OPINÓN

La cruzada de Viviane

Entre la cruzada anti-gay de Viviane Morales y la que adelante por su cuenta, y riesgo, el procurador Alejandro Ordóñez no hay mucha diferencia.

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
23 de julio de 2016

No voy a ser tan ingenua. no me voy a meter en la discusión jurídica sobre si la senadora cristiana y liberal Viviane Morales, quien busca frenar con un referendo el fallo de la Corte Constitucional que le dio vía libre a la adopción a las parejas gais, tiene o no a la Constitución de su lado. Ese debate se lo dejo a los constitucionalistas colombianos, expertos más en confundirnos con sus múltiples interpretaciones que en aclararnos las cosas. 

Me interesa más ahondar en el significado político que tiene una cruzada como la que ha decidido iniciar la senadora Viviane Morales para la Colombia de hoy. Cruzadas como esta, que traen su carga de intolerancia y que menosprecian las diferencias, obligan a que uno se pregunte, una y otra vez, cual es en realidad la democracia que queremos. En ese sentido me parece que la cruzada de Viviane Morales es no solo insólita sino tenebrosa.

Insólita porque demuestra que el Partido Liberal de hoy da para todo, incluso para avalar a una senadora cristiana que se resiste a reconocer el carácter garantista de una Constitución como la del 91, de la que el liberalismo se precia ser su padre putativo. Y tenebrosa porque nos devuelve en el tiempo a una Colombia de la que se creía habíamos salido, cuando esa misma Carta declaró la libertad de cultos en el país y estableció las bases de un Estado laico, marcado por una clara división entre el Estado y la Iglesia.

La cruzada de Viviane es tenebrosa porque utiliza la libertad de cultos, para intentar socavar las bases de una Constitución garantista que reconoce el derecho de las minorías, de los negros, de las mujeres y de la población gay a la que ella tanto quiere invisibilizar.

Muchos celebramos en su momento que se hubiera abierto la compuerta para la libertad de cultos que permitió que Iglesias, como a la que pertenece la senadora, pudieran ejercer su fe sin ningún problema. Esta libertad de cultos fue además reflejo de esa Constitución garantista que consagró el derecho a las minorías como base de una democracia más incluyente, alejada de la dictadura de las mayorías.

Por eso resulta insólito que sean esas minorías religiosas, que se beneficiaron de los avances de la Constitución del 91, las que ahora estén intentado horadar los derechos de otras minorías como la población LGBTI, y que anden en la tarea de impulsar una cruzada para frenar los fallos de la Corte Constitucional que reconocen los derechos a la población LGBTI para adoptar.

En el fondo, entre esta cruzada antigay de Viviane Morales y la que adelante por su cuenta y riesgo el procurador Alejandro Ordóñez no hay mucha diferencia: los dos quieren que la política no sea la expresión de un Estado de derecho, sino el fiel reflejo de sus credos. Los dos buscan que la religión domine todas nuestras facetas de la política y que vivamos sus credos como si fuesen las leyes y la Constitución. Y los dos no le reconocen derechos a las minorías, sobre todo si son LGBTI. ¿Esa es acaso la democracia que queremos?

Si se abre campo la tesis de que este tipo de decisiones no las debe tomar la Corte Constitucional en desarrollo de la Carta del 91, sino que tienen que acordarse vía referendo, se revertirían todos los avances obtenidos en materia de derechos de las minorías. No solo los gais volverían a ser ciudadanos de segunda clase, también lo serían las comunidades afro e indígenas porque perderían el derecho que les otorgó la Constitución para que sus territorios colectivos les sean devueltos. En un país que no ha permitido ni la reforma agraria, semejante avance, consagrado por la Constitución del 91, no resistiría ningún referendo.

La buena noticia es que por el momento este referendo de Viviane parece no tener mayor futuro: la Corte Constitucional en su reciente fallo sobre el plebiscito dejó claro que estos instrumentos de refrendación –entre los que incluyó el referendo– no pueden ser utilizados para recortar derechos de las poblaciones vulnerables ni de las minorías. No obstante, el boquete ya está abierto. Los cruzados se están encargando de esparcir la tesis de que esta corte es demasiado liberal y ya se maquina la forma en que magistrados más conservadores reemplacen a estos herejes. Tenebroso.

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