OPINIÓN
Tres abogados
Abelardo de la Espriella sostiene que “No tengo buena relación con Jaime porque él es extraño y flemático y yo soy extrovertido y franco”.
El próspero y locuaz abogado Abelardo de la Espriella me dijo este viernes que él no es el financiador de Gustavo Rugeles y de su portal El Expediente. Lo llamé a preguntárselo por dos razones: la primera porque es evidente que las peleas en las que se mete De la Espriella son reproducidas sistemáticamente por Rugeles y la segunda porque esta semana otro controvertido abogado, Jaime Granados, fue objeto de una publicación de ese portal un tiempo después de que se conociera que había tenido una altisonante diferencia con De la Espriella.
El hacha de la guerra entre los dos mediáticos letrados se desenterró por unos muebles.
De acuerdo con De la Espriella, su colega Granados le incumplió unos cuantiosos pagos por la decoración de un apartamento a una amiga suya llamada Patricia Mejía.
El asunto que parecía un desencuentro dinerario entre dos particulares, cuyo interés periodístico es difícil de ver, terminó publicado en el prestigioso diario El Espectador, bajo la firma de Gustavo Rugeles.
El director del periódico, Fidel Cano, me explicó que esa casa periodística no tiene ninguna relación con Rugeles, que ese caballero no es empleado ni ha recibido pago alguno del periódico, pero que de vez en cuando manda colaboraciones voluntarias. También me dijo que el artículo pasó por un proceso de edición para elevar su calidad periodística: “De hecho lo que salió es sustancialmente distinto a lo que mandó originalmente”, afirmó el director de El Espectador.
Le recomendamos: “Todo es una vil calumnia”: cirujana vecina del abogado Jaime Granados
Como sea la colaboración voluntaria de Rugeles parece haber tenido efecto en la disputa porque –según asegura Abelardo de la Espriella- el abogado Jaime Granados terminó entregando varios cheques y saldando su deuda con la decoradora, convertida en la Helena de Troya de estos dos litigantes tan amigos de la pantalla.
Abelardo de la Espriella sostiene que esa ha sido la única diferencia real que ha tenido con Granados aunque agrega “No tengo buena relación con Jaime porque él es extraño y flemático y yo soy extrovertido y franco”.
Sin embargo es enfático en negar que esté detrás de las afirmaciones contra Granados: “Imagínate yo impulsando una cosa tan abominable”. Cuando le repregunté si consideraba abominable la publicación, replicó “No, la publicación no. De hecho voy a defender a Rugeles de la demanda de Granados. Considero abominables los hechos y espero que no sean ciertos”.
De la Espriella no quiso evaluar la ética de la publicación de Rugeles “porque no soy quien para eso” y agregó “siempre se han dicho mentiras pero ahora los medios no quieren perder el monopolio de la mentira”.
Esa es su opinión sobre los medios, la que tiene sobre los abogados es aún peor: “Este es un gremio de malparidos para que estemos claros”.
Insistió en que nada tiene que ver con la financiación del portal del señor Rugeles. Asegura Abelardo que cuando El expediente iba a empezar, consideró ser socio pero que se le atravesó un viaje y no pudo, cree que el que sí pudo fue “un abogado Moncada” que confirmó como hombre muy cercano a José Obdulio Gaviria.
La persona que parece responder a esa descripción es Juan Carlos Moncada Zapata, abogado y antiguo subalterno del parapolítico Mario Uribe y de William Vélez Mesa, conocido por haber sido el telonero oratorio de Pablo Escobar.
Puede leer: Peñalosa vs Peñalosa
La dirección que aparece en la página de internet del portal El Expediente es la misma de la firma Moncada abogados de Juan Carlos Moncada, quien no respondió mis llamadas y mensajes.
Gustavo Rugeles dice que ni De la Espriella, ni Moncada lo han financiado, los define como “amigos” que lo han apoyado jurídicamente de manera gratuita. Agrega que Moncada le hace además el favor de recibirle la correspondencia en su oficina.
Según él, su publicación se ha sostenido 7 meses con 25 millones de pesos aportados “por un amigo periodista que vive en el exterior (…) él me ha pedido que no haga público su nombre”.