OPINIÓN
DD. HH. y periodistas, “objetivo militar”
Las siniestras amenazas de “objetivo militar” vienen en alza incentivadas por el verbo incendiario de los enemigos de la paz y adictos a la polarización del país, poniendo en grave peligro nuestra democracia.
A partir de ahora, el acostumbrado sueño placentero de Julio César Bonilla no será otra cosa que una insoportable pesadilla. No quiero ni imaginarlo cerrando los ojos cada noche mientras su mente es asaltada por las siniestras palabras de sus declarados verdugos, horda “justiciera” de bandas criminales y paramilitares desenfrenados, cuando al señalarlo como “objetivo militar” por el simple hecho de ejercer su profesión de periodista, le conminan a silenciarse so pena de “dársele de baja y ser acribillado.” Él, Óscar Gutiérrez, Henry Ramírez, Yesid Toro, Cristian Abadía, Gildardo Arango, Álvaro Miguel Mina y Darío Gómez, sus colegas de oficio en el Valle del Cauca, se vienen a sumar a la larga lista de defensores de los derechos humanos, líderes de izquierda, sindicalistas, periodistas, directivos o miembros de ONG, maestros y hasta víctimas del conflicto, etc., que en adelante se verán abocados a llevar una existencia consumida por el miedo, la zozobra y la desesperanza.
Y es que en los últimos 30 días se dispararon las intimidaciones. Más de 160 colombianos han sido amenazados por las nuevas bandas criminales derivadas de las Convivir y el paramilitarismo, desbocadas y hambrientas de venganza contra todo aquel que pueda estorbar su ideología de extrema derecha o su decisión de interrumpir a como dé lugar el proceso de paz de la Habana. Es decir, quedamos avisados: La defensa de los DD. HH., la libertad de expresión, el ejercicio del periodismo y hasta el asomo a la controversia son ahora “objetivos militares” de esa extrema derecha tan fácilmente identificable en el universo de la política actual.
Es preciso subrayar que esta amenaza que declara “objetivo militar” a quien este o aquel grupo criminal considera merecedor de tal aviso, se viene repitiendo con tanta frecuencia, y en veces con reiteración macabra sobre la misma persona, que si las autoridades no se sacuden y con determinación y sin contemplaciones arremeten contra aquellos que las profieren, ha llegado la hora de que quienes aún tenemos la libertad de opinar en los medios comencemos una campaña beligerante para presionar al Estado para que responda con firmeza y en apego a su obligación constitucional, por este inconcebible drama.
No podemos seguir guardando silencio y menos tras la lectura de este premonitorio poema de Martin Niemöller atribuido erradamente tantas veces a Bertolt Brecht:
“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista;
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata;
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista;
Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío;
Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.
Hace escasos días, para no remontarnos muy lejos, el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, fue notificado de que no "terminaría su mandato", mensaje coincidente con el propósito de diversas fuerzas políticas de la extrema derecha y que llevaba implícito sin duda una condena de muerte.
De igual manera, la Federación Colombiana de Periodistas (Fecolper) denunció que a través de panfletos, la chusma denominada los 'Rastrojos' anunció como "objetivo militar" a 23 defensores de derechos humanos, pocas horas después de que nueve de sus activistas fueron destinatarios de mensaje semejante.
Vemos cómo esta nueva modalidad de terrorismo parece estar entrando en su apogeo. El infame señalamiento de “objetivo militar” viene en alza concomitante con el verbo incendiario de los enemigos de la paz y la infeliz polarización a la que están llevando al país quienes se oponen a ella.
O porque no se ha hecho público, o porque no lo supimos en su momento, lo cierto es que al senador del Polo Democrático Alternativo (PDA) Iván Cepeda, figura política valerosa y en extremo leal a su ideario y sus principios, las amenazas de muerte le han llovido. La de estos días, pienso, ha sido una de tantas, sin nombrar, por supuesto, aquellas que hacen toda clase de esfuerzos por “eliminarlo” políticamente a través de la Procuraduría, o “desaparecerlo” en una cárcel con alguna sentencia condenatoria de la Corte Suprema de Justicia.
Y son más, muchos más, los sentenciados a muerte en este país de la “Seguridad democrática” y la “Prosperidad para todos”. Humildes trabajadores por los derechos humanos en remotas regiones de la geografía patria, o voceros prominentes de esta lucha por la defensa de los DD. HH.: Piedad Córdoba, exsenadora y líder de Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP); la corajuda senadora del partido Alianza Verde Claudia López; Jael Quiroga, de la Corporación Reiniciar; el analista político y director de la Fundación Paz y Reconciliación, León Valencia; el analista sesudo, el director de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento Forzado (Codhes), Marco Romero; el director de la Red Nacional de Iniciativas por la Paz y contra la Guerra (Redepaz), Luis Emil Sanabria, y en fin, lista interminable que debido al espacio del que disponemos no podemos continuar, aunque sí concluir con la siguiente nota extraída del Portal El Salmón, en donde se da cuenta del Foro organizado por la Universidad de Cundinamarca en su sede de Fusagasugá el pasado 27 de mayo;
“El periodista Luis Alberto Castaño recibió una amenaza de muerte después de participar del Foro "Comunicación, Realidad e Historia". Días antes, un panfleto con la firma de las "Águilas Negras Bloque Capital D. C." anunciaba una "guerra frontal " contra "comunistas, terroristas, maricas y lesbianas" dentro de la Universidad, en defensa de "los candidatos del honorable doctor Álvaro Uribe Vélez".
En fin, como colofón, una invitación al debate. Es necesario detenernos en profundidad no tanto en lo que significa y las consecuencias que trae consigo la expresión “objetivo militar”, como en quiénes y por qué lo deciden y a quiénes eventualmente sirven tales amenazas que lo que todos sabemos que buscan es literalmente silenciar las voces independientes, el clamor de los defensores de los derechos humanos y las denuncias tantas veces intrépidas de algunos periodistas colombianos.
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