OPINIÓN

Oro, guerrilla y paramilitares

La guerrilla y los paramilitares han puesto su mira en la explotación del oro de Dabaibe (Chocó), pero siempre han encontrado la oposición de los indios.

José E. Mosquera, José E. Mosquera
2 de enero de 2014

En la guerra del oro en la región de Dabaibe (Chocó) hay un episodio poco conocido. Los líderes políticos conservadores del Chocó, jugaron un papel determinante en la delimitación del resguardo e hicieron que las poblaciones negras de San Marino y Piedra Honda, quedaran dentro de la reserva indígena para seguir teniendo incidencia en la explotación del oro.

Además de su interés en el oro, también protegieron uno de sus más apetecidos feudos electorales: Aguasal. Un distrito electoral determinantes en las elecciones de municipales en Bagadó y clave en el plano regional en los comicios de gobernadores, congresistas y diputados en el Chocó. Porque en aquella zona se han cometido los más insólitos fraudes electorales en la historia chocoana.

Otro aspecto que poco se ha analizado es el papel que han tenido la guerrilla y los paramilitares. Ambos grupos en determinadas coyunturas han tenido interés en el control de estos ricos yacimientos de oro. El primer grupo guerrillero que buscó fraguar una alianza con un sector de los nativos para controlar las minas fue el M-19, en la década del ochenta del siglo XX. Luego fueron fallidos los intentos del ELN. Igual suerte ha corrido el EPL y la FARC. Pese a que han reclutaron algunos indígenas para sus causas y para acceder al control de las mina no han podido tener un dominio sobre los yacimientos de oro.

Este es un aspecto bien interesante de la historia de las disputas por estas minas, por que los dos bandos de indios en sus disputas han tratado de pactar alianzas con este tipo de grupos para enfrentar a los adversarios, pero no han permitido que tengan un control de las minas.

Pese a que la guerrilla y los paramilitares libran una sangrienta lucha en la región por el control de los cultivos ilícitos y los corredores estratégico de movilidad para acceder al Eje Cafetero, el suroeste antioqueño, a la Cuenca de los tres ríos más importante del Chocó y a la costa Pacífica no han podido tener un dominio sobre las minas.

La guerra del oro en esta región chocoana no sólo generó una profunda división y un sangriento exterminio entre los aborígenes de los pueblos de Aguasal y sus alrededores con los de Río Colorado y Dabaibe, sino desplazamientos que generaron desarraigo y que rompieron con su cultura y sus tradiciones.

Las actuales disputas entre guerrilla y paracos, también han generado desplazamientos y crisis humanitarias. Lo grave de los desplazamientos, tanto el pasado como ahora hacia los grandes centros urbanos es que han generado una cultura de mendicidad que ha alterado su tejido social.

Por eso observamos en Bogotá, Pereira, Manizales y Medellín, indígenas con niños, pidiendo limosnas, mientras los varones se dedican a consumir licor. La crisis humanitaria en estas comunidades indígena es preocupante, porque las políticas asistencialismo lo que ha profundizado es más la pobreza y una cultura hacia la mendicidad en los nativos de estas comunidades.

De manera que debe haber un replanteamiento de las políticas del Estado frente a este tipo de problemática. Evidentemente que, tanto los indígenas como el resto de la población pobre colombiana, requieren de verdaderas políticas de inclusión que los saque de la miseria.

Es imperativo que haya un cambio estructural en la política colombiana hacia los pueblos indígenas. Ya es hora que dejemos de mirar a los indígenas como piezas de museos y se desarrollen políticas de desarrollo económico que impulsen la producción agrícola en sus los territorios y que dinamicen las fuerzas productivas, se generen fuentes de empleos y de ingresos en los pueblos indígenas.

Indudablemente que debe haber un revolcón en las políticas agrarias del Estado hacia la población indígena, porque no se puede continuar incentivando metodologías agrícolas ancestrales que no son eficaces para resolver los graves problemas económicos que afronta este importante segmento de la población colombiana. En mi opinión se deben romper con los atávicos paradigmas sobre los usos de la tierra para aplicar nuevas innovaciones en la producción agropecuarias en los asentamientos indígenas que permitan una mayor productividad de la tierra.

En Twitter @j15mosquera