convivir’ se convirtieron una estructura clave para la expansión del proyecto contrainsurgente en esa región y en buena parte del país. Tal como lo aseveró Fredy Rendón Herrera, alias ‘El Alemán’, de esas cooperativas “surgirán cuadros, hombres y armas” que luego se integraron al Bloque Élmer Cárdenas, que estuvo bajo su mando.
En una de las sentencias proferidas contra Rendón Herrera, proferida por la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá, con ponencia de la magistrada Uldi Teresa Jiménez López y fechada el 16 de diciembre del 2011, se conceptuó que las ‘Convivir’ se convirtieron en “un elemento para el desarrollo y expansión de los grupos paramilitares. Fueron los espacios donde se concertaron las primeras alianzas entre estos ejércitos privados, la clase política local, miembros de la fuerza pública, y aportes de empresas multinacionales y nacionales”.
Un segundo aspecto que también proyecta sombras sobre la figura del expresidente Uribe Vélez es su defensa a ultranza de la legalidad de las ‘Convivir’ que aparece reseñada en su texto ¿Por qué soy paramilitar? Este modelo de seguridad privada tuvo piso legal con el Decreto 356 del 11 de febrero de 1994, que creó el Estatuto de Vigilancia y Seguridad Privada, firmado por el entonces ministro de Defensa, Rafael Pardo Rueda, hoy ministro de Trabajo.
Uribe Vélez precisa que “como gobernador de Antioquia la apoyé y la promoví porque creo en la colaboración ciudadana con la Fuerza Pública. Esta colaboración construye confianza institucional en los ciudadanos, evita su postración ante el crimen o que busquen salidas contrarias a la ley. También la colaboración del ciudadano, al poner sus ojos en la Fuerza Pública, obliga a sus integrantes a ser más eficaces y a proceder con transparencia”.
Sin embargo, su postura iba más allá. En una carta de 18 hojas, fechada el 20 de marzo de 1997, el entonces secretario de Gobierno Departamental, Pedro Juan Moreno Villa, le cuestiona a José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights, sus críticas sobre las ‘Convivir’. En uno de los apartes de la misiva, el funcionario, que viene disertando sobre la debilidad del Estado y su fuerza pública, se pregunta: “Si resulta urgente superar el estado de indigencia del Ejército y la Policía, ¿por qué ha de tildarse de ‘guerrerista’ a quien de veras asume el liderazgo en la reivindicación civil de la acción militar?”.
¿A qué podría referirse Moreno Villa cuando habla de la “reivindicación civil de la acción militar”? ¿Será esa la clave para entender todo este asunto? Semanas atrás de esa misiva, Uribe Vélez le escribió a monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, para ese entonces presidente de la Conferencia Episcopal, en la que hace una defensa férrea de las ‘Convivir’, y advierte que “sería equivocado desistir de una estrategia útil a la conquista de niveles aceptables de seguridad”.
Y por último, un tercer aspecto tiene que ver con la coincidencia que existe entre el crecimiento de las cooperativas de vigilancia y seguridad privadas en Antioquia y la reconfiguración del proyecto paramilitar en 1997, cuando se convirtieron en las AUC. Para esa época, según la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá, en Antioquia tenían reconocimiento 87 ‘Convivir’, compuestas por 6.248 integrantes, todas ellas constituidas durante el periodo de gobierno regional de Uribe Vélez. ¿Pura coincidencia?
Aún falta el eslabón que conecte al ex presidente con la ilegalidad. Acaso no exista. Pero hay aspectos que proyectan sombras. Ojalá la justicia las pueda disipar.
*Periodista y docente universitario