La doble victimización, la revictimización o la victimización secundaria es aquella que se produce cuando de manera inicial se le han afectado unos derechos a una persona y como consecuencia de la exposición o experiencia derivada del delito inicial, la persona vuelve a sufrir la afectación de sus derechos.
Dicha situación se presenta especialmente en los procesos penales o en los procesos de paz en donde se establecen mecanismos de justicia transicional. En los procesos penales, se observa claramente con las diferentes víctimas, con los familiares del asesinado, con las personas a las que se les han cometido una afectación a su patrimonio, una lesión personal, entre otros. En los despachos judiciales del país, por ejemplo, víctima y victimario abordan el mismo ascensor o entran por la misma puerta.
De manera especial y visible la revictimización se presenta con los que han sufrido actos de violencia sexual, toda vez que no siempre tienen un trato digno de parte de los actores que intervienen en el sistema penal. Por ejemplo, a la mujer violada se le señala de haber llevado una minifalda muy corta el día en que sufrió la conducta criminal y esa debería ser la causa de su desgracia.
Ahora con el proceso de paz he observado horrorizado, tengo que confesarlo, cómo se está presentado la doble victimización frente a las víctimas del conflicto. El proceso de selección de las víctimas que fueron e irán a La Habana ha sido criticado y las ha expuesto nuevamente a sufrir la exclusión y el dolor.
En Cali, por ejemplo, se peleaban por quién era más víctima, quién se aprovechaba de esa condición y quienes realmente no tenían esa característica. Posteriormente, los trinos de la representante del Centro Democrático por Bogotá, María Fernanda Cabal en contra de Ángela Giraldo, hermana del diputado secuestrado y asesinado por las FARC, Francisco Giraldo, generaron polémica. Además de perder a su hermano de una manera salvaje, de representar a un grupo de 12 familias huérfanas, tiene que aguantarse que la llamen víctima entre comillas o que le digan que tiene síndrome de Estocolmo. (https://www.semana.com/nacion/articulo/maria-fernanda-cabal-denunciada-en-la-fiscalia/399724-3)
Por si esto fuera poco, la guerrilla arreció contra la representante Clara Rojas, señalando que ella no era víctima, que había sido bien tratada, que jamás fue encadenada y que se le permitió tener relaciones intimas en medio de la selva.
Entonces, además de haber sufrido un secuestro atroz por casi seis años, de haber sido separada de su hijo, de no tener condiciones de vida digna, tiene que tolerar que le digan que no es víctima. Al parecer para la guerrilla ella era una turista que podía irse cuando quisiera. Lo curioso del caso, es que el esposo de la representante Cabal publicó un trino en Twitter con el que rechaza la doble victimización de Clara Rojas. Como dice el dicho, en casa de herrero azadón de palo.
Otro aspecto que no puede pasar desapercibido es la correlación entre víctima y género, en los dos casos son mujeres las que padecen la victimización secundaria.
Las víctimas de cualquier delito y aún más las del conflicto armado deben gozar de todas las garantías para una adecuada recuperación física o mental, deben brindárseles toda la protección para evitar ser objeto de ataques o represalias. Los funcionarios judiciales deben ser capacitados para atender a las víctimas de la mejor manera posible, para facilitar el trato y la comprensión de lo ocurrido a la víctima evitando la victimización reiterada.
Desde esta columna lo hemos señalado y es que el punto más importante del proceso de paz, pasa por el apoyo y reconocimiento a las víctimas del conflicto, que implican actos de verdad y de perdón, para lograr de manera definitiva la verdadera paz, toda vez que esta pasa por la reconciliación.
*Profesor Universidades del Rosario y Libre. Magister en Política Criminal y Derecho Penal Internacional del London School of Economics and Political Science (LSE). Abogado admitido en la barra de abogados de la Corte Penal Internacional.