OPINIÓN ON-LINE
Sin elegibilidad política no hay paz
Tenemos que llegar a soluciones sensatas. De ello depende no solamente la viabilidad de estos acuerdos en las urnas sino la reconciliación futura.
El odio contra las Farc es comprensible porque su estela de sangre y dolor lo merecen. Según el Informe Oficial Basta Ya son responsables, entre muchos otros delitos, de 238 masacres, cerca de un tercio de los casi 40 mil secuestros y por lo menos de 2000 homicidios desde 1993.
Con semejante prontuario, muchos reclaman una larga pena de cárcel y la pérdida definitiva de sus derechos políticos, entre ellos la posibilidad de ser elegidos o ejercer como congresistas. La realidad es que el almendrón de la paz negociada con las siete guerrillas anteriores y con las Farc hoy consiste en que entreguen sus armas y renuncien a la violencia a cambio de que les respeten la vida y les den garantías para hacer política. Sin elegibilidad política no hubo antes paz con ninguna guerrilla y tampoco la habría hoy con las Farc.
Al igual que en las siete negociaciones con guerrillas anteriores, los miembros de las Farc que sólo sean responsables de delitos políticos podrán recibir cesación de procedimiento o amnistía judicial. En esos procesos se dieron a algunas guerrillas desmovilizadas dos curules en la Asamblea Constituyente, a otras, dos curules en el Senado o sólo vocerías sin voto como parte de su reincorporación política y civil. De manera que dar dos o tres curules a las Farc en el Congreso fruto de los acuerdos de paz no será gran novedad.
Pero a diferencia de entonces, hoy nuestra Constitución y compromisos internacionales impiden, por fortuna, amnistiar los delitos de lesa humanidad. Por eso se tuvo que acordar con las Farc un sistema de Justicia Transicional al que tendrán que someterse sus miembros para cumplir con estándares de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición para las víctimas y los colombianos.
Para que las desmovilizados de las Farc, responsables de delitos de lesa humanidad, puedan eventualmente ejercer sus derechos políticos no solo deben desarmarse sino someterse a ese sistema de Justicia Transicional, cumplir la pena que allí les impongan y cumplirle a las víctimas.
Existen, entonces, dos alternativas: o los desmovilizados de las Farc que responden por delitos de lesa humanidad reciben una pena que pueden cumplir simultáneamente con el ejercicio de la representación política; o si esa compatibilidad es imposible en la normatividad nacional e internacional, pagan su pena y otros miembros o representantes de esa organización, sin prontuario de crímenes contra la humanidad, asumen la representación política que se acuerde.
Estamos en el tramo final de la negociación, y las Farc buscan maximizar sus beneficios y los ciudadanos tenemos que estar alerta para que en medio del alborozo del anuncio del fin del conflicto con la guerrilla más grande y antigua del continente no se vulneren los derechos de las víctimas ni los tratados internacionales. #SiALaPaz no es congraciarse con propuestas absurdas, como darles nueve curules a sus comandantes para que salgan directo de La Habana al Congreso sin responderle a la Justicia y a las víctimas.
Hacer compatible elegibilidad política, justicia transicional y reconciliación nacional es sin duda el punto más difícil de los 20 pendientes en la negociación. Tenemos que llegar a soluciones sensatas. De ello depende no solamente la viabilidad de estos acuerdos en las urnas sino la reconciliación futura. Que en cien años, cuando la historia nos juzgue, reconozca que pudimos ponerle fin a la guerra y cumplirle a sus víctimas y a los colombianos, y no solamente a las Farc, para reconstruir y avanzar por una Colombia pacífica y con oportunidades.
*Politologa y Senadora Alianza Verde
@CLOPEZanalista