OPINIÓN
Bravuconería
Los rusos no dicen que vayan a intervenir, sino que nadie debe hacerlo, como se desprende de las amenazas hechas por Estados Unidos con la aquiescencia muda de su “socio estratégico”, Colombia.
Se indigna el canciller Carlos Holmes Trujillo ante la pretensión del Parlamento de la Federación de Rusia de opinar sobre asuntos mundiales: en este caso, sobre Venezuela, rico país petrolero socio de Rusia en muchos negocios. Y lo corea la prensa, dócil: “Dura respuesta” a los rusos, “respuesta contundente”, etcétera. Clama el canciller: “Colombia reitera que cualquier despliegue o incursión militar de apoyo al régimen de Nicolás Maduro pone en riesgo la transición democrática y la normalización constitucional de Venezuela, y constituye una amenaza a la paz, la seguridad y la estabilidad de la región”.
¡Qué gallito de pelea el canciller Trujillo! Rusia debe estar temblando.
Pero ¿y ante los Estados Unidos? ¿Ha protestado enérgicamente el canciller Trujillo por las amenazas del presidente Donald Trump sobre su propia incursión militar de apoyo a la oposición venezolana para derrocar al régimen de Nicolás Maduro? Por el contrario: ahí el gallito se muestra gallina, diciendo que “el gran error de Rusia es mirar un asunto regional como un asunto político global. Las épocas del pasado quedaron en el pasado. Estamos frente a una nueva realidad, y el asunto de Venezuela es regional”.
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América para los americanos, como dijo el presidente norteamericano James Monroe, con cuya justificación se han hecho las 20 o 30 intervenciones militares de los Estados Unidos en los países del que llama su “hemisferio”, su mitad de la esfera del mundo, empezando por el Canadá y por México. Los cuales, prudentemente escaldados como gatos desde hace tantísimos años, se abstienen de opinar. Por lo visto no son tan valientes como el canciller Trujillo.
Los rusos no dicen que vayan a intervenir, sino que nadie debe hacerlo, como se desprende de las amenazas hechas por Estados Unidos con la aquiescencia muda de su “socio estratégico”, Colombia
Pero lo dicho por los rusos es lo contrario de lo que traduce el canciller: no dicen que vayan a intervenir, sino que nadie debe hacerlo, como se desprende de las amenazas hechas por los Estados Unidos con la aquiescencia muda de su “socio estratégico”, Colombia. El Parlamento ruso condena “el uso ilegítimo de la fuerza militar contra Venezuela por parte de otros Estados que respaldan a la oposición” y advierte que “será considerado por el Consejo de la Federación de la Asamblea Federal de la Federación de Rusia solamente como un acto de agresión contra un Estado soberano y una amenaza a la paz y seguridad internacionales”. Todo lo cual es perfectamente adecuado para una nota de advertencia emitida por un Parlamento; una nota que, como parece haber escapado a la atención del embravecido canciller Trujillo, no va dirigida a Colombia en particular, sino a toda la comunidad internacional representada por una docena de Parlamentos.
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Pero la Colombia del canciller obedece inclusive antes de recibir órdenes. Ya lo mostró el embajador de los Estados Unidos al usar una invitación a desayunar en su casa para darles instrucciones a los parlamentarios colombianos que estudian las objeciones del presidente Iván Duque a la Justicia Especial para la Paz (JEP). Y eso es solo el desayuno. Nos quedamos sin saber cómo iba a ser la cena, pues el mismo embajador la desconvidó. Pero estamos esperando el almuerzo.