OPINIÓN

¿Qué ofertas tiene Santos para las Farc?

Si a finales del año hay un acuerdo para la desmovilización, y esa tarea está en curso, se les deberían restituir a la Unión Patriótica los nueve senadores y los cinco representantes que conquistaron en 1986.

León Valencia, León Valencia
24 de agosto de 2013

Las Farc habían dicho una y otra vez que no les interesaba la participación política en 2014, es más, habían dicho que les interesaba muy poco la participación en el Congreso, pero sorpresivamente, en un comunicado del 1 agosto le pidieron al gobierno que considerara las asignación directa de curules para su organización. “Queremos llegar al Legislativo a través de medidas excepcionales y transitorias de participación política”, dijeron.

Ahora Santos y la coalición de la Unidad Nacional, en una audaz movida política, se proponen sacar adelante un proyecto de ley para convocar a un referendo de aprobación de los acuerdos de La Habana. La propuesta tiene dos caras: una, meter el acelerador en las conversaciones  para lograr que al final del año se firme el acuerdo de paz y se aprovechen los escenarios electorales de 2014 para la refrendación; dos, ofrecerles a las Farc un paquete electoral atractivo para ganar su apoyo a la iniciativa. 

En la reunión entre la Mesa de Unidad Nacional y los negociadores del gobierno, Sergio Jaramillo y Humberto de la Calle, se trataron los dos temas. No podían anunciar un mecanismo de refrendación que acelera el proceso y de-secha, por el momento, la propuesta de Asamblea Nacional Constituyente impulsada por las Farc, sin ofrecer mecanismos eficaces para que esta guerrilla llegue al poder legislativo en las próximas elecciones y sea una opción para alcaldías, gobernaciones y Presidencia de la República.   
 
Entiendo que en las ofertas para las Farc  hay un estatuto de oposición con propuestas de financiación, acceso a medios de comunicación y garantías para la vida de los líderes políticos y sociales; hay circunscripciones especiales para cámaras, asambleas y concejos; hay la posibilidad de asignación directa de curules para Senado; no en uno, sino en varios periodos, de manera que las fuerzas políticas surgidas de la paz puedan consolidar su presencia en la vida pública y no sean barridas de inmediato por parte de los políticos tradicionales.

Estas iniciativas son justas si tenemos en cuenta la feroz estrechez de la democracia colombiana en estos 50 años. La izquierda no ha tenido las mínimas condiciones para competir con probabilidades de éxito en la política nacional. La primera amenaza y la más brutal es a la vida de los dirigentes. Han arrasado con grupos y partidos enteros. La segunda es el dinero que llueve en manos de mafias y grupos privados para las fuerzas tradicionales. La tercera es la mezquindad de los medios de comunicación para darles espacio a opciones distintas.

Está muy bien que se piense en subsanar la grave desigualdad que acosa a fuerzas nuevas y rebeldes que aspiran a jugar en la política del país. Quizás estas propuestas atraigan otra vez a la mesa de conversaciones a las Farc, que han anunciado la suspensión de los diálogos.

Pero creo que lo más inmediato, lo más justo, lo más reparador, lo más práctico, es utilizar la personería de la Unión Patriótica para organizar la participación de las Farc en las próximas elecciones. Sí, y solo sí, a finales de año hay un acuerdo para iniciar el proceso de desmovilización y desarme de las Farc y esa tarea está en curso, se le deberían restituir a esta organización los nueve senadores y los cinco representantes a la Cámara que conquistaron en 1986 en ejercicio de lo acordado con el presidente Belisario Betancur. 

También hay que pensar en una medida similar para los concejos y asambleas en 2015. Quiero recordar que, además de los parlamentarios conquistados, la Unión Patriótica alcanzó 23 alcaldes propios, más de 100 alcaldes en coalición, 14 diputados y 352 concejales.

La Sala Quinta del Consejo de Estado le devolvió la personería jurídica a la UP pensando en esta posibilidad. No fue un acto para darle una oportunidad a los pequeños grupos que hoy se disputan la legalidad de esta organización. Fue una decisión para abrir espacios a las Farc.

Ahora bien, como la UP original fue una coalición de las Farc con fuerzas civiles amantes de la paz, la nueva UP debería preservar este espíritu. La guerrilla tendría que pactar inmediatamente con las personas que han mantenido el nombre de esta fuerza, con la Marcha Patriótica y con otros agrupamientos sociales,  las listas  que irían al Congreso en esta ocasión.