OPINIÓN

Un fantasma recorre Europa

El fascismo original, tanto en su versión italiana mussoliniana como en su versión alemana hitleriana, fueron derivaciones del socialismo. Travestismos nacionalistas de la izquierda.

Antonio Caballero, Antonio Caballero
27 de abril de 2019

Dos son los más recientes ejemplos del amenazante retorno del fascismo. Uno es el citado por Antonio Albiñana en su reciente columna de El Tiempo: la cuasivictoria en las elecciones parlamentarias del ultranacionalista partido Perussuomalaiset en la remota Finlandia, vasto país nórdico encajado entre Rusia, Escandinavia y el océano Ártico, país rico, y económica y socialmente equitativo, y con el mejor sistema de educación del mundo. Su nombre, Perussuomalaiset, quiere decir Partido de los Verdaderos Finlandeses. Y, como ese nombre indica, es un partido de la ultraderecha parroquial y mezquina, antieuropea, xenófoba y racista, que basa su popularidad en el rechazo a los inmigrantes; los cuales en Finlandia son casi inexistentes: constituyen apenas un 1,1 por ciento de la población de cinco millones y medio de habitantes. Pero su existencia alimenta un fantasma de amenaza: el del nacionalismo. El fantasma que hoy recorre Europa.

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Porque el otro ejemplo lo vemos en la otra punta del continente, en España, donde las elecciones de hoy domingo (escribo el jueves) van a mostrar las fuerzas respectivas de dos ultraderechismos nacionalistas enfrentados: el del excluyente nacionalismo catalán, representado por los independentistas que quieren separar a Cataluña de España, y el incluyente del hipernacionalismo español, representado por Vox, nuevo partido desprendido del ala derecha del derechista Partido Popular. Ni Vox ni los variados independentistas catalanes tienen decisivo peso electoral por sí mismos: pero en torno a sus dos propuestas nacionalistas contradictorias se juegan estas elecciones.

A diferencia del caso finlandés, que se anuncia de entrada como de ultraderecha, desde el punto de vista semántico el caso español se presta a confusiones; empezando por esa de que un partido de derecha se llame “popular”. Vox, por su parte, es ultraespañolista, pero su nombre no es español sino que está en latín: significa “voz”. Y pretende ser la voz de la España profunda, de la España de la nostalgia franquista que se proclamaba “¡una, grande y libre!” y aplastaba las voces de la España plural: catalanas, gallegas o vascas. Y en cuanto a los partidos independentistas catalanes, xenófobos y racistas como son –tanto que llaman a los demás españoles, y en particular a los catalanes de lengua castellana, en palabras del actual presidente de la Generalitat (el nacionalista gobierno autonómico de Cataluña), “bestias con forma humana, carroñeras, víboras, hienas” - se consideran sin embargo de izquierda: uno de ellos se llama Esquerra (izquierda) Republicana.

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Y bueno, sí: es que el fascismo original, tanto en su versión italiana mussoliniana como en su versión alemana hitleriana, fueron derivaciones del socialismo. Travestismos nacionalistas de la izquierda. 

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