El inquisidor

En su exposición magistral, el hoy candidato a Procurador también dijo que las libertades modernas apartan al hombre de Dios y por consiguiente del orden y de la paz

Daniel Coronell
1 de noviembre de 2008

El más genuino representante de la caverna colombiana se podría convertir en Procurador General de la Nación. Calladito, y aprovechando la demora de la Corte Suprema de Justicia y del Presidente en la nominación de los otros dos miembros de la terna, Alejandro Ordóñez viene ganando adeptos en el Senado.

Muchos de los que se están alineando con esa causa desconocen los interesantes antecedentes del candidato.

En Bucaramanga, la tierra natal de Alejandro Ordóñez, lo recuerdan por un episodio que refleja su intolerancia. Un buen día, en compañía de Hugo Mantilla -un personaje ya desaparecido y definido por algunos como un fascista nato-, Ordóñez llegó a la Biblioteca Gabriel Turbay. Los hombres, en actitud agresiva, conminaron al encargado a que les mostrara los libros para cerciorarse de que en la biblioteca pública no existiera literatura que pudiera perturbar las frágiles mentes de las juventudes.

Al asustado bibliotecario no le quedó más remedio que entregar las obras que, a juicio del ahora aspirante a Procurador, contrariaban la moral. (García Márquez, Rousseau y Marx, entre otros). Entre los libros que se llevaron estaba la Biblia porque los censores juzgaron que se trataba de una edición "protestante" y no de la legítima católica, apostólica y romana. Según la versión de un abogado memorioso, las obras "inmorales" alimentaron una hoguera que ardió en un parque cercano.

Años después, en 2004, cuando fue elegido presidente del Consejo de Estado, Ordóñez -en trance de fe y de poder- volvió a mostrar su talante. El retrato de Francisco de Paula Santander, que ocupaba el lugar central en la sala de sesiones del alto tribunal, fue removido y condenado al ostracismo. En su lugar, en medio de oraciones y de una ceremonia que por su pompa tocó los límites de lo ridículo, ordenó colgar un crucifijo.

De nada valieron las voces que reclamaron que el doctor Ordóñez ejerciera en privado, y con toda libertad, su credo; pero que no pretendiera extender esos símbolos a la sesión plenaria del Consejo de Estado porque la Constitución colombiana ordena la igualdad de cultos y esa Corte tenía el deber de respetar ese principio.

También siendo magistrado visitó una universidad de la derecha mexicana para dar una curiosa conferencia. La charla se llamó: 'San Ezequiel Moreno Díaz: Defensor de los Derechos de Cristo Rey'. Allí defendió la obra del polémico santo que fue obispo de Pasto y que, en plena Guerra de los Mil Días, instó desde el púlpito a sus feligreses a la "sana y recta aversión al liberalismo", con lo que aportó su cuota de sangre a la larga historia de violencia en Colombia.

Alejandro Ordóñez, poniendo como ejemplo a San Ezequiel, recordó que sostenía que "el liberalismo es pecado". Agregó, de acuerdo con el resumen oficial del Foro Internacional de Fe y Ciencia, que era tiempo de recordar que: "Enseñaba el santo obispo que no sólo el liberalismo en abstracto, sino también el Partido Liberal, que le da su concreta fuerza histórica maligna, debe ser abiertamente denunciado e impugnado por la Iglesia".

En su exposición magistral, el hoy candidato a Procurador también dijo que las libertades modernas apartan al hombre de Dios y por consiguiente del orden y de la paz.

La inolvidable conferencia del entonces magistrado del Consejo de Estado puede ser repasada en la dirección de Internet http://forofeyciencia.uag.mx/fyc_noticia3.cfm.

Lo insólito no es solamente que una persona con semejantes convicciones aspire a ocupar la Procuraduría, que tiene entre sus funciones resguardar las libertades individuales y defender los derechos humanos.

Lo verdaderamente increíble es que Ordóñez -en un gesto de profunda inconsecuencia doctrinaria- esté buscando para llegar al puesto los votos liberales y cristianos.
 

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