Los cuarenta principales
"No son los 100 más influyentes de Time, tampoco los 50 más bellos de People, ni entran en el maravilloso top de la cola más linda de T.V. y novelas. Ellos son apenas los 40 de Semana", opina Olga Lucía Lozano.
No son los 100 más influyentes de Time, tampoco los 50 más bellos de People, ni siquiera alcanzan a clasificar alguna de las listas acomodadas de la Billboard ni entran en el maravilloso top de la cola más linda de T.V. y novelas. Ellos son apenas los 40 de Semana. Para más señas, los 40 menores de 40 que, según esta revista, serán los protagonistas de la historia nacional en los próximos años.
Se trata de una lista tan selecta que, sin saber a ciencia cierta quién la propuso y cristalizó en este abominable especial, parece de lejos el retrato del país que algunos periodistas de escritorio alcanzan a apreciar por la estrecha ventana de su oficina y a imaginar como el único país posible.
Aunque solo se tratara de una premonición macabra, con fines humorísticos, lo que ofende la inteligencia natural de cualquier lector no es exactamente el listado, ni siquiera la incapacidad para realizar una lista más promiscua y real. Finalmente los tops no le gustan a nadie, a no ser a los que los realizan y a los que aparecen en ellos y creen que es un mérito compartir página con gente que a duras penas uno quisiera conocer en algún momento de su vida. Lo que ofende es lo obvio de la selección, es el lugar común y la floritura narrativa con que intentan justificar que estos 40 colombianos pasen a la historia.
Claro, pienso yo, es fácil decir que Juanes, Shakira, Delcy Morelos y algunos otros serán protagonistas de la historia nacional. La cosa es: ¿qué chiste tiene decirlo cuando ya están en la cúspide y hacen parte de la memoria histórica del país? ¿Cuándo su inclusión corresponde solo a una actitud políticamente correcta, que de aséptica resulta medio estúpida?
Para acabar de completar las perlas, además de los famosos obvios (y aclarando acá que la mayoría de veces el prestigio no es equivalente al talento aunque los medios crean que sí) la selección de Semana cuenta con representación oficial de eso que los petardos llaman familias divinamente. Hay, por ejemplo, exponentes de los Araújo, Santodomingo, Benedetti, Lleras, Lloreda, entre otros, como si en Colombia eso fuera alguna novedad.
Para continuar en la misma línea de predicciones incontrovertibles, gran parte del resto de los incluidos hacen parte de ese maravilloso grupo que ciertos analistas califican como los favoritos de los medios. Nadie imagina un top 40 sin Gina Parody, sin un humorista pillín, sin un artista que se jura irreverente aunque solo se dedique a la autopromoción, sin un niño genio que a los 21 años logre identificar a los precoces y si un escritor regular que tenga contactos en todos los medios impresos de carácter nacional. Finalmente, ese es el sector que debería hacernos creer a todos que las vanguardias regresaron y que la detestable cultura "alternativa - oficialista" está de vuelta. Como quien dice, estos son los que hay que meter obligatoriamente para argumentar que se ven otras caras del país, aunque evidentemente sean solo perspectivas de una misma mirada, esa mirada estrecha de los medios que apenas alcanzan a reflejarse ellos mismos en el espejo de una realidad que toca a algunos amigos, a algunos sectores y algunas irreverencias formales.
La única sorpresa, entonces, que realmente se deriva de los 40 principales es ver que en la lista no aparecen muchos de los verdaderos protagonistas de la historia de este país. De manera quizás optimista se eliminó la presencia paramilitar y guerrillera, pese a que podría apostar a que en los próximos años algún cuarentón alzado en armas tomará decisiones que afectarán al país entero y uno que otro paraco con ideas raras se sentará a definir lo correcto e incorrecto en decenas de zonas del país sin que nadie pueda hacer nada. También, y aunque los moralistas juren que es un asco tocar el tema, habrá por ahí un narco principiante que ya se perfila como el líder de un nuevo y más sofisticado cartel y, Dios nos libre, un Santofimio junior empezando a entronizarse en alguna maquinaria política.
Tristemente, y como resultado de la falta de análisis y conocimiento del mundo real, tampoco aparecen los otros. Los cientos de colombianos talentosos a los que en verdad habría que apostarles, aunque la mayoría de nacionales mayores de 35 años ya no encuentren trabajo en ninguna parte y por tanto no alcancen a ser cuarentones felizmente incrustados en el sistema.