OPINIÓN

Elastómeros

Hace poco se anunció que en unos cuantos años de las 10.000 variedades de papa que existían en tiempos de los incas no quedará más que una: la de Ohio.

Antonio Caballero
5 de mayo de 2012

Y ahora que por fin va a entrar en vigor el tan anhelado, tan suplicado, tan larga y minuciosamente regalado Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, todo el mundo se aterra: los ganaderos de carne, los lecheros, los floristas, los fabricantes de drogas, los actores de telenovelas, los criadores de pollos, los productores de huevos, los textileros, los negociantes de artesanías de cañaflecha, los transportadores, que padecen -como padecemos todos- el abandono de la infraestructura vial. Todos se quejan, alegando que no están preparados. Y es obvio que no lo puedan estar: nunca lo están los primitivos sin defensa frente a los desarrollados que se desarrollaron al amparo del proteccionismo. Solo se muestra satisfecho el doctor Hernando José Gómez, mamporrero mayor del doloroso ayuntamiento de los dos países. Doloroso por ser contra natura: una penetración sin vaselina -empalamiento, la llamé aquí hace unos meses- de una poderosa economía erizada de subvenciones y protecciones en otra, la nuestra, desvalida, y desnuda. Asegura el doctor Gómez que, según la experiencia de otros países del hemisferio que han firmado un TLC con los Estados Unidos, "como mínimo, en el primer año y en el peor de los casos las exportaciones han aumentado un 25 por ciento a ese mercado" (El Tiempo, 30 de abril).

Y las importaciones ¿cuánto? El presidente norteamericano decía hace unos días, más contento todavía que el doctor Gómez, que esos tratados se firman para favorecer a su país, y no a los otros. Lo cual es natural. Ya Colombia, en los diez últimos años, ha pasado de ser exportador de alimentos a ser importador: arroz, maíz, pescado, carne, papa. Ahora los importará en todavía mayores cantidades, sin aranceles ni cuotas. ¿Café? También café. Los Estados Unidos tendrán derecho a exportar a Colombia como propio el café que hayan importado ellos, digamos, de Vietnam o de Costa de Marfil. Azúcar. Y, por supuesto, drogas (legales).

Frente a esto ¿qué exportaciones? El doctor Hernando José Gómez se hace vago al respecto en la entrevista de El Tiempo: "... líneas de confecciones para el hogar... cortinería, toallas, mantelería... buenas posibilidades en cosméticos... pantalones para mujer que tienen elastómeros...".

Pues por lo visto Colombia, y en particular el deprimido Eje Cafetero, es una potencia mundial en la elaboración de elastómeros. Los cuales son, como sin duda saben los lectores, aquellos polímeros que muestran un comportamiento elástico: que aflojan, que sueltan, que se desjetan, que 'dan de sí'. Un buen ejemplo del producto podrían ser las anchas tragaderas del propio doctor Hernando José Gómez, hoy director de la Oficina de Aprovechamiento del TLC, quien en sus ocho años (ocho) de negociaciones y renegociaciones del tratado fue cediendo y retrocediendo y accediendo a todas las crecientes exigencias de la contraparte norteamericana, sin lograr nada a cambio. (No sé si pedía algo).

Pero se pregunta uno si la mantelería y las toallas, y los elastómeros con todo y lo que dan, bastarán para sustituir lo que se va a perder en otros rubros. Pongo solo un ejemplo: anuncia el presidente de Fedegán José Félix Lafaurie la ruina de los ganaderos, también a la luz de la experiencia de otros países sujetos a sus respectivos TLC de comercio amarrado, señalando que en México, como consecuencia del Nafta que los puso en competencia desleal con la hipersubvencionada industria ganadera norteamericana, quedaron 148.000 de los 180.000 ganaderos que había hace diez años. Y se angustia Lafaurie ante la catástrofe que se puede producir en Colombia, donde los pequeños productores ganaderos son "más de 400.000 que no alcanzan a los 50 animales".

Eso se refiere a la ganadería. Pero la agricultura está en las mismas condiciones: hasta la misma papa. Hace poco se anunció que en unos cuantos años de las 10.000 variedades de papa que existían en tiempos de los incas no quedará más que una: la papa de Ohio. Otro tanto sucederá con el maíz. Y eso es el campo, donde nace la violencia colombiana: donde los jóvenes no encuentran más fuentes de empleo que la guerrilla, los paramilitares, las bacrim o las Fuerzas Armadas. Todas las cuales crecerán.

Ante tales perspectivas, se entiende que el presidente Juan Manuel Santos ande proponiendo la legalización de las drogas hoy prohibidas por los Estados Unidos. Son el único producto agrícola de exportación colombiana que seguirá siendo rentable, por dos razones. Una es que, con excepción de la marihuana, no tiene competencia en la agroindustria norteamericana. La otra es que es el único que no fue entregado con abandono por el doctor Gómez en su negociación del TLC.

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