FAMILIA

¿Adiós al síndrome del niño rico?

Cada vez hay más millonarios que no van a dejarle su fortuna a sus hijos cuando mueran, una actitud que ha tenido eco en otros estratos. Estas son las razones.

19 de abril de 2014
BILL GATES - El fundador de Microsoft cree que dejarle todo su dinero a sus hijos sería una irresponsabilidad y es un firme defensor de subir los impuestos sucesorales.

Cuando Warren Buffet prometió donar a la Fundación Bill y Melinda Gates 99 por ciento de su fortuna argumentó en una carta que lo hacía porque quería darles a sus hijos “lo suficiente para que sientan que pueden hacer cualquier cosa, pero no tanto como para que no quieran hacer nada”. Como él, varios multimillonarios han tomado la decisión de no dejarles el grueso del patrimonio que construyeron durante años sino darlo a causas benéficas. De hecho Gates y Buffett lanzaron en 2010 la campaña The Giving Pledges (Las promesas de dar) que busca que los millonarios donen buena parte de su fortuna en vida o después de su muerte con fines filantrópicos. “Dejarles todo mi dinero a mis hijos sería una irresponsabilidad”, ha señalado el fundador de Microsoft. Por eso Gates, además, es un firme defensor de subir los impuestos sucesorales.

Hasta la fecha más de un centenar de magnates, entre los que se encuentran Michael Bloomberg, Pierre Omidyar –creador de eBay–, David Rockefeller y George Lucas han seguido el ejemplo de Buffet y Gates en un movimiento que se conoce como la nueva filantropía. Todos consideran que su riqueza debe ser repartida entre los más necesitados y no con sus hijos, quienes ya han recibido de ellos muchos beneficios que se materializan, entre otras cosas, en la mejor educación.

Esta tendencia de los multimillonarios ha ido cogiendo fuerza entre otros ricos no solo por fines filantrópicos sino por razones variadas. Una de ellas es para no malcriarlos y obligarlos a que labren su propio futuro para que sepan lo que cuesta amasar una fortuna. Consideran que corren el riesgo de volverlos holgazanes si tienen la expectativa de que algún día van a heredar en lugar de que ellos mismos consigan su patrimonio con el sudor de la frente. Jackie Chan, por ejemplo, dice que si su hijo Jaycee es capaz “hará dinero por su cuenta. Si no estará despilfarrando el mío”. Algo similar sucede con el bajista del grupo Kiss, Gene Simmonds, cuya fortuna está avaluada en 300 millones de dólares. Simmonds ha dicho que si bien sus hijos Nick y Sophie tendrán lo que necesitan, “nunca serán ricos con mi dinero y cada año tendrán que esforzarse por conseguir el suyo”.

Hace poco se conoció que el periodista de CNN Anderson Cooper no heredará la fortuna de su madre Gloria Vanderbilt, hija del millonario Cornelius Vanderbilt, quien acumuló una gran riqueza en el negocio ferroviario. Su madre hizo la propia con una línea de jeans muy exitosa que llevaba su nombre. Se calcula que ella, a sus 90 años, tiene 200 millones de dólares producto de su trabajo. En una reciente entrevista con Howard Stern, Cooper reveló que desde la infancia supo que no vería un centavo de ese dinero y eso lo hizo buscar su propia suerte al punto que a los 10 años trabajó como modelo de ropa infantil. “Mi mamá me dijo claramente que habría fondos para la universidad pero que no me dejarían plata”.

Detrás de esta tendencia de desheredar está la idea de que los hijos podrían padecer lo que el psicólogo José Antonio Ortega llama el síndrome del niño rico. Es un trastorno que no solo incluye a los hijos de los multimillonarios sino también a otros de clase media y aparece cuando los hijos reciben demasiada atención, protección o dinero. Esa sensación de vida fácil los perjudica en su carrera profesional porque los lleva a no luchar por metas. Esto, en consecuencia, los deja vacíos y deprimidos. Un estudio reciente hecho por la Skipton Building Society en el Reino Unido, con más de 2.000 voluntarios, reveló que el 75 por ciento de los jóvenes entre los 20 y 35 años en efecto esperan recibir una herencia de sus padres para asegurar su futuro financiero. Cooper, quien avala la decisión de su madre, dice que es un error pues las herencias son “una maldición. Yo no creo en heredar dinero. Es una fantasía. Pienso que es una idea que te roba la iniciativa. ¿Qué persona que haya heredado mucho dinero ha seguido haciendo cosas en su vida? Si yo hubiera sabido que me esperaba una olla de oro en el camino no creo que hubiera estado tan motivado a seguir con mi carrera”.

La solución no siempre es dejarlos por fuera de la herencia. El tiempo y la educación son también claves para superar el síndrome pues si los padres les dedican horas a sus hijos “para enseñarles lo que cuestan las cosas, ellos entenderán y no tendrán motivos para castigarlos sin dejarles herencia”, señaló Ortega al diario El País de Madrid.

Es evidente que desheredar a los hijos es una tendencia mucho más marcada entre personas con grandes patrimonios, pues en las clases bajas lo común es que los padres dejen más deudas que bienes de valor comercial. Además es más frecuente en los países anglosajones porque la legislación es diferente a la colombiana. “Aquí existe la herencia forzosa para los hijos y familiares como legítimos beneficiarios”, explicó Álvaro Pinilla, abogado especialista en derecho de familia.

Sin embargo, en el país ha crecido la tendencia de padres que no les dejarán herencia a sus hijos por la sencilla razón de que ellos quieren disfrutar hasta el último centavo que lograron acumular. Pedro Montoya, un banquero retirado con buena jubilación dice que su herencia para sus hijos fue la educación y que la plata fruto de su trabajo será para disfrutarla con su esposa en vida por lo cual ya les anunció a ellos que no esperen mucho. “Es lo que se llama herencia en vida, es decir, buena educación y bienes materiales como un apartamento o un carro”, señala Antonio José Gómez Rincón, abogado especialista en derecho de familia.

Además de esta actitud individualista, muy propia de la generación de los llamados ‘baby boomers’, la otra razón es el aumento de la expectativa de vida en el mundo. Si alguien se jubila a los 65 años, es posible que viva 15 o 20 años más y que tenga que financiarse su vejez. Para el momento de su muerte es posible que no haya nada para repartir entre los hijos. Aún más, es posible que ellos tengan que sostener a sus progenitores en sus últimos años. Lo corrobora el estudio de la Skipton Building Society que establece que el 40 por ciento de los jóvenes que esperan herencia no la recibirán porque sus padres ya se habrán gastado casi todo su patrimonio en vida.

Otra razón por la cual muchos no deben esperar herencia es porque los padres tienden a separarse y los divorcios diluyen las fortunas. En sociedades familiares se puede dar el caso de que los padres no confíen en la capacidad de sus hijos para manejar la empresa. Aunque no es muy común así lo hizo Gina Rinehart, la mujer más rica de Australia, quien no quiere dejarles herencia a sus hijos porque considera que no tienen la capacidad ni el conocimiento para administrar Hancock Prospecting, la compañía que ella heredó de su padre, que posee el depósito mineral de hierro más grande del mundo.

La psicóloga de familia María Elena López afirma que desheredar a los hijos es una decisión con pros y contras. Por un lado puede ayudar a que se vuelvan más responsables y luchen por sus recursos, pero dejarles un patrimonio también es una gran ayuda financiera en un mundo competitivo. Stacey Stothard, coautora del estudio de la Skipton Building Society, dice que “el debate por las herencias es de nunca acabar. Lo importante es que las personas entiendan que sin importar las circunstancias es mejor vivir por sus propios medios y no depender de la sucesión”. nel aumento de la expectativa de vida, el individualismo y la nueva filantropía han potenciado esta tendencia