OPINIÓN

Código de Policía

A pocos días de entrar en rigor, el Estado ni siquiera se ha preocupado por educar al país en lo que se nos viene con esta nueva disposición.

Alonso Sánchez Baute
16 de enero de 2017

Hasta hace unos meses hubo una caneca al otro lado de la calle donde vivo, en Bogotá, en la que los vecinos depositábamos las bolsas con los excrementos de las mascotas. Estaba ubicada a pocos metros de la entrada de un colegio y un día desapareció. Uno de los porteros me informó que la hediondez les impedía trabajar. Un argumento sin discusión.

Pero en lugar de quitarla había que cambiarla de lugar. Ahora, para evitar andar con la bolsa con excrementos en la mano mientras pasean con el perro, muchos de sus dueños o bien no recogen los excrementos o bien dejan la bolsa con ellos allí mismo, sobre la acera. ¿Qué es peor, sabiendo que el plástico puede demorar hasta cien años en degradarse? Las aceras bogotanas están repletas de bolsas plásticas, un problema que a partir del 30 de enero podría empeorar. Ese día entra a regir el nuevo Código de Policía y la multa por no recoger los excrementos será de $92.000.

¿Servirá la suma de todo ese dinero para dotar con canecas a Bogotá y evitar que las calles sigan afeándose con bolsas con excrementos?
No será este el único comportamiento ciudadano que afecta la convivencia al que el nuevo código le meterá mano. En adelante la policía podrá ingresar a una vivienda sin orden judicial cuando haya excesivo ruido en una fiesta. ¿Quién y cómo establecerá el exceso de ruido? ¿La sanción aplica solo para fiestas? Tengo un vecino que practica batería en la madrugada. Dice que solo a esa hora se inspira. ¿Lo multarán también con los $368.000? ¿Se castigará por igual a quien escuche con “ruido excesivo” a Maluma que a María Callas? ¿Maluma, per sé, es un ruido excesivo? ¿Las campanas de las iglesias también están penadas? No ceder una silla en Transmilenio también tendrá multa, así como mear en la calle: $736.000 costará hacerlo. Sin duda será mejor orinarse en los pantalones.

El código es la confirmación del fracaso de la familia y del colegio en la correcta educación ciudadana de los colombianos. Si ellos no pudieron, corresponde ahora educar con multas al Estado. El código abunda en sanciones pero, igual que los dueños del colegio frente a mi casa, no da soluciones. Enuncia pero no define y da un poder ilimitado e insospechado a la policía. A pocos días de entrar en rigor, el Estado ni siquiera se ha preocupado por educar al país en lo que se nos viene con esta nueva disposición. Todo indica que aprenderemos el código a las patadas. ¿Llegó el tiempo de la dictadura policial? Sálvese quien pueda.

PD: Durante su gobierno, a Uribe siempre se le elogió el contacto directo con sus funcionarios, particularmente con los viceministros, a quienes telefoneaba desde la madrugada para conocer de boca de ellos, y no de los ministros, los problemas de cada cartera. Ante este nuevo caso de corrupción, ahora resulta que él desconocía los andares del ex viceministro García Morales. ¿De qué tanto hablaban por teléfono entonces? "Uribe estaba al mando de todo", dijo García esta mañana. ¿Hasta cuándo el expresidente va a insistir en que es un “perseguido” o en que todos a su alrededor lo han “traicionado?”.

@sanchezbaute

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