OPINIÓN
De la penetración a la Alcaldía
Si mi maestro José Obdulio de verdad quería acabar con mi honra, le bastaba inventarse que soy uribista.
No fue una semana fácil: un pirata informático secuestró mi cuenta de Twitter, asaltó mis correos electrónicos y manipuló la información que encontró con el fin de desprestigiarme. El asunto acabó gracias a la Dijín, pero, para decirlo en los términos que utiliza el doctor Uribe, alcancé a ser penetrado. Y dos veces: padecí lo que llaman una doble penetración.
Pero no me van a intimidar. Sepan quienes quieren desprestigiarme que se equivocan: yo me sé desprestigiar solo. Mírenme: soy periodista. Soy hincha del Santa Fe. Tengo un tío que se dedica a la política. Cuando voy a la playa, me pongo sandalias con medias. Hago mercado en sudadera. ¿Qué más quieren?
Sin embargo, algunos enemigos hicieron eco de afirmaciones falsas, como la de que mi mujer dejó de hablarme durante un mes por haberme ido de fiesta como cualquier macho latino: ¿para qué me ilusionan? ¿Qué más quisiera yo que mi mujer dejara de hablarme ya no digamos un mes, sino al menos mientras escribo? Pero así es la vida, y mi maestro José Obdulio, para no ir más lejos, dijo que en mí habitaban los siete pecados capitales. Si de verdad quería acabar con mi honra, le bastaba inventarse que soy uribista. Es duro caer en la pluma de José Obdulio, no crean. Cada vez escribe con más soltura: debería ingerir la pepa de Lomotil para contrarrestar tal efecto.
Con todo, para completar mi desprestigio, he decidido sostener mi aspiración a la Alcaldía. Finalmente, mis pecados son capitales, como Bogotá. De modo que voy hasta el final. No adhiero a nadie. Me lanzo por las negritudes, así como Mockus lo hizo por los indígenas.
No será fácil: si hay alguien mejor que yo en el arte de desprestigiarse a sí mismo, ese es el doctor Antanas, cuya aspiración hace parte de los actos conmemorativos por los 100 años de Cantinflas. Pero le tengo aprecio, y le doy la bienvenida.
Al fin cesaron las especulaciones sobre candidaturas posibles, como la del coreógrafo William Vinasco, que se retira para recoger el legado que dejó Sonia Osorio, o las de Paulo Laserna y el expresidente Uribe. Recuerdo que cuando esas dos opciones estaban vivas, les rogué que cambiaran de roles: a Laserna le pedí que se lanzara a la Alcaldía; a Uribe, que fuera presidente de Caracol. Me imaginaba la nueva versión de Quién quiere ser millonario con concursantes como Andrés Uriel, que acudiría al 50-50; o José Obdulio, que pediría hacer una llamada para poderla grabar. También podía imaginar que filmarían La granja en El Ubérrimo, con pruebas como tomar tinto sobre un caballo, hacer pipí en una matera, parcelar y escriturar lotes a favor de terratenientes. Alias el Curita Velásquez presentaría El minuto de Dios. Regresaría Animalandia con todo el gabinete. Y, a cambio de todo ello, Paulo Laserna se llevaría a trabajar al Distrito a Dago García, con lo cual dejaría de filmar una película cada diciembre. Porque no lo neguemos: cada vez que sale una película de Dago García, muere un ángel en el cielo.
Sé que la puerta entre el periodismo y la política no debe ser giratoria. Aún recuerdo cuando contrataron a Lucho Garzón como periodista de La FM: se la pasaba persiguiendo chivas. Chivas y otras marcas de whisky. Pero me permito dar el paso. Si quieren a un periodista de altura, ahí les queda Pachito, que todas las mañanas acomoda dos directorios en el asiento para alcanzar el micrófono y habla de sus cosas durante tres horas sin pausa.
Voy hasta el final. Apoyaría a David Luna, pero hice la promesa de que jamás votaría por alguien parecido al hijo de Herman Monster. Petro recibió la adhesión de Julio Nava, lo cual lo distancia de Juan Lozano, sí, pero le permite capturar el voto caníbal. Pero que por Petro vote el procurador, que le debe un favor. Lo único destacable de la campaña de Peñalosa es que le robaron la cicla y ahora anda en una potra que le prestó Uribe. La mejor promesa de Gina es luchar por una ciudad con chicles bomba para todos. Nadie sabe cómo se llama el señor del Polo: debería lanzarse en nombre de Anonymous. Y Jaime Castro ya hizo suficiente por Bogotá cuando propuso que las 12 chozas de paja estuvieran dispuestas en forma de herradura, idea que le compró de inmediato Gonzalo Jiménez de Quesada.
Repaso mi programa: no venderé ETB. Al revés, la fortaleceré y me traeré a María del Pilar Hurtado para que la presida. Bajaré la emisión de gases en la carrera séptima, y, por qué no, en Angelino. Y trabajaré con los mejores: ya comenté que Edward Niño será mi metro; que Lucero Cortés manejará el tráfico, en especial el de influencias. Bien: la noticia es que Esperanza Gómez, la célebre actriz porno, ingresó a la campaña. Esperanza es un símbolo de progreso: comenzó siendo una actriz de reparto. Y sigue siéndolo, como salta a la vista. Es mi jefe de debate: nadie como ella sabe aceitar la maquinaria, agitar el trapo, mover las masas. A pesar de su oficio, ha cambiado de posición menos veces que Roy Barreras; a diferencia de mi tío Ernesto, entiende lo que sucede a sus espaldas. Cuenta con la simpatía de Lucho, Peñalosa y otros viejos verdes. Y podrá ayudarme en caso de que secuestren de nuevo mis correos: nadie mejor que ella para asesorarme en caso de que me vuelvan a penetrar.