OPINIÓN

Trizas

No sobra registrar que, hasta hace dos años, el magistrado Carlos Bernal pensaba muy distinto a como votó la demanda presentada por el uribismo contra la espina dorsal del ‘fast track’.

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
20 de mayo de 2017

Hay que felicitar a Uribe y sus soldados virales porque lograron hacer trizas el acuerdo de paz antes, incluso, de lo que tenía previsto. Y lo hicieron por la vía del inciso, de la leguleyada, de la mano de una Corte Constitucional que se prestó de caja de resonancia del uribismo para que la paz quedara reducida al terreno de lo jurídico, como si la terminación de un conflicto de 50 años fuese un asunto de incisos y no un evento único y excepcional de la política que amerita la expedición de medidas transitorias de carácter especial.

Además su triunfo es doble porque consiguieron volverlo trizas sin que hasta ahora el país se haya dado cuenta de lo que sucedió. Hasta en eso han sido exitosos: tal es la complejidad jurídica del debate, que pocos son los colombianos que han logrado entender los efectos demoledores que este fallo tiene para el futuro de la paz en Colombia.

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Y vaya si los tiene. La corte, al tumbar la espina dorsal del fast track, acogió la tesis central sobre la que el senador estrella del uribismo, Iván Duque, sustentó su demanda: la de que todas estas reformas constitucionales que se deben presentar ante el Congreso con miras a implementar los acuerdos de paz son una amenaza para nuestro Estado de derecho, porque sustituyen a la Constitución.

Hoy, con esa tesis de que la paz es un problema eminentemente jurídico, la Corte Constitucional acaba de tumbar la espina dorsal del fast track y abrió la posibilidad de que los congresistas puedan aprobar las reformas sin respetar el espíritu de lo acordado, con lo cual sobra decir que lo firmado en el Colón es prácticamente letra muerta. Mañana, se hará lo mismo con la ley estatutaria, pasado mañana, con la reforma al ordenamiento de la tierra, con la reforma política…

El uribismo dice que toda esta pelea jurídica la hace por defender la democracia, pero en realidad lo que está defendiendo son sus intereses porque no quiere ni reformas al agro, ni que se actualice el catastro, ni que se le dé tierra a los 800.000 campesinos que hoy no la tienen. Esa democracia que ellos quieren produjo en los últimos 30 años cerca de 300.000 muertos y más de 60.000 desaparecidos.

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Así el gobierno insista con un optimismo forzado que estas reformas se pueden pasar en el Congreso con las mayorías, la verdad es que este es un gobierno con el sol a sus espaldas, con serios problemas de gobernabilidad que difícilmente va a poder sacar adelante las reformas por ese slow track en que quedó convertido el fast track.

En estas condiciones, el proceso de paz colombiano va a llegar al momento más insólito de su compleja y atribulada historia: por un lado tiene a una guerrilla lista a entregar sus armas, ya reagrupada, que firmó un acuerdo de paz; y por el otro, un país que se niega a recibirla y, que por temor a lo que le puede traer la paz, prefiere verlos de nuevo con sus fusiles antes que haciendo política en el Congreso colombiano.

Tremendo triunfo el de Uribe y los suyos: nos están devolviendo a la guerra sin que nadie proteste.

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CODA: No sobra registrar que, hasta hace dos años el magistrado Carlos Bernal pensaba muy distinto a como votó la demanda presentada por el uribismo. En un artículo publicado en septiembre de 2015, en Ámbito Jurídico, Bernal sostenía lo siguiente: “La teoría de la sustitución no es la apropiada para evaluar la constitucionalidad de los mecanismos de justicia transicional. Esta tesis es demasiado estricta para permitir que estos mecanismos operen de manera exitosa”. Más adelante sostenía que por el contrario, “lo apropiado era que la Corte Constitucional controlara las reformas a la Carta Política que pretenden implementar los acuerdos de paz con base en un marco más flexible, es decir, el marco jurídico internacional transicional de la justicia transicional”.

Para ver el artículo de Ámbito Jurídico

Sin embargo, ya de magistrado de la corte, el doctor Bernal se nos volteó. Dicen que la política es dinámica y este magistrado es prueba de ello.

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