OPINIÓN

Leyva otra vez

Esta nueva candidatura presidencial suya se irá a pique también, como las tres o cuatro que la precedieron, o las dos de su padre: es como si lo llevara en los genes

Antonio Caballero, Antonio Caballero
25 de enero de 2014

Comparten una vergüenza ese par de payasos que ahora se abrazan, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe: la de haber sido elegidos a la Presidencia por las guerrillas de las Farc (y por la insensatez de los colombianos). El uno, por prometer que haría la paz con ellas en un mes, aunque no pudo en cuatro años. El otro, por prometer que las derrotaría en la guerra en 18 meses, aunque no pudo en ocho años. Ahora de nuevo buscan una alianza

tácita con ellas y pública entre los dos para proponer en la Convención conservadora que se reúne hoy domingo una candidatura de unidad. Unidad de los conservadores –los pocos que no están enmelocotados con la mermelada clientelista de Juan Manuel Santos– con los uribistas del Centro Democrático. El candidato no puede ser Uribe por el fallo de la Corte Constitucional, ni Pastrana por sustracción de materia gris. ¿Quién, entonces? El hombre que se ufana de haber reunido a los dos expresidentes “para que pudieran lograr acuerdos sobre temas fundamentales de la patria”. Álvaro Leyva.

No es la primera vez que Álvaro Leyva se propone a sí mismo para la Presidencia. Siguiendo el ejemplo paterno (su padre, Jorge Leyva, el del “binomio siniestro” con Álvaro Gómez, lo hizo en dos ocasiones), Álvaro ha lanzado su candidatura tres o cuatro veces a lo largo de su zigzagueante vida política. La inició como secretario de Misael Pastrana, fue luego ministro de Belisario Betancur, constituyente del 91 por la AD-M19, negociador autodesignado con las Farc, perseguido político refugiado en Costa Rica bajo Andrés Pastrana, y dueño, según proclamación propia, de “la llave de la paz”.

Álvaro Leyva aspira ahora a persuadir a la Convención conservadora –en la que promete contar todos los secretos de las conversaciones de La Habana que a él le han contado sus amigos de las Farc– de que emprenda “una política de unión” en torno a su candidatura. Una unión que, en sus palabras, “comprenda la paz con los expresidentes Uribe y Pastrana, los partidos y los movimientos políticos, el ejército de la patria, los Estados Unidos, la Unión europea y todos los sectores de opinión”. Vastísimo programa, sin mencionar dos elementos que lleva sobreentendidos: la paz con las Farc, a la cual estos tres nuevos aliados se oponen si es Santos quien intenta lograrla; y la convocatoria de una Asamblea Constituyente, como es el deseo, por motivos opuestos, tanto de Uribe como de las Farc, y también de otras fuerzas. Vastísimo y vaguísimo programa, en el que cabe cualquier cosa.

Pero Andrés Pastrana ya no tiene el menor peso, y Álvaro Uribe tiene mucho menos del que cree. En cuanto a Álvaro Leyva, sus ilusiones han sido siempre mayores que sus expectativas. Esta nueva candidatura presidencial suya se irá a pique también, como las tres o cuatro que la precedieron, o las dos de su padre: es como si lo llevara en los genes.

¿Y Óscar Iván Zuluaga, a todo esto? Ah, sí: a mí también, como a todo el mundo, se me había olvidado Óscar Iván, que es todavía oficialmente el candidato presidencial del Centro Democrático de Uribe. Pues Óscar Iván, cuya candidatura no consigue arrancar, recibirá también de Uribe la puñalada trapera que ya le propinó a su otro precandidato Francisco Santos en la amañada Convención uribista. Se veía venir. Se adivinaba con solo ver la foto de Óscar Iván sentadito en su silla Rimax en el pueblo bombardeado de Pradera, completamente solo con su carita triste.

Todos se hacen ilusiones. Óscar Iván, Álvaro Leyva, Marta Lucía Ramírez, Enrique Peñalosa, los posibles candidatos de izquierda. Esto va para Santos.n

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