OPINIÓN

¿Quién mató a Stalin?

La reunión tenía por objeto sentar a la mesa a Stalin con el alcalde Bartolo Valencia para que limaran las asperezas.

Daniel Coronell, Daniel Coronell
6 de abril de 2013

Lo mataron a tiros en el barrio Buenos Aires de Cali. Stalin Ortiz –concejal de Buenaventura, pastor evangélico y padre de seis hijos– venía denunciando la corrupción en el puerto y especialmente en el Hospital Luis Ablanque de la Plata. 

Con un cartapacio de papeles iba de despacho en despacho para que se conocieran las irregularidades en su ciudad. Esas denuncias lo habían distanciado del alcalde, Bartolo Valencia, liberal como él y a quien había apoyado para llegar al puesto.

La tensión entre el alcalde y el concejal, otrora aliados, se podía sentir en Buenaventura, era pública y notoria. Sin embargo, en una reciente entrevista al diario El País de Cali, el alcalde Bartolo Valencia parece haber perdido la memoria: “Yo jamás he tenido ni una discusión con el concejal Stalin Ortiz”.

Elizabeth Ortiz, la hija del concejal asesinado, le aseguró al mismo periódico algo distinto: “Mi papá se lo dijo al presidente de la liga de usuarios, se lo dijo a los concejales y donde iba comentaba que temía por su vida; por la cantidad de cosas que estaban haciendo el alcalde Bartolo Valencia y el concejal Hernán Sinisterra en el hospital”.

El concejal Hernán Sinisterra, también liberal, a quien muchos identifican como el edil más cercano al alcalde, está sufriendo su propio duelo. Veinticinco días antes del asesinato de Stalin Ortiz, su hermano José Jimy Sinisterra había sido acribillado también en Cali y en circunstancias no aclaradas.
El concejal Sinisterra asegura que el corrupto era el asesinado Stalin: “Seguramente nos vio al alcalde y a mí como un obstáculo para sus ambiciones personales lucrativas con la ESE y utilizó eso como mecanismo de presión hacia nosotros”.

El muerto no está aquí para defenderse, pero los documentos que respaldaban sus denuncias muestran que el Hospital Luis Ablanque de la Plata era realmente el de la plata de la clase política de Buenaventura. Según esos papeles, en el hospital –con presupuesto de 32.000 millones y más de 450 empleados– hay celebraciones indebidas de contratos, desvío de recursos públicos y pagos a supuestos trabajadores que nunca van por allá.

Una investigación de SEMANA da cuenta del desgreño de la institución. La revista encontró evidencias de que en el hospital se “direccionan” contratos y tienen puesto numerosos familiares de los concejales y del propio alcalde, quien tiene dos hermanos y un sobrino en la nómina de la institución. Los periodistas encontraron que varios familiares del concejal Hernán Sinisterra laboran en el hospital, incluyendo a Clara Gruesso, madre de una de sus hijas.

La mayor revelación, sin embargo, es la existencia de una componenda para manipular los resultados del llamado “concurso de méritos” para escoger director. En un documento y una conversación grabada hay señales claras de que el concurso para el poderoso cargo era manejado por Édinson Delgado Martínez, funcionario de la Universidad Santiago de Cali.

Édinson Delgado Martínez, es hijo del senador liberal y exalcalde de Buenaventura Édinson Delgado Ruiz. En este punto debemos volver al comienzo de la historia.

El lunes 28 de enero cuando lo mataron, el concejal Stalin Ortiz acababa de salir de una reunión. Lo había invitado el senador Édinson Delgado. La reunión tenía por objeto sentar a la mesa a Stalin con el alcalde Bartolo Valencia para que limaran las asperezas.

SEMANA cita a un familiar que dice: “Mi papá fue sobre el mediodía al Hotel Intercontinental, pero la reunión no se pudo hacer porque el alcalde no llegó. Sin embargo, testigos lo vieron en el hotel. Finalmente lo citaron a las cinco de la tarde. Todo el día lo llamaron para tenerlo monitoreado. La reunión fue corta. Al salir nos llamó y dijo que ahora nos contaba, pero si algo estaba claro es que mi papá no iba a parar ni su viaje, ni sus denuncias”.

El celular del concejal y pastor Stalin Ortiz muestra que recibió las llamadas mencionadas en el testimonio, su familia dice que había ido a Cali –antes de viajar a Bogotá a poner una denuncia– solo para asistir a la cita, pero el alcalde Bartolo Valencia afirma que la reunión “fue una coincidencia y no estaba programada”.

Ninguna autoridad se ha animado a armar este rompecabezas.

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