Mientras los defensores del exministro Andrés Felipe Arias despliegan toda una campaña mediática para victimizarlo por la condena que profirió en su contra Corte Suprema de Justicia por la millonaria defraudación que permitió con los recursos de Agro Ingreso Seguro, el diario El Tiempo (VII-20-2014) publicó el dramático mapa de la desnutrición infantil en Colombia y SEMANA otra espeluznante crónica sobre la muerte de niños por desnutrición y hambre en La Guajira.
Lo polémico de la victimización del exministro Arias es que mientras feriaba entre sus seguidores los millonarios recursos del Estado, miles de niños se morían de desnutrición y hambre en Colombia. ¿Cuántos niños se habían salvado de no morir de desnutrición y hambre si los millonarios recursos que otorgo el exministro Arias a sus amigos políticos se fueran destinados realmente a la producción de alimentos?
Este es uno de los tantos interrogantes para los que tratan desde el Centro Democrático convertir al exministro Arias en mártir y en un perseguido de la justicia, dado que uno de los graves problemas que afronta el país es la producción de alimentos y, más aún cuando las políticas agrícolas son claves para la reducción de la pobreza y lograr una buena seguridad alimentaria en cualquier país.
Pese a que existe un pomposo Plan Nacional de Seguridad Alimentaria (PNSAN) 2012-2019 para afrontar los problemas nutricionales de la población más pobre, el suministro de alimento en la población colombiana más pobre sigue siendo crítico.
En un país donde cerca de 20 millones de personas no tienen acceso a los productos básicos de la canasta familiar y el 34,1 % vive en la pobreza y el 10,6 % prácticamente en la indigencia. Ahora la desnutrición infantil es un drama que golpea a todas las regiones del país, pero con mayores estragos en las poblaciones indígenas de la Amazonía colombiana.
El mapa de la desnutrición infantil que divulgo El Tiempo, registra que la tasa nacional de desnutrición infantil en Colombia es del 13.2 %, la misma que teníamos hace cuatro años. Es decir en cuatro años las cosas no han variado.
Los menores indicadores se registran en los departamentos de San Andrés con el 3.8, Sucre con el 4.4 y Valle con el 5.9 % y los mayores en Vaupés, Guajira, Cauca, Amazonas y Guanía, cifras que oscilan entre el 23.1 y el 34.7 %. Tampoco se quedan atrás con índices entre el 15 y 18 %, Bogotá, Atlántico, Bolívar, Magdalena, Córdoba, Nariño, Chocó y Vichada. Finalmente los peores indicadores los tienen Vaupés con una tasa del 34.7 y Guajira con un 27.9 %, donde en los últimos cinco años han fallecido 293 niños por destrucción y hambre.
Hace cinco años la UNICEF señaló que en Colombia 5.000 niños morían cada año por causas relacionadas con la desnutrición y en su informe del año pasado Colombia ocupó el puesto 37 de una clasificación de 81 países, cuyos niños tienen retrasos de crecimiento debido a la mala alimentación y se dijo que tenemos un alto porcentaje menores de cinco años desnutridos.
Indudablemente que la situación más crítica de la desnutrición infantil se vive en los asentamientos indígenas, un informe del PNUD, dice que el 63 % de las comunidades indígenas están por debajo de la línea de pobreza, el 47,6 % está por debajo de la línea de la miseria, más del 70% de los niños indígenas sufren de desnutrición crónica.
En su momento el actual senador indígena, Luis Evelis Andrade Casamá, dijo que el informe del PNUD demostraba que había una tragedia silenciosa de la desnutrición y la pobreza que estaba acabando con la población indígena, pero ni al informe del PNUD, ni a las denuncias de Andrade las autoridades le pararon bola y el drama continuó.
El gobierno en una maniobra política cambio la forma de medir los índices de pobreza y en el primer trimestre de este año, difundió la noticia que 820.000 colombianos habían salido la pobreza. Sin embargo, esas cifras contrastan con la realidad que se vive en el país. De manera que la pobreza y la inequidad se reducen en el papel, pero en la práctica los problemas siguen creciendo en las ciudades y en el campo. Entre tanto ciudades como Montería, Quibdó y Riohacha siguen teniendo una de las tasas más altas de pobreza extrema en Colombia.
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