OPINIÓN

La noche de la hoguera

Quizás el procurador pasó en el colegio mucho tiempo porque esa noche estaba a 15 días de cumplir 24 años.

Daniel Coronell, Daniel Coronell
23 de febrero de 2013

A veces la búsqueda de una pista dura años y a veces aparece sin buscarla. Una vieja caja de coleccionista ha guardado por décadas el contexto y las pruebas de una columna que escribí hace casi cinco años. En noviembre de 2008 cuando Alejandro Ordóñez se convirtió en candidato a la Procuraduría por renuncia del aspirante nominado por el Consejo de Estado, me encontré varias historias sobre él. Una de ellas contaba que había participado en una ceremonia de quema de revistas y libros impíos en Bucaramanga.


Un testigo presencial y otro que lo oyó de su padre me contaron que el doctor Alejandro Ordóñez hacía parte de organizaciones de derecha y ultracatólicas que querían impedir que otros conocieran o leyeran impresos que ellos consideraban contrarios a la fe, subversivos o pornográficos. Uno de ellos recordaba que Ordóñez y sus amigos -incluido uno llamado Hugo Mantilla- usaban estandartes y símbolos medievales “como de la época de las cruzadas”.

Los memoriosos aseguraban que en una de esas ceremonias de quema, el ahora procurador y Hugo Mantilla habían ido a la Biblioteca Pública Gabriel Turbay. Allí conminaron al encargado para que les entregara los libros que podían perturbar las mentes juveniles.

Entre los que se llevaron había obras de García Márquez, Rousseau, Marx y una Biblia, que también encontraron pecaminosa porque a juicio de ellos era una “edición protestante” y no católica, apostólica y romana. Los libros terminaron en una hoguera en un parque cercano.

Todo sucedió el día de la fiesta de la Virgen de Fátima, es decir un 13 de mayo.

Cuando lo eligieron procurador, Ordóñez afirmó en una entrevista a Colprensa: “Hay una serie de tergiversaciones, de caricaturizaciones de hechos ocurridos hace 38 años”.  

En la caja de recuerdos abierta recientemente hay varios documentos que indican que Alejandro Ordóñez hacía parte de una organización llamada la Sociedad de San Pío X conectada a su vez con Tradición, Familia y Propiedad, conocida por su sigla TFP.

Entre los papeles amarillentos hay un volante elaborado en Imprelit de Bucaramanga, en la que la Sociedad San Pío X y su órgano informativo El Legionario invitan a lo que llaman “un acto de fe” para quemar “revistas pornográficas y publicaciones corruptoras. Estos actos se realizarán el 13 de mayo a las 8 de la noche en el parque San Pío X en desagravio a Nuestra Señora, la Siempre Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra” (ver octavilla).

Los peligrosos devotos arrojaron a la hoguera las “publicaciones corruptoras” la noche de ese sábado 13 de mayo de 1978. 

El diario de Bucaramanga publicó tres días después una fotografía con una nota que asegura: “El sábado anterior a las siete de la noche los jóvenes de Tradición, Familia y Propiedad realizaron un simbólico acto en el que quemaron libros y revistas pornográficos en señal de protesta por el libertinaje y la corrupción que ha invadido a la juventud y como freno al impúdico comercio del sexo. La hoguera se levantó en el Parque San Pio X”.

La foto –que ustedes pueden ver en semana.com– muestra a un hombre alto y delgado de bigote, vestido de traje y corbata. Tiene un megáfono terciado y arroja papeles a la hoguera ante la mirada de cinco niños. Dos de los pequeños ríen y los otros tres tienen la mirada puesta en el fuego purificador (ver foto de la hoguera).

De acuerdo con el dueño de la caja de recuerdos, el hombre que aparece en la foto es el actual procurador Alejandro Ordóñez Maldonado.

Ante esta afirmación le envié al jefe del Ministerio Público, un breve mensaje: “Respetado señor procurador, quisiera hacerle una pregunta: ¿Aparece usted en la fotografía que le anexo a este correo electrónico”.

Al día siguiente, el jefe de Prensa de la Procuraduría, me remitió –a manera de respuesta– dos fragmentos de entrevistas del procurador. Allí admite que participó en la quema, pero dice que eso no hizo parte del episodio de la biblioteca, que fue un reclamo distinto hecho por amigos suyos (ver correo). 

En una de esas entrevistas asegura que: “Un 13 de mayo varios compañeros de colegio y de barrio quemamos unas revistas que nos parecían pornográficas”. Quizás el procurador pasó en el colegio mucho tiempo porque esa noche estaba a 15 días de cumplir 24 años.

El procurador prefirió guardar silencio sobre la identidad de quien le dio semejante ejemplo a unos niños. Declinó responder si es él o no el hombre que fue fotografiado la noche de la hoguera. 

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