El Censo Nacional Agropecuario es el punto de partida para establecer el verdadero diagnóstico social de la Colombia rural, que todos reclamamos con urgencia.
Lamentablemente sobre ese asunto tan delicado y fundamental para el proceso de paz y el desarrollo agrario, se está improvisando: no se justifica hablar de desarrollo rural integrado, y al mismo tiempo tramitando un proyecto de ley sobre oportunidades rurales, si aún no se conoce el inventario real de la Colombia rural, que desde muchas décadas atrás está abandonada por el Estado, con la generación de todo tipo de problemáticas sociales, que estamos padeciendo con desplazamientos hacia las áreas urbanas. Se calcula que por esta causa, son aproximadamente cinco millones de campesinos que se encuentran en las ciudades fortaleciendo los cinturones de miseria.
Si se logra que el Censo Nacional Agropecuario, que se viene anunciando desde hace tiempo, sea una realidad con todas las variables técnicas y productivas de industrialización y comercialización de sus productos, más los beneficios sociales para nuestros campesinos, podemos estar seguros que hemos entrado en una etapa de franca recuperación.
El gobierno debe tener en cuenta que las organizaciones campesinas están esperando, les cumplan los compromisos adquiridos, producto del paro agrario de agosto del 2013, y que según sus promotores, a la fecha solo se ha cumplido en un 10%, por tal motivo fijaron su continuidad para el mes de febrero del año en curso.
Aunque el señor ministro de Agricultura, doctor Rubén Darío Lizarralde, tenga las mejores intenciones de sacar adelante planes y programas de desarrollo en beneficio de nuestros campesinos más necesitados, pero, especialmente de quienes han sido golpeados por los grupos ilegales, se requiere con urgencia que la Autoridad competente dé a conocer al país los resultados del censo, con todas las recomendaciones que se requieren para poder dosificar las necesidades más urgentes.
Todo indica que tan delicada e importante misión le corresponde al Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane, que según su director Mauricio Perfetti, serán censados 3.9 millones de predios rurales, de los cuales 182 corresponden a territorios de comunidades negras, y 770 a resguardos indígenas.
¿Pero qué implicaciones deberá tener el Censo Nacional Agropecuario?
Lo primero que debe hacerse es que los predios que pretendan ingresar como productivos, tengan su situación jurídica definida de conformidad con la Ley de Tierras, o que sus dueños las estén poseyendo por los menos de buena fe.
De nada sirve un inventario de tierras con problemas de tradición y tenencia, si aún sus legítimos dueños que fueron desplazados por las organizaciones ilegales, continúan a la espera de su restitución.
Es lamentable tener que decirlo, pero, en Colombia, no existe un inventario de desarrollo rural, el Incoder, que desde hace más de cinco años viene implementándolo, ha fracasado en sus intentos puesto que no dispone de la logística técnica que garantice un desarrollo creíble y eficiente. Finalmente ha sido la USAUID, quien con recursos propios viene manejando el proyecto. Mientras tanto, los archivos de la Colombia rural continúan arrumados en bodegas que no ofrecen las más mínimas condiciones de conservación. Son millones y millones los títulos que hay que reconstruir, puesto que han sido destruidos para ocultar todo tipo de arbitrariedades y actos delincuenciales, o deteriorados por el mal manejo.
Agotado el anterior recurso, se debe emprender una campaña, de regreso del campesino al campo. Esto quiere decir, que una vez se les haya restituido sus derechos, brindarles todas las garantías necesarias para que inicien una nueva vida productiva, rodeados de las prestaciones sociales pertinentes.
Del Censo Nacional Agropecuario, se deben concluir otros elementos básicos, que hay que tener en cuenta, siempre y cuando, las políticas del gobierno sean claras y estén manejadas por expertos de cada tema en particular.
Nos permitimos señalar algunas de ellas que han sido concluidas de conformidad con nuestras investigaciones realizadas a través de varios años, pero muy especialmente con el apoyo de la: Fundación Identidad Campesina “Fundicampo” en donde se evalúa el recurso humano, frente a los diferentes procesos de desarrollo.
Es importante advertir que respeto al tercer Censo Nacional Agropecuario, debe quedar implícito el valor agregado del recurso humano del cual son portadores los pequeños y medianos productores. Una buena cosecha jamás se improvisa, ella, es el producto de la dedicación, cultivo y siembra de cada uno de los productos que se pretenden incorporar, con miras a ser industrializados y finalmente comercializados, en los mercados nacionales e internacionales, para estos efectos se deben seguir las siguientes etapas:
- Definir el potencial exportador de los productos del sector agrario, teniendo en cuenta la capacidad de producción y sus variedades.
- Levantar la ficha técnica de cada uno de ellos, incluyendo los empaques y embalajes, sistemas de conservación y manipulación en lugares de origen y de destino.
- Levantar el mapa productivo por regiones, teniendo en cuenta la mano de obra calificada y la identidad: producto – región.
- Conformar las cadenas productivas.
- Aplicar las alianzas estratégicas.
- Definir los mecanismos de industrialización y comercialización.
- Logrados los anteriores requisitos se hace indispensable vincular la producción con los mercados nacionales e internacionales.
- Mercados Internacionales vía: TLC, del éxito de la gestión del Censo Nacional Agropecuario, depende que los compradores internacionales se comprometan con contratos a futuro.
Finalmente no debemos olvidar que el futuro de nuestro país depende del sector agropecuario: “La paz vendrá del campo”
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