OPINIÓN ON-LINE

Las reparaciones del otro lado

Aunque a muchos no les gusté o no estén enterados, al Estado también le tocara pedir perdón y reconocer numerosos crímenes.

Ariel Ávila, Ariel Ávila
16 de febrero de 2016

Llegó el momento de comenzar a decirnos algunas verdades o mejor de comenzar a aceptarlas. El país, a las FARC, le va a pedir que entreguen los secuestrados, que diga dónde quedaron los cadáveres de muchos de ellos, que cuenten todos los delitos que cometieron, y que reconozcan hechos como los del Nogal o las pescas milagrosas, además que pidan perdón por todos crímenes cometidos. Pero también, hay que recordar que las FARC no fueron las únicas responsables de muchos hechos de violencia y crímenes cometidos en este país.  

Aunque a muchos no les gusté o no estén enterados, al Estado también le tocara pedir perdón y reconocer numerosos crímenes.  A ese mundo que se le llama FARC y a su entorno político, tanto la sociedad, como el Estado, además de pedirles perdón deberán hacer acciones de justicia restaurativa. Tal vez una de las acciones más importantes tienen que ver con lo que se podrían llamar la restauración política.

Por ejemplo, uno de los grandes debates que existen en la actualidad es si las FARC tendrán algunas curules en el Congreso. Esta realidad qué le cuesta al país aceptar es fundamental y necesaria para sacar adelante los decretos y leyes que surjan de los acuerdos firmados en la Habana, esto lo analizaré en una columna posterior. Pero además esta realidad de verlos en el Congreso por simple lógica de los acuerdos, es también un ejercicio de justicia restaurativa.

Desde mediados de la década de los ochentas del siglo pasado  o mejor desde 1986 cuando se dio la elección popular de alcaldes y gobernadores hasta 1995, más de tres mil miembros de la Unión Patriótica fueron asesinados por una acción llevada a cabo por narcotraficantes, paramilitares, agentes estatales y élites locales. Básicamente la elección popular de alcaldes y gobernadores asustó a las élites locales que durante décadas habían gobernado de forma estable. Estas élites ante la llegada de la democracia se aliaron con narcos y paras para asesinar la oposición política. A ese periodo de la historia se le conoció como la Guerra Sucia y a la operación  liderada por agentes estatales se le conoció como el Baile Rojo.

En el siguiente cuadro se puede observar los niveles de violencia política durante estos años. Desde la elección popular de alcaldes y gobernadores, la guerra sucia fue en aumento, compárese el año de 1985 con 1986.

EVOLUCIÓN DE LA VIOLENCIA EN COLOMBIA

1981-1991

 Años
Asesinatos políticos
Desapa-
recidos
Limpieza
social
Total
víctimas
Muertos
en
combate
Gran
Total
Promedio
diario de
víctimas
Total
homicidios
Promedio
diario homicidios
% Violencia
política y
Violencia total
1981
 269
 101
-
 370
 95
 465
 1,27
 10713
 29,76
 4,34
1982
 525
 130
-
 655
 69
 724
 1,98
 10580
 29,39
 6,84
1983
 594
 109
-
 703
 173
 876
 2,40
 9721
 27,00
 9,01
1984
 542
 122
-
 664
 225
 889
 2,44
 10694
 29,71
 8,31
1985
 630
 82
-
 712
 386
 1098
 3,01
 12899
 35,83
 8,51
1986
 1387
 191
-
 1578
 362
 1940
 5,32
 15672
 43,53
 12,38
1987
 1651
 109
-
 1760
 313
 2073
 5,68
 17419
 48,39
 11,90
1988
 2738
 210
 273
 3221
 1083
 4304
11,79
 21100
 58,61
 20,40
1989
 1978
 137
 364
 2479
 732
 3211
 8,80
 23312
 64,76
 13,77
1990
 2007
 217
 267
 2491
 1229
 3720
10,19
 24267
 67,41
 15,33
1991
 1829
 180
 389
 2398
 1364
 3762
10,31
 28284
 78,57
 13,30
TOTAL
14.150
1.588
 1.293
17.031
 6.031
23.062
-
18.4661
-
 12,49

Fuente: Informe Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 1993.

Los anteriores datos fueron presentados en el informe de derechos humanos que realizó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Nótese cómo desde 1986 las cifras comenzaron a aumentar vertiginosamente. Se podría afirmar que en las negociaciones de la Uribe, Meta, entre las FARC y el gobierno, que se desarrollaron durante buena parte de la década de los ochentas del siglo pasado, al final hubo una intención clara del grupo guerrillero de negociar, pero en ese intentó el Estado los traicionó y permitió que los masacraran.  

Producto de esa negociación había surgido la Unión patriótica o UP, que fue en parte conformada por personas cercanas al movimiento guerrillero. La UP en poco tiempo logró 25 alcaldías de forma directa, al menos otras 123 por coalición y cerca de una decena de congresistas.   

El denominado plan Baile Rojo comenzó en Barrancabermeja el 30 de agosto de 1986 con el asesinato del representante a la Cámara Leonardo Posada. Poco después se supo del asesinato en Villavicencio de otro representante la Cámara, Pedro Nel Jiménez, el 1 de septiembre de 1986. Luego siguió otro congresista Pedro Luis Valencia asesinado en 1987. Luego fue asesinado el representante por el Guaviare Octavio Vargas Cuellar. El propio Iván Márquez hoy jefe negociador de las FARC en la Habana era representante a la cámara por el Caquetá y ante el inició de la guerra sucia fue obligado a irse a la guerrilla nuevamente para buscar refugio e igual sucedió con Braulio Herrera.

Más de tres mil miembros de este partido político fueron masacrados, entre ellos dos candidatos presidenciales; Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo, y uno de los último en ser asesinados fue Manuel Cepeda Vargas en 1994, quien para ese momento era senador.

La UP fue un partido político de oposición y las FARC durante el proceso de paz fue solo un componente, es decir, la UP era más que las FARC, pero sin duda este partido fue la primera apuesta política seria del grupo guerrillero, y cuando lo intentaron los masacraron. Así las cosas los crímenes se cometieron de lado y lado, y si bien lo que acabo de narrar no exonera a las FARC de todos los crímenes que cometieron y por los que tienen que responder, también es cierto que tal vez el país tenga que reparar del otro lado y como mínimo el Estado deba considerar la posibilidad de regresar las curules que este partido y sus aliados políticos tenían en el Congreso, cerca de 10 curules para las FARC.

La jurisdicción especial para la paz que se firmó el 15 de diciembre de 2015 en el marco de los acuerdos de paz llevará al país a un profunda catarsis social, allí la sociedad se dará cuenta o reconfirmarán que las FARC cometieron muchos crímenes, pero que también políticos, empresarios y  diferentes sectores sociales utilizaron la guerra sucia para destruir cualquiera que se les intentara oponer.

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