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¿Es la austeridad la política económica más adecuada en Colombia?

En vez de combatir inflación, evitar el déficit y cumplir la regla fiscal, las prioridades deberían ser el crecimiento y la creación de empleo. Se requiere más inversión pública, no menos.

Semana.Com
15 de marzo de 2016

El gobierno nacional se decidió por la austeridad con el anuncio de recortar 6 billones de pesos del presupuesto nacional para el presente año, recorte concentrado en los gastos de inversión. Con este recorte el gobierno quiere responder a las calificadoras internacionales que critican la situación fiscal.

La pregunta es si esta es la estrategia adecuada para afrontar el bajo crecimiento esperado para 2016 y los siguientes años como resultado de las caídas en los precios de las commodities (petróleo, carbón, níquel, oro,…) y del menor ritmo de la economía internacional. Por otro lado, la Junta del Banco de la República está siguiendo una política de tasas de interés cada vez más altas para combatir la inflación sin preocuparse  de la producción con el argumento que la ley le da como objetivo prioritario el control de la inflación.

Tenemos, entonces, que las políticas monetaria y fiscal son restrictivas, de austeridad, pensando en el déficit fiscal y la inflación y olvidándose del crecimiento y del empleo. Se definió por las autoridades económicas un camino de austeridad  tal como se viene aplicando en Europa bajo las órdenes de la Comisión Europea, el Banco Central y el Fondo Monetario Internacional que ha fracasado

En lugar de un presupuesto restrictivo, lo que se necesita son políticas expansivas ya que estamos en una época de bajo crecimiento y alto desempleo. La prioridad no  puede ser el déficit fiscal  sino la producción. La decisión de reducir la inversión conllevará a menos crecimiento y, por lo tanto, a más desempleo.

Hay dos enfoques sobre estos temas. La posición de las entidades internacionales y las calificadoras de riesgos  que siguen una política conservadora de austeridad   de  origen neoliberal y la de los economistas con  orientación keynesiana, neokeynesiana, postkeynesiana y  marxista                  que proponen  lo contrario, es decir, mayor papel de la política fiscal  a través del gasto del gobierno y de la flexibilización monetaria.

Como economista  keynesiano-poskeynesiano  parto de que el factor más importante para  determinar el nivel de la producción y del empleo es la inversión privada y pública y no las condiciones de las instituciones del mercado laboral (flexibilización) como  impulsan el FMI y otras entidades internacionales. Que altas tasas de  interés producen recesión y desempleo.  Que los efectos de la acumulación de capital son sustancialmente positivos  sobre la economía  como negativas son las políticas de  tasas de interés altas, y muy bajos los efectos que se relacionan con las instituciones del mercado laboral.

En una economía de bajo crecimiento y recesiva, ante la ausencia de la dinámica de la inversión privada, el gobierno debe actuar a través de la inversión pública para estimular la economía a través del gasto en inversión con déficit fiscal si es necesario. Es decir, es contrario a lo que está haciendo el gobierno de Santos con el “mejor” Ministro de Hacienda: cortar la inversión para reducir el déficit fiscal con el fin de cumplir con la regla fiscal aprobada por el Congreso en 2011, mucho más estricta que lo aprobado en otros países y zonas como la de Europa. Lo que se necesita es más gasto público en inversión y olvidarse de la regla, ya sea acudiendo al artículo 11  de la ley No. 1470 del 5 de julio de 2011 que permite en eventos extraordinarios suspender la aplicación de la regla fiscal o,  lo que sería lo mejor,  suprimir la ley.

Estados Unidos es un ejemplo de cómo enfrentó la Gran Recesión de 2007-2008. El déficit fiscal aumentó a 10,0  por ciento del PIB y se tuvo una política monetaria expansiva y de aumento en el gasto del gobierno que permitió salir del ciclo recesivo. Lleva ya siete años de crecimiento, el déficit se ha reducido, el desempleo ha disminuido  y la inflación no se ha desbocado. Europa es el ejemplo contrario. Las políticas de austeridad tienen al continente con crecimientos muy débiles, deflación y  altas tasas de desempleo. Ante esta situación el Banco Central está adoptando una política de tasas de interés cero, negativa en términos reales, y expansiva con la compra de bonos para fortalecer el sistema bancario.

Para tener una política gubernamental expansiva en Colombia hay que olvidarse del déficit fiscal y de la regla fiscal. El gobierno debe aumentar  el gasto en inversión a través de endeudamiento así como estimular la inversión privada con crédito barato. El endeudamiento de Colombia está en niveles bajos, por debajo de 40 por ciento. En Europa la regla permite un endeudamiento hasta 90 por ciento del PIB y un déficit fiscal de 3,0 por ciento, reglas que son criticadas porque estos límites se definieron sin ningún estudio serio -prácticamente se decidieron a dedo- y también hay oposición de muchos economistas neoclásicos, keynesianos, poskeynesianos y de otras corrientes a la necesidad de este tipo de regla fiscal impuesta por los economistas neoliberales. Europa es un ejemplo del fracaso de las políticas de austeridad como lo fue Latinoamérica en los noventa.

Pero no solamente hay que pensar en endeudamiento del gobierno  también hay que mirar el lado de los ingresos. Para esto hay varias decisiones: una reforma tributaria que  ataque la evasión, los paraísos fiscales, los  precios de transferencia, elimine beneficios  y que ponga a pagar a los más ricos. Simultáneamente, hay que fortalecer a la DIAN, volverla una entidad con fuerza, con personal necesario y  capacitado, que persiga los corruptos, a los evasores, a los tramposos con el fisco, sean personas naturales y jurídicas. Aquí hay todo un espacio ilimitado para obtener recursos.

Y, por supuesto, terminar  con el conflicto interno, superación que tiene muchos beneficios. En primer  lugar, los gastos del estado para la guerra, que son altísimos, pueden disminuir y ahí hay una fuente enorme de recursos. Más de 10,000 millones de dólares gasta el estado en el conflicto anualmente sin tener en cuenta los costos que ocasiona a la economía y a los gastos del gobierno para responder a los atentados, daños a la infraestructura, pagos a los desplazados y desmovilizados.

Dentro de las políticas para impulsar la economía también hay que considerar la política salarial. Los salarios deben crecer, como mínimo, a una tasa igual al incremento en la productividad más la tasa de inflación. Con respecto al salario mínimo, que recibe un porcentaje alto de la población, aquí se tiene una herramienta para impulsar la demanda produciendo incrementos en el mismo, ya que todo aumento en el salario mínimo se va en consumo. No hay que ver el salario mínimo simplemente como un costo sino hay que ver el otro lado de su efecto positivo en la demanda.

Los datos de desempleo de los últimos ocho meses son preocupantes. El año 2016 comenzó con un  desempleo nacional de 11,9% en enero. Su incremento corre paralelo a una economía que está creciendo por debajo del  potencial que definen los economistas ortodoxos de 4,5 por ciento. Con las previsiones para 2016 y teniendo en cuenta la política del gobierno de austeridad, es muy  probable una tasa de crecimiento del PIB por debajo de 3,0 por ciento lo que conducirá a desempleo de dos dígitos por encima de 13,0 por ciento. De ahí la necesidad de cambiar las políticas fiscal, monetaria y cambiaria.

Lo que sí es preocupante es el déficit en la cuenta corriente, cerca de 7 por ciento del PIB, déficit que viene de atrás por las políticas inadecuadas de libre comercio con la firma de numerosos tratados de libre comercio, la destrucción de la industria y la agricultura y un modelo de tipo extractivista que concentró todos los ases en las exportaciones de hidrocarburos, carbón, níquel y oro, más un manejo equivocado de la tasa de cambio que llevó a la revaluación del peso y que ahora cambió para la otra dirección de una devaluación exagerada, de un Banco Central apegado a una política del juego de las fuerzas del mercado para el manejo de la tasa de cambio.

En definitiva, para crecer y dar empleo a los colombianos, hay que abandonar las políticas de austeridad, lo que significa romper con el modelo neoliberal. La inversión pública es altamente necesaria para impulsar la economía privada, pero esto implica romper con los modelos del FMI, el Banco Mundial y las agencias calificadoras de riesgo. Más inversión pública es lo que se requiere, no menos.

*Exministro y analista económico.

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