OPINIÓN

¿Una Constituyente? ¿Para qué?

Algunos quieren la Constituyente ya. Entre ellos el ex presidente Uribe y las FARC, ambos consciente o inconscientemente para volver a discutir los Acuerdos de La Habana.

Semana.Com
4 de febrero de 2016

Algunos quieren la Constituyente ya. Entre ellos el ex presidente Uribe y las FARC, ambos consciente o inconscientemente para volver a discutir los Acuerdos de La Habana. La implementación de ellos duraría así años, lo que implica un riesgo enorme de fracaso del Proceso de Paz. Pero como dije en artículo anterior, la Constituyente  no es el instrumento idóneo para refrendarlos pues ella reabre la discusión que ya se había cerrado en La Habana, amén de que la paz por ser un derecho constitucional fundamental no sólo no  requiere  refrendación popular alguna, sino que intentarla es inconstitucional porque la pone en riesgo, la amenaza.

El Fiscal también quiere Constituyente ya, para que haga una nueva reforma a la justicia, cuando todavía la última aprobada por el Congreso el año pasado, no ha comenzado a andar. No sabemos si confrontada con la realidad resultará buena, regular o mala. Pero ya la quiere cambiar.

Se pregunta Alain Peyrefitte cuál es la diferencia entre un francés y un anglosajón. Y se responde: Frente a la contundencia de los hechos que resultan en contra de sus previsiones, el francés dice: Se equivocaron los hechos. El anglosajón, más modesto: Me equivoqué yo. Pues bien, a la última reforma sobre la Administración de Justicia no se le quiere dar ni siquiera  la oportunidad  de que se equivoque… o de que acierte!  

Quienes proponen una Constituyente con competencia para reformar íntegramente la Carta no dan una sola buena razón para ella. No dicen para qué la quieren. Parecería obedecer más a un deseo impetuoso, a una emoción del momento, a un impulso, a una reacción primaria, a una ofuscación, que a una decisión racional. Podríamos decir que se trata de una ventolera que ojalá no haga camino. ¿Qué querrán derogar y qué querrán incorporar en la Constitución quienes abogan por reformarla mediante ese mecanismo extraordinario?

¿Será que quieren derogar el Estado Social de Derecho? ¿O el Estado Constitucional de Derecho? ¿Quizás el derecho al libre desarrollo de la personalidad? ¿Quizás quieran restablecer el Estado de Sitio que los Constituyentes abolimos en el 91 a objeto de reforzar el Congreso en tanto que Legislador, pues bajo la Constitución del 86 el Gobierno mediante un simple decreto podía arrebatarle su poder de hacer las leyes? ¿Será que se pretende habilitar el Gobierno para que pueda aprehender y retener, es decir, privar de la libertad, a las personas que supuestamente atentan contra la paz pública, competencia que hoy sólo tienen los jueces? ¿Es que quieren que las facultades extraordinarias  al Ejecutivo puedan otorgarse sobre cualquier materia y por tiempo indefinido como antes del 91? ¿Desean eliminar la elección popular de gobernadores y alcaldes para disminuir el alcance de la descentralización como lo ha venido haciendo el Congreso durante los últimos 16 años al reducir el monto de las transferencias para educación y salud? ¿Querrán acabar con los mecanismos de participación democrática como el referendo, la consulta popular, la iniciativa legislativa o la revocatoria del mandato?  ¿O querrán eliminar la posibilidad de regionalización de que tratan los artículos 306 y 307 de la C.P.? ¿O tal vez eliminar la Corte Constitucional como guardiana de la Integridad y Supremacía de la Carta para devolverle esa competencia a la Corte Suprema de Justicia menos sensible a la defensa de los derechos constitucionales fundamentales? ¿Quizá la independencia de la junta directiva del Banco de la República y la prohibición de imprimir moneda para financiar los déficits del Gobierno? ¿O acaso reducir el alcance de la Tutela para que no pueda ser utilizada contra sentencias judiciales a pesar de que está probado aquí y en todas partes que pueden quebrantar Derechos Humanos?

La Constituyente es no sólo inapropiada  e inconveniente sino superflua, pues estará integrada por las mismas fuerzas políticas que hoy componen el Congreso y más o menos en la misma proporción pues sólo algunos pocos delegados podrán elegir las FARC. No haríamos más que reproducir el Congreso actual con el nombre de Constituyente, si por desgracia se abre paso este despropósito.

Que nos digan los alegres impulsadores de la inestabilidad constitucional de Colombia para qué quieren una Constituyente. A mí, como demócrata, me preocupa la idea, pues de esa Asamblea saldrá  una Constitución más parecida a la del 86 que a la del 91, de pronto hasta con auxilios parlamentarios a bordo. Téngalo en cuenta doctor Horacio Serpa, doctor Iván Cepeda, doctora Viviane Morales.

Añadido: ¿Por qué nadie, ni en el Gobierno ni en el Congreso se hace eco de la reiterativa propuesta de Juan Martín Caicedo Ferrer respecto de un pliego-tipo de condiciones para la contratación nacional, departamental y municipal?  
*Constituyente 91  

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