'Mi primer Grammy'
Jorge Villamizar, además de ganar un Grammy con su grupo Bacilos, ha logrado el sueño de su vida: escribir canciones que perduren.
Como si fuera un domingo cualquiera, el 23 de febrero Jorge decidió levantarse temprano para ir al Museo Metropolitano de Nueva York y ver una exposición de Leonardo da Vinci. Luego, en medio de la nieve, fue a caminar al Central Park. Detrás de esa aparente tranquilidad y normalidad se escondían los nervios que le producían saber que horas más tarde estaría en el Madison Square Garden como nominado a un premio Grammy. El desenlace de la historia todos lo saben: Jorge Villamizar, compositor y líder del grupo Bacilos, fue uno de los ganadores de la noche.
En sus manos tiene más que un Grammy. Después de todo, para este monteriano de 32 años radicado en Miami, el gramófono que recibió su agrupación por Caraluna en la categoría Mejor Album Pop Latino es sólo la ratificación de que va por el buen camino. Porque si se trata de ganar, afirma sin muchas ínfulas, ha recibido satisfacciones mucho mayores. Como, por ejemplo, escuchar en el estadio El Campín de Bogotá durante un concierto de Alejandro Sanz del cual fueron teloneros en la gira de 2001, a cerca de 40.000 personas cantar al unísono Tabaco y Chanel, una canción que escribió ocho años atrás. Otro de sus grandes premios es saber que esa misma canción ya es un clásico latino. "La prueba de esto es que las bandas populares de varios países, como Perú, la tocan siempre en los matrimonios", cuenta Jorge.
Esa es su gran obsesión: "Hacer canciones que perduren". Pero aunque siempre tuvo el mismo sueño, no siempre lo persiguió. En su caso vale la pena usar la frase de cajón que dice "lleva la música en la sangre". Su abuelo materno, Alvaro Iregui, era compositor y su mamá, María Teresa Iregui, daba clases de guitarra. Incluso Jorge casi llega al mundo en medio de una de ellas. Sin embargo probó suerte en la Escuela Naval de Cartagena, luego hizo cinco semestres de ciencia política en Londres y finalmente terminó administración de empresas en Miami.
Es cierto que en todas esas épocas la música estuvo a su lado. En Quito, donde vivió durante varios años, cuando en el colegio tuvo una banda llamada Bajo el Puente, a la que chiflaron al ser telonera de la agrupación Soda Stereo. En Londres, cuando tocaba con su guitarra La bamba y Se va el caimán, en el metro y los mercados. Y años más tarde, cuando con sus actuales compañeros, el puertorriqueño José Javier Freire y el brasileño André Lopes, firmaron contrato con el sello discográfico Hecho a Mano, de Ricardo Montaner, con el que nunca llegaron a un acuerdo durante tres años. Tanta fue la desilusión que decidió trabajar en una agencia de publicidad, que le sirvió para conocer a su esposa, Sandra, y luego montó una librería en Ecuador.
Pero la muerte de su abuelo lo puso de nuevo en el camino. "Cuando se enteró de que tenía cáncer y le quedaban cuatro meses de vida mi abuelo se dedicó a grabar en un estudio casero todas las canciones que había compuesto. Unos estudiantes de la Universidad Javeriana se las cantaron y tuvo la suerte de escucharlas antes de morir. Entonces comprendí que uno nace con una misión y tiene que cumplirla". Y así lo ha hecho. Como compositor y cantante de su agrupación, que surgió en 1995, ha recibido dos discos de oro en Colombia por sus álbumes Bacilos y Caraluna. En el mercado latino de Estados Unidos están sonando con fuerza y en estos días realizarán presentaciones en California y Texas. Además, Jorge hace parte de la editora Warner Chapell y ha compuesto para reconocidos artistas como Marc Anthony.
Seguramente este Grammy será el impulso para que se cumpla el deseo que corea en Mi primer millón: "Yo sólo quiero que la gente cante por todos lados esta canción?".