OPINIÓN

La terca violencia política

Este país se niega a atreverse a la convivencia pacífica, a la tolerancia y al respeto por el otro, como si los ejercicios para ampliar la democracia que se escriben con sangre se hicieran para ser violados inevitablemente. Como si ser colombiano fuera cargar con un ADN violento y magnicida.

Ana María Ruiz Perea, Ana María Ruiz Perea
5 de marzo de 2018

Según se observa en los videos que circularon por redes sociales el pasado viernes 2 poco antes del mediodía, el Centro Democrático había organizado un mitin de campaña en la Arcada del puente del Humilladero de Popayán. Un mitin como el que hicieron la Coalición Colombia, el Partido Liberal o la Colombia Humana un par de semanas atrás. Los opositores del uribismo, que son muchos y muy vociferantes en una ciudad universitaria, llenaron la parte alta del parque y gritaban desde ahí consignas en contra del partido y del expresidente Uribe. Según se ve, las autoridades habían cercado con vallas varias calles, y había un fuerte cordón policial. Los candidatos salieron raudos del lugar de los hechos una vez terminó el acto, pero la piedra y los gases quedaron instalados en la ciudad hasta entrada la tarde; no hubo más clases, cerraron locales y evacuaron oficinas. Como siempre desde los años 70, la policía reprimió a los manifestantes –estudiantes en su mayoría-, que respondieron con piedra a los gases lacrimógenos. Policías a caballo contra manifestantes. Disturbios. Esmad.

Casi en simultánea, en la Plaza Santander de Cúcuta el candidato presidencial Gustavo Petro trataba de llegar a la tarima que su campaña había puesto para el mitin, cuya instalación había protegido la guardia indígena ante la orden de la Alcaldía que con leguleyadas se negó a dar el permiso para ese acto político. De nada sirvió que el ministro del Interior le recordara al alcalde la Constitución y la ley, parece que eso por allá no opera. Moviéndose en una camioneta blindada que conducía la escolta suministrada por el Estado, el candidato intentó llegar a la tarima pero el vehículo fue agredido por una horda de gente que disparó (balas? perdigones?) que rompieron el vidrio en el que se movilizaban él y su candidato al senado, quien transmitió la azarosa escena con su celular, en directo. Ahí está completo el registro, en las redes. Se escucharon 4 disparos de algo que, según dijo el mismo candidato después en redes, no son balas, pero sin duda es mucho más que huevos o piedras. Digamos que al lado de esto, lo que le lanzaron a Timochenko en Armenia hace 15 días parecen cariños.

Lo de la Farc, como lo del Centro Democrático y lo de la Colombia Humana este viernes, son diferentes expresiones de la misma intolerancia política que ha sido la raíz y la carne de la violencia que ha campeado en Colombia por siglos, desde la Patria Boba hasta hoy. Federalistas y centralistas, bolivarianos y santanderistas, liberales y conservadores, godos y cachiporros, la oposición política que hoy se llama derecha e izquierda llama a la creación de clanes, a la formación de alianzas no para construir sino para destruir conjuntamente al otro, para acabar con él, para desaparecerlo.

Se siente denso respirar la política por estos días. Para quienes vivimos la zozobra de finales de los ochenta, y sabemos lo que significa el asesinato de 4 candidatos presidenciales en pocos meses, lo que sucedió el viernes 2 de marzo ya no produce estupor, sino una infinita tristeza.

Será que no sirvió de nada haber sacado adelante un proceso constituyente y una Constitución en 1991, y que seguimos perdiendo el tiempo con las negociaciones que llevaron a firmar un Acuerdo de terminación del conflicto en 2016, porque este país se niega a atreverse a la convivencia pacífica, a la tolerancia y al respeto por el otro, como si los ejercicios para ampliar la democracia que se escriben con sangre se hicieran para ser violados inevitablemente. Como si ser colombiano fuera cargar con un ADN violento y magnicida.

La MOE recordó que permitir la realización de todos los actos de campaña y garantizar el orden público, es tarea de los alcaldes. En los hechos de este funesto viernes 2 la policía fue ambigua, en Popayán reprimía pero en Cúcuta no controlaba. Y mientras la violencia se instalaba en las calles, los alcaldes se desentendieron, como si el asunto no fuera con ellos. ¿Otra vez la violencia política marcándonos el destino?

PS/ Para votar el 11 de marzo hay buenas opciones, pero toca escarbar. Entre las 2.736 personas que optan por una curul, 631 tienen antecedentes disciplinarios o judiciales, 103 tienen condena vigente en la base de datos de la Policía Nacional, 76 tienen registros de antecedentes como tráfico de estupefacientes, inasistencias alimentarias y lesiones personales. En campaña hay herederos de Odeberecht, del cartel de la toga, de la hemofilia, de los alimentos escolares, de Saludcoop. Hijos e hijas, esposas, ahijadas, sobrinos, herederas y testaferros de narcos y redes corruptas que se chupan las arcas del estado. Antes de votar, averigüe y revise antecedentes. Vote, pero vote bien. Sí hay por quien. #YoVotoVerde #SePuede.

@anaruizpe

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