OPINIÓN

El festín de Medimás y otros vampiros sobre la salud

Una crisis que refleja las dolencias mayores del Sistema, en particular la forma como EPS, laboratorios farmacéuticos, IPS, ARS, políticos, jueces y funcionarios corruptos, se apoderan ilegalmente de los presupuestos

Germán Manga, Germán Manga
17 de julio de 2018

El escandaloso caso de Medimás EPS -heredera de Saludcoop y Cafesalud- confirma que el próximo 7 de agosto se producirá la entrega por parte del actual gobierno al entrante, de un sistema de salud en agonía y descomposición que requiere una reforma estructural que hasta ahora nadie ha sido capaz de acometer.

A juzgar por informes recientes de los organismos de control, Medimás es emblema de negligencia, desorden, corrupción y otros graves problemas que afectan a la salud en Colombia. A pocos días de su primer año de actividades acumula tantas irregularidades e incumplimientos que la Procuraduría y la Contraloría presionan ante la Superintendencia de Salud su intervención forzosa y revocatorias parciales de habilitación en las zonas que acumulan los más graves incumplimientos.  

En los estertores de la administración Santos, ni el Ministerio ni la Superintendencia aceptaron esa solicitud. Solo prorrogaron la medida de vigilancia especial y optaron por transferir el problema -quizás imposible de solucionar- al nuevo gobierno.  

Según la Procuraduría, a la fecha Medimás tiene cobertura en servicios de diálisis de apenas 42.8%, inmunología 23%, laboratorio clínico 53.3% y radioterapia 58.40%, entre otras.  En cuanto al suministro de medicamentos, registra 84.4% en fórmulas médicas entregadas de manera completa y 74.84% en fórmulas entregadas de manera oportuna. El tiempo de espera de medicamentos incluidos en el Plan Obligatorio de Salud es de 4.84 días.

Dado lo que representan para la salud y para la vida de miles de usuarios, esos incumplimientos no se pueden leer como simples estadísticas.  

Son constantes los reclamos -muchas veces aterradores y dramáticos- de los usuarios. Tan solo entre noviembre de 2017 y marzo de 2018 Medimás acumuló 2.900 tutelas de personas en busca del reconocimiento del Plan Obligatorio de Salud.  Y entre agosto de 2017 y marzo de 2018, recibieron 51.462 peticiones, quejas reclamos y denuncias, la mayoría por restricción de servicios. Como si fuera poco, sus principales clínicas, la Jorge Piñeros Corpas y Santa Bibiana de Bogotá, Clínica de la 80 y Juan Luis Londoño de Medellín y la Clínica de Pamplona fueron sancionadas y clausuradas por no cumplir los estándares mínimos requeridos.

Medimás refleja las dolencias mayores del sistema de salud, las estrategias y relaciones de poder de los vampiros insaciables -las EPS, los laboratorios farmacéuticos, las IPS, las ARS, políticos, jueces y funcionarios corruptos, los pacientes ventajosos- para hacer negocios y acumular rentas apropiándose ilegalmente de los presupuestos.

El sistema de salud es un monstruo multicéfalo e ingobernable porque su diseño motiva a todos los que participan a apropiarse de sus recursos. El negocio de las EPS es negar servicios y ahorrar todo lo posible para maximizar utilidades. El de las IPS, vender sus servicios al mejor precio. Unos y otros aumentan sus márgenes explotando y pauperizando a los profesionales de la salud. Con la complicidad de jueces y funcionarios muchos usuarios buscan y logran servicios costosos -algunos extravagantes-, etc.  Una problemática tan constante y reiterativa que ha generado una crisis mayor: la permisividad y resignación general frente a la corrupción y la ilegalidad extendida e instalada en esa nave al garete cada vez más alejada de su objetivo principal: la salud de los colombianos.

Por eso siguen en la impunidad todas las irregularidades que acumuló la intervención de Saludcoop, su transformación en Cafesalud y su paso a Medimás hace un año, mediante una dudosa y muy cuestionada operación financiera, porque la compra se hizo con facturas por cobrar a Cafesalud y porque sus dueños -un grupo de prestadores agrupados en Prestasalud- se convirtieron con la compra en propietarios de EPS, algo expresamente prohibido por la ley.

Un año después, la Procuraduría denuncia que los compradores de Medimás incumplieron el pago de varias cuotas (abril, mayo y junio) por la venta de Cafesalud, pactadas en el contrato (suman 24.162 millones de pesos); que, en abril de 2018, reportó gastos de administración por 195 mil millones de pesos, lo cual supera el tope máximo del 10% y puede ser indicio de desviación de los recursos destinados a la atención en salud, y que es alta la concentración de giros y pagos directos de Medimás a sus propias entidades, -41% de los pagos se concentran en 8 IPS de las 1.145 que integran la red- copia fiel de las malas prácticas que patentó Carlos Palacino en Saludcoop  y que hoy lo tienen, por fin, en manos de la justicia-.

Como si fuera poco, por peleas entre propietarios, Medimás excluyó al socio que acreditó la experiencia con base en la cual lograron la compra y no implementaron el modelo de salud que propusieron durante el proceso, causales ambas de revocatoria de la venta de Cafesalud. La grave situación de la EPS causa muerte y dolor a muchos colombianos pero llena de entusiasmo a la red de políticos y funcionarios corruptos que hacen fortuna con las intervenciones, colocando gente de confianza para que les direccionen la contratación hacia IPS bajo su control.

Ese es el sistema de salud que recibe el nuevo gobierno. Un festín de corruptos de los sectores público y privado, que se apropian billones de pesos de recursos públicos y que han logrado extender a propios y extraños la idea de que sus malas prácticas son incontrolables y aceptables, porque al final siempre son más los enfermos que se salvan que los que mueren. A la luz de ese orden invertido de valores, antes de empacar maletas, el actual gobierno no debería realizar la intervención ni el cierre de Medimás que exigen los organismos de control. Les tendría que conferir la Cruz de Boyacá.

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