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‘Barbiemanía’: La colombiana que se ha practicado más de 29 cirugías para ser igual a la popular muñeca
Tatiana Murillo se autodenomina la Barbie colombiana. Desde hace 11 años comenzó una completa transformación para ser la doble del juguete de Mattel que inspiró una taquillera película.
Cuando Tatiana Murillo se mira al espejo, se siente cerca de la perfección. Quizás por eso la influencer y empresaria antioqueña un día se presentó ante sus seguidores en Instagram con un título que le gusta llevar a cuestas: ser la Barbie colombiana.
Y había pocas razones para dudarlo: rostro delgado, de pómulos y nariz finísimos; cejas arqueadas, ojos claros, labios carnosos, cabello rubio, una figura que sobresale por la cintura estrecha y piernas torneadas y bronceadas. “Eres literalmente una muñeca”, comentaron, casi en coro, miles de sus fans.
Aquello ocurrió mucho antes de que la ‘barbiemanía’ se tomara el planeta entero por cuenta de la película de Greta Gerwig, protagonizada por Margot Robbie y Ryan Gosling, que ha recaudado desde su estreno, el pasado 20 de julio, cerca de 190 millones de dólares en taquilla solo en Estados Unidos.
Pero la historia personal de Tatiana y el popular juguete de Mattel comenzó realmente cuando ella era una niña y vivía en su natal Caicedo, un pueblo de Antioquia, muy cerca de Urrao.“Mi historia con Barbie fue de amores y odios”, dice ahora.
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Y cuenta que debido a la difícil situación económica de su familia “fueron muy pocas las Barbies” que tuvo. “En mi pueblo, donde las niñas eran muy lindas, las llamaban Barbies. Y yo no era muy bonita que digamos. Así que me hacían bullying por eso, por mi apariencia, por mi color de piel. Hasta por mi estrato social, porque mis papás siempre han sido campesinos”, relata Tatiana.
Creció entonces con esa suerte de complejo de patito feo. “Eso a uno lo afecta. A todos, en mayor o menor medida, nos quedan de por vida esas palabras hirientes que nos decían de pequeñitos”.
“Entonces, sinceramente, cuando era chiquita, Barbie no me gustaba, era como inalcanzable”, reconoce esta paisa de 30 años.
Buscando torcer el destino, hace 11 años se sometió a la primera cirugía estética de su vida. Fue una rinoplastia. “Y eso fue como abrir la puerta a una dimensión que no sabía que existía. Siempre digo que cuando uno se hace la primera cirugía de nariz ya no quiere parar, porque busca que quede cada vez mejor. Ese fue mi caso. Un día me dije: ‘Bueno, esta nariz de ahora no combina con estos cachetes tan grandes’. Entonces, me hice una cirugía de pómulos. Y así fue llegando una operación tras otra”, cuenta la influencer, que hasta hace poco tuvo una empresa de eventos.
A Barbie, asegura Tatiana, “la colonicé cuando entendí que, si Barbie es lo que quieres ser, entonces, yo quería ser como se me diera la gana, sin importar las críticas. Me comí el cuento de convertirme en esa muñeca y hacerme única en Colombia por eso. Era como una especie de venganza contra todos esos que me hicieron bullying en la infancia. Desde joven me decía: ‘Mi venganza será el éxito’. Y lo he conseguido”.
En total, ya son 29 las veces que Tatiana Murillo ha pasado por el quirófano. “Y, sí, confieso que en esa búsqueda de la perfección, que sé que no existe, he sido a veces irresponsable. Porque así como me he operado con cirujanos reconocidos de Medellín, donde han sido todas mis cirugías, otras veces me he operado con amigas que no tienen mucha experiencia en estas cosas. Errores que gracias a Dios no me costaron la vida”.
Tatiana revela que se ha sometido a tres cirugías de senos “buscando el tamaño perfecto para mi figura” y unos seis levantamientos de cejas, el área de su rostro en la que más se ha esmerado. “Tengo como diez cirugías solo en la cara buscando que mis facciones combinaran con mi nariz”.
“No soy superficial”
Cada uno de los avances de su increíble transformación los ha ido contando en sus redes sociales.“Me gusta mucho conversar con mis seguidores, hacerlos parte de esto que estoy viviendo. Y, pues, no todo han sido halagos, también he recibido críticas de gente que cree que por hacerme tantas cirugías soy una mujer superficial, pero la realidad es que soy muy distinta”.
Esta paisa asegura ser “una lectora empedernida”. Muchos no saben, dice casi orgullosa, “que en la vida me he leído más de 40 libros. Me gusta leer de filosofía, de la relatividad de la belleza, de la ley de atracción, de motivación y emprendimiento y hasta de autores que hablan de física cuántica”.
Y en varias de las publicaciones comparte sus orígenes. Incluso, en una de ellas reveló uno de los secretos mejor guardados: cómo lucía antes de su transformación. “Por qué me tendría que dar pena mostrar mi cédula. Lo hermosa que también era antes de las cirugías, de pelo oscuro, nariz redondita y cachetona. Mis seguidores saben bien quién soy. Les he mostrado el pueblo donde crecí, a mis papás. Y la gente se conecta con esa autenticidad, más allá del personaje que he creado”, cuenta Tatiana.
Hoy asegura que la belleza “no es como uno se ve en el espejo, sino cómo te hacen sentir. En la infancia me hicieron sentir fea, entonces así me sentía. Ahora veo hermosura en cada una de las personas, más allá de su apariencia física”.
No basta la belleza física
Aun así, considera que “la belleza física no alcanza. He conocido mujeres hermosas, pero con cero personalidad. Que no tienen nada interesante qué decir después de 15 minutos de conversación, nada en la cabeza. Y es entonces cuando la belleza comienza a pasar a un segundo plano, por eso es que hay que esmerarse por cultivar otras cosas”.
Eso, precisamente, es lo que comparte con su hija, Ana Sofía Vélez, de 14 años, a quien, sin embargo, ya le permitió una cirugía de nariz. “Ha sido un reto criar a una adolescente que ve en su mamá reflejadas estas cosas de las operaciones para transformar su apariencia. Pero tomando de mi experiencia me he esforzado en reforzar cada día su autoestima, en enseñarle que no permita que otros la hagan sentir bella o no, que fue lo que viví siendo niña. La tengo con los pies en la tierra, donde le he reforzado el tema del amor propio. Ella me ha pedido dos cirugías más, pero sé que no las necesita”.
Tatiana asegura que, como buena seguidora de la popular muñeca, ya se vio la película actualmente en cartelera y coincide con el mensaje de que “las Barbies no necesitamos un Ken a nuestro lado para salir adelante”.
En su caso, cuenta entre risas, la belleza no ha sido suficiente para tener al lado al hombre de sus sueños. “Y eso que siempre me han gustado los feítos. Es que me fijo en otras cosas, en que sean inteligentes, atentos, caballerosos. Y hay cosas que no tolero. Como el famoso 50/50. Eso debería ser considerado un delito. En eso soy chapada a la antigua. Soy muy autosuficiente económicamente. Sin embargo, me gusta que me inviten y me consientan”, dice la Barbie colombiana.
Más allá de si ha encontrado al Ken correcto o no, Tatiana deja claro que no se arrepiente del camino que emprendió hace más de una década buscando ser la doble perfecta del juguete creado hace más de medio siglo. “Sí, es cierto que Barbie te permite ser lo que quieras ser. En mi caso, me permitió encontrar la belleza en todos sus sentidos, la fuerza que como mujeres todas llevamos dentro”.