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Leszli Kálli, colombiana, víctima del secuestro.
Leszli Kálli, colombiana, víctima del secuestro. | Foto: FOTO1: AUTOR ANÓNIMO/FOTO2: SEMANA.

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“El relato que no escribí”: Leszli Kálli, quien fue secuestrada por el ELN en el avión de Avianca, narra el episodio más estremecedor de su cautiverio

La colombiana que fue secuestrada junto a su padre cuando viajaba, en la ruta Bucaramanga- Bogotá, habló con SEMANA.

Redacción Semana
14 de abril de 2024

No aparece en las cartas que durante más de 373 días de secuestro escribió Leszli Kálli, la colombiana que fue plagiada por el ELN en un vuelo de la aerolínea Avianca hace 25 años. En las hojas casi oscuras, plasmadas a mano, arrugadas por el tiempo y con la señal casi intacta de las lágrimas que derramó en la selva, no alcanzó a quedar un episodio- quizás el más traumático- que vivió días antes de quedar en libertad.

Esas hojas cubiertas con plásticos, guardadas debidamente en su casa en Colombia para soportar emergencias y acompañadas de una correa y un toldillo viejo que utilizó durante su secuestro, no alcanzaron a registrar su última y amarga experiencia. No tenía el alma totalmente sana para revivir las heridas, dice.

“El momento más duro no lo escribí”, reconoce Kálli, desde el otro lado del teléfono porque vive en Estados Unidos.

Ocurrió una semana antes de su liberación. Los comandantes guerrilleros, en medio de la manigua, reunieron a los 41 pasajeros y cinco tripulantes secuestrados.

LESZLI KALLI
LESZLI KALLI PASAJERA LIBERADA POR EL ELN FOTO LEON DARIO PELAEZ - SEMANA 20 MAYO 2000 | Foto: León Darío Peláez

Brincaban de felicidad. Nadie lo creía. El fin a la tortura del secuestro acabaría.

Leszli Kálli, quien llevaba un año guardando sus zapatos y la ropa para su liberación, fue a limpiar sus cosas sin despegar un ojo del cambuche. Su padre- quien también fue secuestrado con ella-, se quedó con el guerrillero.

“Me fui para el río a lavar mis cosas y empiezo a ver de lejos cómo el rostro de mi padre empieza a transformarse, me empiezo a sentir mal, me voy acercando, el comandante guarda silencio y yo pregunto: ¿qué pasa? Mi papá me respondió que iban a liberar a todos, y yo tenía que quedarme”, narró.

El mundo, los árboles, el río, se le venían encima, narró. La iban a separar de su padre, de sus compañeros.

LESZLI KALLI
KALLI LESZLI FECHA:28 MAYO 2000 FOTO: LEON DARIO PELAEZ REVISTA SEMANA | Foto: León Darío Peláez

Uno de sus compañeros la agarró de los brazos y la sentó.

Su padre le dijo que no se preocupara, que él, en últimas, negociaría con la guerrilla.

Al fin y al cabo, el ELN adelantó contra ellos un secuestro político cuando plagió el avión desde el aire, pero terminó siendo extorsivo. “Mi padre dijo que a él lo tenían que sacar en una bolsa de polietileno, pero sin su hija no se iba”, recordó la mujer a SEMANA.

El Aguado, como le decían al comandante guerrillero, prometió nuevas noticias horas después.

Gran parte de los secuestrados saltaba de felicidad. Entre tanto, a ella y a su padre los destrozaba la penumbra.

No durmieron, las horas se hicieron eternas, mientras la angustia se apoderaba a medida que pasaban los minutos. “Era como si el alma se abriera en dos”, narró. El ELN definía si los dos abrazaban la libertad. O ella, corría la peor suerte.

Al amanecer, el padre le dijo que las noticias se habían concretado: Él se quedaría secuestrado y ella quedaría en libertad.

“Fue durísimo, hubo mucho llanto, caminaba tres pasos y me devolvía a abrazar a mi papá, a besarlo. Yo decía ‘no lo voy a volver a ver’. Era imposible que él saliera del secuestro porque mi familia no tenía el dinero que pedía el ELN”, contó.

El camino a la libertad fue amargo. Ella no dejó de llorar por horas, mientras recordaba que atrás, consumido por la selva, quedaba su padre.

Al final, después de caminar un día entero, cuando la selva se hizo oscura, un arriero que acostumbraba a llevar comida al campamento del ELN pasó por el lado y le preguntó por su papá. “Él no viene, lo dejaron en el monte”, respondió ella. “La orden es que todos salgan del secuestro”, exclamó él. El hombre dio aviso y horas después apareció su progenitor. “Fue como ir al infierno y volver a nacer”, manifestó.

Mientras Leszli Kalli,- en la épocaa de 19 años-, estaba secuestrada junto con su padre, en la cárcel de Itagüí permanecían detenidos dos voceros del ELN: Francisco Galán y Felipe Torres.

Su madre- quien conocía a Torres por sus épocas de juventud porque era estudiante de la UIS-, habló con el entonces guerrillero.

“Yo también cuando salí del cautiverio hablé con él, le dije que la última semana del secuestro había sido muy difícil. Le manifesté que teníamos la presión de que el ELN en cualquier momento volvería a secuestrarme con mi papá porque teníamos que pagar una plata que no teníamos. Él respondió que se trataría de un error y pidió un par de días. Finalmente, Felipe Torres nos llamó y nos confirmó que se trataba de un soborno que estaban haciendo mandos medios de la guerrilla que no tenían nada que ver con el mando central”, dijo.

| Foto: Colprensa

Leszli Kalli, quien pretendía viajar de Bucaramanga hasta Bogotá para volar a Israel, tiene la memoria intacta del 12 de abril de 1999 cuando guerrilleros del ELN se tomaron el avión Fokker 9463 de Avianca y en el aire obligaron al aterrizaje forzoso.

“Estaba leyendo un revista y empiezo a escuchar unos ruidos bien fuertes, volteo a mirar y no doy crédito a lo que estoy observando”, narró.

Un hombre, a escasos metros, se terminaba de acomodar su capucha sobre su cuello. Con la otra mano apuntaba con un arma de fuego en la cabeza al auxiliar de vuelo. Era uno de los secuestradores.

“Vi esto y dije ‘esto no lo puedo creer’. Otros secuestradores se levantaron de sus sillas en cuestión de segundos, mientras salían armas de los maletines”, expresó.

Uno de los guerrilleros se dirigió a la cabina, mientras otro se quedó con el auxiliar de vuelo. Los momentos fueron de pánico.

Mientras el avión seguía volando, uno de los elenos, con voz fuerte, dijo: “Mire, aquí ninguno se las viene a dar de héroe porque le va mal”. Posteriormente, pidió a los pasajeros sentarse y agachar la cabeza.

El avión empezó a descender y cada vez sonaba más fuerte. De repente, ella observó las copas de los árboles por medio de las ventanas. Estaban aterrizando forzosamente.

“El aterrizaje, en medio de la fuerte tensión, fue sencillo. El avión llegó al borde de la pista, la aeronave hizo un giro y empezó a quedar enterrado, se oía un ruido muy fuerte y empezó a saltar barro a las ventanas de las aeronaves y se apagó”, contó.

El comandante del ELN pidió a los secuestrados bajarse solo con el documento de identidad. Todas las pertenencias quedaron en el Fokker 9463.

Aterrizaron en el Magdalena Medio, un lugar que ella reconoce por el bochorno. Después, la internaron en la manigua y vivió los peores 373 días de su vida.